Chile se ha vuelto un basural. Esto resulta evidente para cualquiera que haya tenido la oportunidad de salir y darse una vuelta durante las vacaciones. El problema no es solo en las ciudades, donde se ha normalizado la basura en espacios públicos, plazas y calles; sino en campos, playas y parques nacionales. Las carreteras interurbanas y caminos rurales de Chile, hoy, no están “de flores bordados” sino, más bien “de basura plagados”.
Tiene varios efectos la tolerancia con la mugre.
Uno, muy directo, es que deteriora el valor de nuestros espacios urbanos y rurales. Esto es alarmante en un país en que la propiedad del hogar constituye la totalidad del capital de buena parte de la clase media. Calles, plazas, caminos y carreteras sucias desvalorizan las propiedades de personas que han invertido sus ahorros y vida entera en ellas.
Un segundo efecto es el de minar el atractivo de nuestras ciudades y parques para el turismo, especialmente para visitantes de alto gasto desde el extranjero. Por esa vía, reduce la posibilidad de desarrollar las industrias de hospitalidad, gastronomía, deporte, recreación y cultura. En una época en que el cambio tecnológico agresivamente sustituye trabajo por algoritmos y en que se reduce fuertemente la intensidad de uso de trabajo en sectores que tradicionalmente absorbían mucha oferta laboral, desperdiciar la oportunidad de desarrollo de un sector intensivo en empleo y con cobertura territorial en el que tenemos evidentes ventajas comparativas resulta imperdonable.
Un tercer efecto. ¿Se ha preguntado usted cuál es el resultado pedagógico, sobre los niños, de vivir en barrios y circular por rutas plagadas de basura? Lo que le estamos diciendo a todos ellos es que los adultos de este país consideramos aceptable la mugre y que los espacios públicos no son algo a proteger sino más bien un lugar en que todos podemos descargar nuestras cochinadas. Le sugiero darse un “largo tour” por el entorno de algunas escuelas públicas de su ciudad, notando el nivel de higiene al que están expuestos los niños que asisten a ese lugar.
A usted que es un directivo o sostenedor de esos colegios yo le pregunto: ¿cree que este problema, que afecta la educación de los niños a su cargo, es de otra persona? ¿Sabe cuál es la palabra que describe a las personas que tratan de no hacerse responsables de los problemas a su cargo? Pregúntele al profesor de castellano.
Un alcalde “de izquierdas” que tolera hundir a sus vecinos en un basural es simplemente un fraude. Su actuar expresa su comprensión de “lo público” mucho más que cualquier cuña o frasesita ingeniosa. Si usted es alcalde “de derechas” y se la pasa quejándose del culto del desorden de la generación que nos gobierna, pero tiene caminos y calles llenos de basura, básicamente es lo mismo de lo que se queja. Si usted es un ejecutivo, a cargo de una empresa concesionaria de carreteras y se refugia en cláusulas para no hacerse cargo de los efectos sanitarios, económicos y educativos de la mugre en un espacio público a su cargo, por favor deje de quejarse de la situación del país. Si usted es una autoridad ministerial que tiene a cargo espacios públicos y no hace nada para enfrentar este problema, no está cumpliendo con lo mínimo que se espera de usted. Si usted se la pasa quejándose de los políticos que tenemos, pero es de quienes tiran basura en las calles o cigarros en las playas, sepa que esos políticos y sus comportamientos simplemente lo reflejan a usted.
El problema de la basura no es un problema económico complicado. Ha sido enfrentado y solucionado en muchos países, con diferentes tipos de modelos económicos. Depende, centralmente, de la cultura sanitaria de los países y de la ética de responsabilidad de sus autoridades. Su solución genera actividad económica, inversión y mucho empleo en un cortísimo plazo. Más aún contribuye a la sustentabilidad e incluso puede generar energía. Esto es, genera reactivación económica inmediata además de la valorización de propiedades, viabilización de sectores económicos y efectos educativos comentados.
Nuestra clase política, los medios comunicacionales y el comentariado se la pasan hablando de sesudas y sofisticadas estrategias de desarrollo para el país. Mucha preocupación por el extractivismo y el valor agregado, la innovación y el emprendimiento, el hidrógeno verde y la cacha de la espada.
Les propongo algo… ¿y si recogemos la basura?