La actividad fabril de Japón volvió a contraerse en enero, comenzando el año con una nota amarga debido a que un aumento de las infecciones de COVID-19 y un nuevo estado de emergencia en el país impactaron en las condiciones operativas.
Los manufactureros reportaron una renovada caída en los volúmenes de producción, según datos del sector privado, contrastando de forma aguda con las estimaciones gubernamentales más optimistas presentadas el viernes, que mostraron que los productores esperaban un fuerte rebote de la producción en enero.
La cifra final del Índice de Gerentes de Compras au Jibun Bank de Japón (PMI) cayó a un 49,8 desestacionalizado en enero, frente a la lectura estable de 50 del mes previo.
El descenso en la cifra, que fue levemente superior a la lectura preliminar de 49,7, se debió sobre todo a un nuevo declive en el empleo y la producción.
Las empresas atribuyeron los descensos en la producción a las restricciones implementadas bajo el estado de emergencia declarado por el primer ministro Yoshihide Suga el mes pasado, que incluye a Tokio y otras zonas que albergan al 55% de la población del país.