
La columna de Tomás Rau: “La herencia del mercado laboral: el lastre que queda”
"En lugar de políticas que estimulen la contratación, se optó por medidas de alto costo y bajo impacto".

La salida de la ministra del Trabajo cierra un ciclo marcado por el aumento del desempleo y la ausencia de políticas pro-empleo. La gestión se caracterizó por regulaciones que encarecieron los costos de contratación y sofocaron la creación de empleo formal, sin instrumentos eficaces para reactivar el mercado laboral y con una mirada a ratos contenciosa de las relaciones laborales. Mucho ruido y poco empleo.
Cuando esta administración asumió en marzo de 2022 el desempleo estaba en 7,8%. Desde entonces ha promediado 8,4%, muy superior al promedio 2010-2019 de 6,9% (INE). Aún no recuperamos la tasa de ocupación que había antes de la pandemia, faltando alrededor de 190 mil empleos para llegar a dicha tasa. Pero el problema va más allá de los promedios. El desempleo juvenil llega a 22%, mientras que en mujeres jóvenes supera el 26%. Una de cada cuatro mujeres jóvenes que busca empleo no lo encuentra. Todo esto bajo un gobierno que se autoproclamó feminista.
En lugar de políticas que estimulen la contratación, se optó por medidas de alto costo y bajo impacto. La reducción de la jornada laboral a 40 horas ha sumado rigidez al sistema sin mejorar la productividad. El alza sustantiva del salario mínimo, aunque políticamente rentable, ha destruido un 4,8% del empleo formal en las empresas que pagan sueldos en torno a ese monto (Banco Central). Esto a pesar del subsidio temporal a las Mipymes para el pago del ingreso mínimo mensual que se extendió entre mayo de 2023 y abril de 2025. Y sobre todo, no se diseñaron mecanismos para reinsertar a quienes quedaron fuera del mercado laboral post-pandemia.
Lo más preocupante es que los desafíos que vienen son igual o más exigentes. La ley de sala cuna universal sigue siendo una deuda urgente. Es inaceptable que el sistema actual penaliza a las mujeres, que ya enfrentan una demanda laboral esquiva, encareciendo aún más su mano de obra. Sin embargo, la universalización de este derecho no será gratis: requerirá un diseño técnico riguroso, financiamiento sustentable, y una mirada de largo plazo.
Por eso mismo, la discusión que se abrió en la Cámara de Diputados sobre duplicar la extensión del postnatal —de seis meses a un año— resulta difícil de comprender. Chile ya tiene uno de los postnatales más extensos de América Latina. Extenderlo aún más solo desincentivará la contratación femenina y agregará un nuevo costo, sin mejorar de forma estructural las brechas laborales de género.
Por otra parte, comienza la implementación de la reforma previsional, que aumenta los costos laborales con una cotización adicional de 6% en régimen. Es decir, seguimos sumando una carga al empleador, sin resolver las causas del bajo empleo formal.
Lo que se necesita con urgencia son políticas pro-crecimiento que estimulen la inversión, reduzcan la informalidad laboral y abran nuevas oportunidades laborales. Se requiere compensar la fuerte alza del costo de contratación con medidas que lo reduzcan, como una reducción en el costo de despido que sitúa a nuestro país como el más caro de la OECD. Sin estas medidas, es difícil imaginar una mejora significativa.
Como cantaba Charly García en uno de sus himnos más notables: “Los amigos del barrio pueden desaparecer, pero los dinosaurios van a desaparecer”. El problema es que, al ritmo actual, antes podría extinguirse el trabajo que dijeron dignificar. Y mientras el mundo tira para abajo, entre guerras comerciales y agitación geopolítica, a nadie parece importarle los 850 mil desocupados que solo quieren trabajar.
*El autor de la columna es profesor titular de la UC
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
3.
4.