EL análisis de los efectos de la reducción de la jornada laboral es una tarea compleja y difícil de cuantificar, puesto que hay numerosas variables involucradas y todas ellas se interrelacionan. Una de ellas es la productividad, que tiene que ver con el desarrollo económico. En general, cuanto más rico es un país menos horas se trabajan (WEF, 2016).
En 2018, de acuerdo con la Ocde (2019), Chile se encontraba en el sexto lugar de los países miembros de la Ocde que laboran más horas por trabajador, con 1.941 horas al año, mientras que Alemania -como resultado de su riqueza- solo labora 1.363 horas por trabajador al año.
Al comparar el PIB per cápita se tiene que en 2018 Chile produjo US$16.079, mientras que Alemania produjo US$48.264, es decir 3 veces más (Fondo Monetario Internacional, 2019) y ambos países poseían una población activa laboralmente similar de 50% y 53%, respectivamente (Banco Mundial, 2019), lo que refleja una mayor productividad.
Sin duda cada país posee sus particularidades, desde sus políticas económicas, sus tradiciones y festividades, hasta el ambiente de trabajo y su relación vida personal-profesional. Lo importante es focalizarnos en el desafío común: ser más productivos para mejorar la calidad de vida de las personas.
En este sentido, una adaptabilidad responsable de la jornada laboral permite distribuir un promedio de horas de trabajo en un determinado período y focalizar los esfuerzos de acuerdo con la intensidad temporal que requiera, así como adaptar la jornada en horarios diarios diferidos. Esta adaptabilidad en la jornada permitiría contrarrestar el efecto negativo en empleo y crecimiento de la disminución de horas trabajadas propuesto. Si se implementa una reducción de horas de trabajo de manera rígida (sin flexibilidad) provocaría indudablemente un efecto perjudicial en el mercado laboral.
Otro punto importante a considerar dentro de una implementación responsable es la gradualidad, que facilitaría el control de los impactos y la oportuna toma de decisiones para realizar ajustes. Por supuesto, no todos los trabajos permiten sostener un trabajo remoto o flexible y deberán buscar acuerdos particulares.
Además de la adaptabilidad y gradualidad, se requiere una adecuada actualización de las regulaciones acorde con los desafíos de la Cuarta Revolución Industrial.