Eduardo Armando Guerrero Núñez ha hecho su carrera al alero de Raimundo Valenzuela Lang, fiscalizador de mercados en los ochenta; luego, ejecutivo de empresas, más tarde empresario y un avezado inversionista bursátil que hoy tiene 61 años. Valenzuela lo reclutó hace doce años desde Copec, donde el joven ingeniero de 26 años trabajaba en el departamento de estudios. Con los años, se transformó en su brazo derecho. También en su socio.
Viñamarino, Guerrero tiene 38 años -cumple 39 en febrero- y es ingeniero comercial de la Universidad Católica, con un magíster en economía y otro en tributación. El segundo de los tres hijos de Eduardo Guerrero Bruner -un exmarino graduado de la Escuela Naval a fines de 1968- y Teresa Núñez, estudió en el colegio Sagrados Corazones de Viña del Mar.
Su primer trabajo fue la gerencia de estudios de Empresas Copec, el holding del grupo Angelini. Ahí estuvo casi cuatro años, hasta septiembre de 2009, cuando Valenzuela lo fichó para la gerencia de inversiones de su family office, el que opera e invierte a través de la sociedad Estrella del Sur S.A. Valenzuela quería profesionalizar su empresa y le recomendaron a Guerrero: su nuevo empleado ordenó sus negocios y se enfocó en el estudio del impacto que tenían las variables macro en los negocios de las empresas que analizaba. Y adquirió un protagonismo impensado.
Guerrero dirige las inversiones de Estrella del Sur y es gerente general de RR Wine, la mayor exportadora local de vino a granel, con una capacidad de 60 millones de litros, una empresa fundada en 1993 por Valenzuela, quien fue gerente general de viña Santa Rita en los tiempos de Ricardo Claro.
Por los negocios de Estrella del Sur, Guerrero ha entrado a algunos directorios. Por ejemplo, estuvo tres años, hasta fines de 2015, en Enlasa Generación Chile, donde compartió con el empresario Fernando Franke; el socio de Moneda Asset Fernando Tisné; Marco Comparini, del grupo Penta; y el empresario Fernando del Sol, gestor de la eléctrica. Dejó la firma cuando Valenzuela vendió su 10% en Enlasa. “Es muy recto. Con él se puede llegar a acuerdos”, dice un exdirector de la eléctrica.
Juntos en los negocios, Valenzuela y Guerrero en la política han tomado caminos distintos, aunque no opuestos. Mientras el jefe hizo, antes de las primarias de julio, aportes a Sebastián Sichel, el subordinado se convirtió en el jefe del programa económico de José Antonio Kast. Requerido para este reportaje, Valenzuela accede a decir solo una cosa: “Estoy muy orgulloso que haya gente que se la juegue por el país, como Eduardo lo está haciendo”.
Profesor de macroeconomía por un par de años en las universidades Católica y de Los Andes hace una década, Guerrero ha presentado las propuestas económicas de Kast. En la Sofofa, en Icare y en universidades. El 6 de octubre, en el CEP, afirmó que Chile estaba en un momento decisivo y que “reformas socialistas” han ido haciendo mella a la economía. “La piedra angular de nuestro programa es el crecimiento económico sostenible”, apuntó ese día, antes de asegurar que los impuestos corporativos dañan severamente el crecimiento económico. Por lo mismo, una de las propuestas es reducir a cero los impuestos a todas las pymes y bajar del 27% al 17% el tributo a las empresas. “Con todo el impulso reactivador que trae eso asociado”, justificó. También plantea bajar gradualmente el impuesto al IVA del 19% al 17%. Si bien reconoce que la reforma tributaria quitará US$ 8.500 millones en recaudación fiscal; el mayor crecimiento, estima, agregará US$ 13 mil millones en el cuarto año de gobierno.
Guerrero sabe de temas impositivos. Durante dos años cursó un magíster en tributación en la Universidad de Chile, y su tesis, junto a Jorge Bascuñán, se llamó: “Optimización tributaria para un emprendedor”. En los registros del Centro de Estudios Tributarios (CET) de esa casa de estudios, en noviembre de 2013, describió así su trabajo: “El sistema tributario chileno presenta una serie de características y particularidades, que hacen recomendable disponer de una adecuada planificación societaria para la realización de diferentes actividades económicas, con el propósito de aprovechar los beneficios especiales existentes en la legislación tributaria y evitar caer en una excesiva carga impositiva”.
