“Nicanor Parra tenía razón”
"Nicanor Parra recibió una pensión vitalicia por parte del estado a los cincuenta y cinco años. La mayoría de los chilenos, sin embargo, no pueden aspirar a ese beneficio y dependerán de su fondo generacional. Ojalá que este artefacto sea bien diseñado y no termine siendo un antifondo".
Nicanor Parra tenía razón: la izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas. Es la única explicación detrás de la desafortunada reforma al sistema de pensiones. Es cierto, no toda la reforma es mala: incrementar la cotización era necesario, por cuanto es imposible aspirar a una pensión satisfactoria con un aporte del 10 % del sueldo. Sin embargo, el resto de la reforma es mala. En lo que sigue, me referiré a un aspecto de esta: los fondos generacionales.
La idea básica de estos es que la gente joven está más preparada para tomar más riesgo financiero, y las personas cercanas a jubilarse menos. En consecuencia, el riesgo del fondo previsional debe ir disminuyendo a medida que la persona va envejeciendo. La idea, en principio, es sensata.
De hecho, esta idea ya se implementó. Efectivamente, los multifondos cumplen esa función. La premisa bajo la cual se crearon era que el fondo A era el más apropiado para los trabajadores jóvenes, y que estos deberían irse moviendo progresivamente hacia el E a medida que se acercaran a su edad de retiro. El esquema actual le da al trabajador la libertad de adaptar su velocidad de cambio de fondo a su situación personal.
Los nuevos fondos generacionales, de la manera que al parecer se van a implementar, asignándole a cada persona un fondo según su fecha de nacimiento, le niegan al trabajador esa libertad. Es decir, suponen que el perfil de riesgo y necesidades de un trabajador están dictados por su fecha de nacimiento, y no por su situación personal, laboral o económica. Dicho esto, hay dos maneras de implementar un fondo generacional.
La forma razonable es controlar el riesgo a través de una métrica a nivel de portafolio (el CVaR, por ejemplo), y definir un presupuesto de riesgo que va disminuyendo con el tiempo. Darle libertad al gestor del fondo para decidir en que activos invierte (o sea, sin imponerle límites por clase de activos).
La manera incorrecta, y la favorita de los burócratas, es intentando controlar el riesgo por medio de límites por clase de activos. La motivación detrás de esta política, equivocada, por cierto, es que los activos financieros tienen asociado un riesgo intrínseco, que es inmutable. Un ejemplo típico de esta concepción es la regla de que el fondo debe partir con un porcentaje alto invertido en acciones y uno bajo en bonos, y que estas proporciones se deben revertir con el tiempo.
Nicanor Parra recibió una pensión vitalicia por parte del Estado a los cincuenta y cinco años. La mayoría de los chilenos, sin embargo, no pueden aspirar a ese beneficio y dependerán de su fondo generacional. Ojalá que este artefacto sea bien diseñado y no termine siendo un antifondo.
*El autor de la columna es investigador principal de Clapes UC
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