La columna de Gonzalo Larraguibel y Jorge Torres: “El liderazgo mágico: aptitud vs actitud en las empresas”
"Uno de los mayores diferenciales en competitividad está en generar experiencias memorables"

Cuando cuestionamos por qué una organización es exitosa y consistente en sus resultados y otra no, tendemos a pensar que la diferencia está en la experiencia y habilidades técnicas de los equipos de trabajo. Sin embargo, ejemplos recientes en algunas empresas con talento sobresaliente, pero resultados deplorables e, incluso, conductas poco éticas, nos obligan a replantear esta visión. ¿De qué sirve tener equipos altamente capacitados si la actitud con la que se enfrentan los desafíos cotidianos no cambia?
Como plantea la metodología Hardwiring Magic, que combina herramientas LEAN, Agile y storytelling tipo Disney, la transformación real no ocurre desde la teoría o la capacitación técnica, sino desde la cultura, la emoción y la conexión humana. Su enfoque no solo parte desde la estrategia corporativa, sino desde las personas, sus vínculos y sus motivaciones más profundas.
El cambio significativo no lo logra solo quien sabe, sino quien quiere. Un equipo exitoso, además de tener buena aptitud, debe tener una actitud que genere impacto, empatizando y respondiendo humanamente. La aptitud sin actitud, en cambio, es como tener un auto de alta gama sin gasolina.
Un ejemplo claro lo vemos en el terremoteado sector de la salud. No basta con contar con un equipo de primer nivel si no existen procesos, formas de trabajo y una cultura que generen experiencias satisfactorias para el paciente. Muchos líderes del sector ya lo han comprendido: uno de los mayores diferenciales en competitividad está en generar experiencias memorables. Por eso, indicadores como el NPS se han vuelto protagonistas en las reuniones de gestión.
Para avanzar en ello es clave promover un ambiente de trabajo en que cada colaborador quiera tratar al paciente con respeto, escuchar activamente, y reconocer la emocionalidad del otro. Y eso no se enseña en un manual, se cultiva con liderazgo efectivo.
No se trata solo de dirigir, sino de movilizar. De habilitar espacios para que las personas no solo sepan qué hacer, sino que se sientan parte del propósito. Líderes que inspiran, que legitiman el error como aprendizaje, que reconocen la toma de decisiones basada en valores, están construyendo organizaciones con alto rendimiento emocional, no solo técnico.
En el entorno actual, lo técnico se democratiza rápidamente, mientras que lo humano se vuelve un diferencial. Por eso, las empresas que sobresalen no son solo las que contratan a los más capacitados, sino las que despiertan la mejor actitud en quienes ya forman parte del equipo.
La verdadera transformación cultural no nace solo del conocimiento: nace del compromiso, de la emoción. De esa magia silenciosa que ocurre cuando alguien elige hacer lo correcto, aunque nadie lo esté mirando.
¿Su organización se mueve por KPIs o por el propósito? ¿Está premiando solo el desempeño, o también cultivando la actitud y el liderazgo?
*Gonzalo Larraguibel es socio de Virtus Partners y Jorge Torres es socio de Humanistics/Addval USA
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