Al círculo de Kast se sumó hace un par de años, como fundador y director de Ideas Republicanas, el colectivo que diseñó su plataforma programática. Conocía de sus tiempos universitarios a dos cercanos a Republicanos, Alejandro Arrau, expresidente de la FEUC, y el exdiputado UDI Arturo Squella. Guerrero tuvo participación política en la UC: fue presidente del Movimiento Gremialista en el plantel y consejero de su facultad. En 2017, hizo un aporte de casi $ 5 millones para la candidatura de Sebastián Piñera. Pero fue para la segunda vuelta. En la primera apoyó a su candidato.
Si Kast llega a vencer en las presidenciales, el nombre de Guerrero ha sonado más para la cartera de Economía que para Hacienda, un cargo en el que calza más Cecilia Cifuentes, directora ejecutiva del Centro de Estudios Financieros del ESE Business School Chile. Él mismo ha resaltado públicamente las características de su contribución al proyecto político de Kast y que lo sitúan más bien en la micro que en la macro: provenir del mundo real. De las empresas.
En un factoring y socio de Paola Luksic
Para comenzar a invertir por sí solo, el ingeniero creó una sociedad de inversiones a través de la cual se convirtió en socio de su jefe. Se llama Inversiones y Asesorías Orlando Mágico Limitada, la que se constituyó en 2012 con un capital de $ 50 millones. Guerrero aportó a esa empresa 5.500 unidades de un índice ETF con posiciones en Estados Unidos, valoradas entonces en $ 42 millones. Orlando Mágico es su principal vehículo de inversión y su nombre tiene dos razones personales: Guerrero guardaba gratos recuerdos de un viaje de infancia a Orlando, Estados Unidos, y era hincha del equipo de la NBA Orlando Magic.
A través de esa firma, es dueño del 9,46% de Primus Capital, una empresa de factoring donde Valenzuela tiene el 50,11% de las acciones. Primus Capital es un negocio que llevó al grupo Francisco Coeymans y ahora es el segundo actor no bancario en ese mercado, detrás de Tanner. El nombre se le ocurrió a Guerrero: significa primero en latín. Y tenía también, otra vez, una alusión más personal: en la Universidad Católica, sus compañeros le decían número uno, porque fue puntaje nacional y el primer lugar en los inscritos en su carrera.
La sociedad Orlando Mágico también participa en Invinsa, una administradora especializada en activos alternativos -principalmente inmobiliarios- y deuda privada. Esa compañía, donde Guerrero es director, compró a comienzos de 2019 la empresa Central Bodegas, en US$ 70 millones. En esa gestora, donde tiene cerca del 40%, comparte propiedad con Cristián Barros, gerente general de Invinsa.
Además, es presidente y cofundador de Time Jobs, una startup tecnológica que contacta empresas con trabajadores independientes que quieran prestar servicios temporales, en labores como shopper de supermercado u operarios de bodega. Según su página web, la firma tiene 500 empresas asociadas y presencia en Chile, Perú, Ecuador y Colombia y 5.000 jobbers. “Somos el primer servicio de staffing on demand de Latinoamérica”, describe su información oficial. La no oficial indica que Guerrero tiene cerca del 20%; Raimundo Valenzuela otro porcentaje similar, el family office de Paola Luksic, un 10%, y los socios fundadores, el resto.
Guerrero también es pequeño inversionista de otra startup destacada: Destácame, una fintech que ayuda a sus clientes a manejar y administrar sus finanzas personales.
Antes tuvo emprendimientos más pequeños. El primero fue María del Mar, un restaurante especializado en productos del mar en el que participó junto a varios socios, como Andrés Senerman, José Miguel Abogaid, Tomás Claro, Matías Saavedra y el chef Felipe Durán. “Fue un fracaso”, dice alguien que conoció el negocio que terminó dejando. Parte de los mismos socios participaron en Puro Chocolate, otro emprendimiento que quedó en el camino.
