André Esteves, el célebre prodigio de las finanzas brasileñas, está listo para su segundo acto.
De regreso a la presidencia de Banco BTG Pactual, el financiero vuelve a codearse con la élite mundial y a hacer afirmaciones exageradas que ilustran sus grandiosas ambiciones. “Better than Goldman” (Mejor que Goldman) fue la más conocida en los círculos bancarios de São Paulo y Nueva York. Esto, le gustaba bromear, era lo que representaba BTG. ¿Y ahora? “Más grande que Itaú”.
En privado, dice que BTG quiere superar al mayor banco de América Latina, lo que no es poco si se considera que BTG, especializado desde hace tiempo en operaciones bursátiles y banca de inversión, tiene una quinta parte de los activos de Itaú. Y aún más sorprendente si se tiene en cuenta lo cerca que estuvieron el banco y su fundador en 2015, cuando Esteves se vio envuelto en la mayor investigación por corrupción de la historia del país. Encarcelado y despojado del control del banco que lo convirtió en multimillonario a los 37 años, vio cómo sus socios se deshacían de activos, al estilo de una venta de liquidación, para evitar la quiebra.
BTG no solo sobrevivió, sino que está prosperando, con ganancias récord trimestre tras trimestre. Esteves también. Exonerado de todos los cargos, volvió a tomar el control del banco, se reúne con Elon Musk, con el presidente brasileño Jair Bolsonaro, y asesora al presidente del banco central del país.
“Esteves es un gran ejemplo de algo que se ve mucho en Brasil: esta mezcla de poder económico e influencia política”, dijo Filipe Campante, profesor asociado distinguido de Bloomberg en la Universidad Johns Hopkins. “Cuando uno escala con la política, también se corre el riesgo de que la política lo haga caer. Pero Esteves claramente tiene mucho talento para gestionar ese riesgo”.
Incluso antes de volver a la presidencia en abril, Esteves ya estaba coordinando la transformación que cree que pondrá a BTG en la cima, superando a los “cinco grandes” del país con la misma ambición desenfrenada que marcó su primera ascensión al estrecho grupo de los principales financieros brasileños. Para ello, se ha apoyado en un banco digital de reciente creación, en una agresiva campaña de captación de clientes minoristas de altos ingresos y en una ola de adquisiciones que ha incluido desde corredores de bolsa hasta revistas financieras.
“Es un innovador, un cazador de negocios, y eso lo lleva a estar más a menudo en el punto de mira que otros”, dijo Roy Martelanc, profesor de Finanzas en FIA Business School, que también fue miembro de la junta directiva de Banco Pan SA junto a Esteves a principios de la década de 2010.
Todo se derrumbó el 25 de noviembre de 2015, cuando la policía se presentó en su apartamento con vista a la playa de Ipanema de Río de Janeiro con una orden de detención por supuesta obstrucción a la justicia en el marco de la llamada investigación “Lava Jato” de Brasil. BTG tuvo que ser rescatado por el fondo de seguro de depósitos del país respaldado por el sector privado, ya que los clientes retiraron su dinero a un ritmo sin precedentes, y tuvo que vender más de US$3.500 millones en activos para tratar de mantenerse a flote.
Recibido de nuevo como socio senior dos días después de ser liberado de su arresto domiciliario en abril de 2016, Esteves y sus socios estaban decididos a hacer que BTG fuera menos vulnerable al tipo de desastre al que enfrentó. Al igual que los bancos estadounidenses después de la crisis de 2008, comenzó a reforzar su capital y a diversificarse hacia la banca minorista, un impulso que creó una plataforma de inversión digital propia. Esto hizo que BTG dependiera mucho menos del financiamiento mayorista de inversionistas como los fondos de pensiones, recurriendo en cambio en una base más diversificada de patrocinadores. Las inversiones de capital privado utilizan ahora solo el dinero de los socios y de los clientes, no el capital propio del banco.
BTG también se deshizo de los objetivos globales que tenía antes para conquistar su propio territorio. En los últimos cinco años, Esteves coordinó la adquisición de dos docenas de empresas en Brasil.
Hasta ahora ha funcionado bien. BTG obtuvo un récord de ventas e ingresos por operaciones bursátiles en el primer trimestre de 2022, y registró una ganancia de 2.100 millones de reales (US$390 millones), lo que representa un aumento interanual del 72%. También superó a Goldman e Itaú en una medida clave de rentabilidad. Esteves, de 54 años, también se recuperó: su patrimonio ahora asciende a US$5.600 millones según el índice de multimillonarios de Bloomberg, más del doble de los US$2.000 millones que tenía en la víspera de su detención.
“Definitivamente es posible, incluso durante la próxima década”, dijo Danielle Lopes, analista de la firma de investigación independiente Nord Research, con sede en São Paulo, sobre las ambiciones del banco de superar a Itaú. “BTG ya es más rentable y todavía tiene un inmenso océano de oportunidades para explorar en Brasil”.
En Brasil, los cinco mayores bancos —Itaú Unibanco Holding SA, Banco do Brasil SA, Caixa Econômica Federal SA, Banco Bradesco SA y Banco Santander SA— representan el 80% de los préstamos personales y el 60% de los depósitos, según datos del banco central para 2021. Un estudio de Oliver Wyman publicado en 2019 estimó que tenían una participación de mercado del 93% de los 8,6 billones de reales en inversiones que hay en el país.
La red de influencia de Esteves se extiende más allá de BTG. Ha proporcionado capital a varios antiguos socios que se retiraron para fundar sus propias empresas buscando capitalizar el auge de la industria brasileña de gestión de activos.
Y luego está la política. En un audio filtrado en octubre pasado a los medios de comunicación locales, se jactó ante el público de un evento privado sobre cómo el presidente del banco central, Roberto Campos Neto, lo llamó para intercambiar ideas sobre la tasa de interés de Brasil, y de cómo regañó al presidente de la Cámara Baja, Arthur Lira, por una decisión que provocó un éxodo del equipo económico.
Estas declaraciones estuvieron a punto de ponerlo en aprietos, con amenazas de una investigación por supuesta influencia indebida. Nada se concretó, y Esteves sigue presidiendo todos los días desde las elegantes oficinas de Faria Lima, conduciendo al banco a través de lo que dice a sus cercanos es una transformación única en una generación.
También se ha enfocado en otro proyecto más personal: Instituto de Tecnologia e Liderança, o Inteli, una universidad sin fines de lucro centrada en la tecnología, para cuya creación él y su esposa, Lilian, donaron 200 millones de reales. Su desenfrenada bravuconería también llegó hasta allí: Esteves quiere que Inteli sea “mejor que Stanford”.