En Chile viven actualmente unos 400 mil venezolanos y actualmente son la mayor comunidad extranjera en el país. Y si bien el Banco Central informó que en 2018 las remesas totales al exterior ascendieron a US$ 1.500 millones, en el desglose por nación lideran Colombia y Perú, pero el país caribeño no aparece en la lista.
Esto, porque el Banco Central refleja las operaciones realizadas a través de empresas del giro formal, las que en Chile prácticamente no son utilizadas por los ciudadanos venezolanos. ¿La razón? El control cambiario que aplica ese país y la hiperinflación no hacen rentable para los inmigrantes enviar los recursos a sus familiares por esta vía. Por ello, aunque existe esa posibilidad, su uso es igual a cero.
Ante esta realidad comenzó a aparecer fuertemente un mercado informal o alternativo, donde se distinguen fórmulas distintas y que usualmente tienen particularidades y son diferentes a las que realizan otros inmigrantes y chilenos desde el país.
De acuerdo con quienes trabajan en el rubro, la persona que envía el dinero no sabe cuál es el modelo operacional que se utiliza, pero las diferencias radican en los problemas de seguridad y en los plazos de entrega que involucra una transacción que tiene por destino a familiares o amigos en ese destino, que atraviesa por una profunda crisis.
El primer paso comienza cuando un ciudadano venezolano se contacta con una agencia en Chile. "Normalmente, envío entre $ 10 mil y $ 20 mil y lo hago cada 15 días porque la devaluación es tan fuerte que, si lo hago de una sola vez al mes, no les da para vivir", relató Aleimi Gil, quien reside en Chile desde hace poco más de un año junto a sus dos hijos.
"Lo más importante de todo esto es la confianza. Por eso nos manejamos a nivel de recomendaciones dentro de la misma comunidad de venezolanos", remarcó. Explicó que la agencia por la que envía dinero desde Chile es Aguacate Cambios y apuntó que todo se hace vía transferencias. Si bien ese es el camino tradicional, también hay personas que depositan su dinero en efectivo a la agencia.
La ruta por la que habitualmente opta este tipo de agencias tiene dos vías: Colombia o Panamá. Para el primer caso, desde estas agencias los pesos chilenos salen en dólares. Luego en Cúcuta, Colombia, se cambian a bolívares y estos son llevados vía terrestre hasta a la ciudad más cercana, San Antonio del Táchira, Venezuela, donde se deposita al destinatario final. Ahora, si es por Panamá, el uso más frecuente es por transferencia. Aguacate Cambios y Venesur SpA, ambas agencias que operan en el país, explicaron que, en promedio, diariamente entre 25 y 60 personas usan el servicio.
Carlos Pérez Junior, operador en Chile de Venesur SpA, acotó que "el negocio es todo un proceso. Hay que establecer una hoja de ruta que inicia cuando se oferta el servicio a una tasa competitiva en el mercado". Agregó que "los clientes nos depositan en nuestra cuenta, tipo chequera electrónica de BancoEstado, montos que por persona pueden fluctuar entre los $ 10.000 y $ 100.000 y, en ocasiones, hasta un millón de pesos".
En general, estas empresas juntan semanalmente entre cuatro y cinco millones en temporada bajas y cerca de las fechas de fin de mes, unos seis millones, para vender más cantidad y obtener mayor liquidez en bolívares que les permita operar durante la semana.
Estas agencias funcionan principalmente en el centro de Santiago, aunque también ha ido proliferando su aparición en distintas comunas de la Región Metropolitana. Atienden de lunes a viernes, con un horario de apertura que fluctúa entre las 8 o 9 de la mañana y que se extiende hasta las 19 o 20 horas. El sábado abren desde las 8 o 9 hasta las 14 o 15 horas.
"Normalmente, quienes compran los dólares en Venezuela son comerciantes o probablemente gente del gobierno que puede manejar cantidades grandes de bolívares", concluyó Pérez Junior sobre su actividad.
La otra alternativa es a través de agencias informales pero que tienen respaldo económico en ese país, lo que les permite no hacer la triangulación, porque tienen flujo suficiente que les posibilita trabajar de esa manera. Es decir, el venezolano en Chile le entrega vía depósito o transferencia a esta agencia y ellos, al tener capital propio, en el país caribeño, hacen inmediatamente el traspaso al destinatario.
Los plazos de entrega varían: fluctúan entre tres horas hasta un máximo de dos días. Dado que Venezuela es una operación informal, muchas veces los operadores en ese país pierden liquidez, sobre todo a fin y principio de cada mes, y el tránsito de las remesas puede tardar más. Además, se debe considerar que en ese país está el problema de la electricidad, lo que también influye en el proceso de entrega.
Este mercado paralelo se utiliza por las tasas más atractivas que existen en comparación a lo formal que fija el Banco Central de Venezuela. Por ejemplo, en este mercado paralelo, un peso chileno equivale a entre 12 y 14 bolívares. De esta manera, si se envían $ 40.000, la persona recibe en Venezuela 560.000 bolívares. El salario mínimo en ese país son 40 mil bolívares.
Si se transara con el tipo de cambio oficial, un peso chileno equivaldría a 10,83 bolívares.
Dentro de este rubro, también algunas casas de cambio permiten el envío de bienes como ropa, zapatos y medicamentos.
La irrupción de las criptomonedas
Dada la compleja situación económica por la que atraviesa ese país, también comenzaron a aparecer otras formas más tecnológicamente innovadoras de envío. Una de ellas es a través de los criptoactivos o criptodivisas, que no es otra cosa que un medio digital de intercambio.
Sergio Carrasco, director comercial de Quick Express, que también es un exchange o plataforma de criptomonedas, explica que los venezolanos son muy activos en la utilización del sistema basado en blockchain en Latinoamérica para hacer envíos de dinero de manera casi inmediata a cuentas de remitentes de cualquier banco en Venezuela, haciendo, además, la transacción 100% segura y transparente.
"La gracia de realizarlo a través de una transacción blockchain es que lo que se moviliza es el criptoactivo, pesos a criptoactivo que se envía en segundos a un exchange en Venezuela, el que luego se convierte a bolívares en cuentas corrientes de personas que viven allá. No hay fondos flotantes en este modelo", dijo Carrasco.
Si bien a primera vista podría ser un método más sofisticado para personas de mayor poder adquisitivo, el director comercial de Quick lo descartó, asegurando que "asisten todo tipo de personas". El monto mínimo para enviar remesas es de $ 10 mil. "Si todo es normal, los remitentes reciben en minutos el dinero en su cuenta de banco venezolano".
Carrasco aseguró que son la única empresa de remesas a Venezuela inscrita en la Unidad de Análisis Financiero y un sistema formal con registro en el Banco Central.
Desde febrero a la fecha, el flujo de envío de remesas de esta agencia asciende a US$ 8 millones y unas 20 mil personas han utilizado este mecanismo.