El autor del “panfleto”
El caso Cascadas partió a fines de 2011, cuando Raimundo Valenzuela, quien había invertido $ 5.000 millones en acciones de Norte Grande y Oro Blanco, vio caer el precio de las acciones y perdió casi un tercio de esa cifra por la baja del precio. Entonces encargó a sus analistas revisar algunas operaciones que le llamaron la atención. “Este análisis se realizó entre los meses de enero y febrero del año 2012″, afirmó en 2017 en una declaración judicial. El texto derivó en un documento que se denominó “Potencial abuso contra accionista minoritario” y que describía, según Valenzuela, operaciones bursátiles en las que Julio Ponce, entonces controlador de SQM, compraba acciones baratas y luego las vendía caras a las mismas sociedades cascadas. Ese documento fue motejado después por el propio Ponce como un “panfleto”.
En la posterior investigación penal, la Fiscalía incorporó ese documento. Fue, según todos, el origen del caso Cascadas. Valenzuela lo remitió a la fiscal Tania Sironvalle el 12 de enero de 2017. Pero a él se lo envió otra persona. “Aquí va el doc. solicitado. Saludos, Eduardo Guerrero, RR Wine”, describe una resolución judicial del caso. Según personas que conocieron toda esa contienda, Guerrero fue el autor material de ese documento. Él mismo ha dicho en privado que fue quien descubrió el caso Cascadas. Y aunque otros sembraron la primera duda, fue el economista quien indagó en los registros de la Superintendencia de Valores y Seguros y la Bolsa. “Él procesó toda la información”, afirma una persona que conoció ese trabajo. “Ese caso tiene muchos padres”, replica otro de los que participaron en esa polémica y que reunió a insignes combatientes como Moneda y AFP Habitat. Otros inversionistas apuntan a otro ejecutivo como el origen de todo: el entonces gerente general de la corredora del Banco Santander, Ignacio Pérez. Dos fuentes ratifican que Pérez, hoy director de Enjoy, efectivamente planteó dudas. Pero fue Guerrero quien investigó las cifras.
El desconocido rol de Eduardo Guerrero en el caso Cascadas no impidió su llegada a una de ellas. En abril de este año se transformó en director de Norte Grande, el primero de todos los eslabones, controlador de Oro Blanco, Nitratos, Potasios y Pampa Calichera, un grupo que tiene el 30% de SQM.
En la junta anual ordinaria de accionistas de abril de 2021, Guerrero fue postulado como director independiente por la compañía de seguros de vida Consorcio Nacional de Seguros. En la elección, obtuvo la mayor votación y fue respaldado por muchos minoritarios. Con ello, Guerrero entró al directorio de siete integrantes, donde seis son electos por Inversiones SQYA, la sociedad de Julio Ponce que controla todo. Están ahí Ricardo Moreno, exgerente de las cascadas; Patricio Phillips, histórico asesor de Ponce; el abogado Andrés Nieme, Sergio Montes, el vicepresidente de SQM, Patricio Contesse Fica, y el accionista de Concha y Toro y extimonel de la CPC, Rafael Guilisasti, quien preside la compañía.
Otro contrapunto: Guilisasti es uno de los más antiguos apoyos de Sebastián Sichel, el competidor del candidato de Eduardo Guerrero. La presencia del ejecutivo como director independiente -por ello mismo, integra el comité de directores, junto a Nieme y Montes, quien lo preside- es relevante para los minoritarios, sobre todo ahora, luego de que la empresa decidiera explorar una fusión de todas las sociedades cascadas, una operación que ha sido desde hace años anhelada por los pequeños socios de esas compañías. Es que la guerra terminó y sus accionistas decidieron pasar a otra etapa: en vez de un abogado, como Rodrigo Zegers, quien representó a los minoritarios de Norte Grande por años y se enfrentó a Ponce directamente, ahora preferían un economista con otro perfil. “Es muy agradable y estudioso. Viene del mundo financiero”, dice alguien que conoce la interna de Norte Grande, que destaca su expertise tributario en la definición del futuro de las cascadas.