El 9 de octubre de 2008, tres semanas después de la quiebra de Lehman Brothers (registrada el 15 de septiembre), el Consejo de Banco Central llevó a cabo su reunión de política monetaria de ese mes, en un escenario en que la incertidumbre reinaba y los miedos de los mercados sobre el devenir económico global estaban en récords.
En ese escenario, había mucha expectación sobre la decisión que se tomaría, considerando que la autoridad monetaria estaba en un proceso de alza de la tasa rectora, la cual se encontraba en 8,25% y con un sesgo marcado a seguir subiéndola (con un IPC anual de 9,2%). Pero mucho había pasado en ese histórico último mes y la decisión no era obvia.
Ayer, a más de 10 años del episodio, el BC liberó, como parte de su política de transparencia, las actas completas de las reuniones de 2008 y, al fin, es posible conocer en detalle el tenor de la discusión y las posiciones de cada participante.
Discusión
"Se ha producido un incremento en el nerviosismo en los mercados, impulsado por la quiebra del banco de inversiónLehman Brothers. Agrega que se puede observar el aumento de las primas de Credit Default Swaps (CDS) para la mayoría de las instituciones financieras en Europa, EEUU y Reino Unido, comparado con la última Reunión de Política Monetaria".
Así comenzó su presentación el entonces economista senior del BC, Felipe Jaque (hoy en Grupo Security), quien describió en detalle el escenario al que el mundo se estaba enfrentando. Se informó sobre las acciones de política monetaria de la Fed, ampliando las líneas swap, y las bajas en las tasas en las principales economías.
Luego de ello, el entonces ministro de Hacienda, Andrés Velasco -con voz, pero sin voto en la decisión del BC- agradeció que ese mismo día el banco haya modificado transitoriamente las normas de encaje, para ayudar a la liquidez del sistema.
Sobre la decisión del día, el secretario de Estado afirmó que la única opción que se atrevería a recomendar era mantener la tasa, dejando abierta todas las opciones. Destacó "la extrema dificultad" de predecir lo que ocurrirá con los mercados y los altos costos de equivocarse.
Sebastián Claro, el más nuevo de los consejeros presentes –con menos de un año en el BC-, reconoció también que la decisión era "altamente compleja". En términos de inflación, la fuerte alza del dólar, seguía empujando los precios, con lo que se estimaba que el IPC seguiría en torno a 9%. Además, agregó que si la economía sufre una desaceleración importante, la capacidad de actuar de forma contracíclica sería mayor si la tarea contra la inflación seguía bien encauzada. Claro puntualizó que subir la tasa y quitar el sesgo era "lo más prudente", destacando además que el mercado se encontraba dividido entre la opción de subir o de mantener. También sostuvo que mantener la tasa haría aparecer al BC más en sintonía con lo que estaba pasando, pero era un movimiento "bastante radical" respecto del mensaje de la reunión anterior.
El hoy académico de la UC votó en primera instancia por subir la TPM en 25pb, pero indicó que se sumaría a una mayoría si se decidía mantener, siempre y cuando en el comunicado no se pusiera "como argumento para mantener la tasa, la idea que nuestros análisis muestran que la menor demanda externa y la contracción de crédito internas son suficientes para lograr la convergencia de la inflación", sino que debía enfatizar que "que esta mantención corresponde a una pausa para evaluar con mayor claridad los acontecimientos mundiales y reevaluar el escenario central del IPoM".
Argumentos similares tuvo el entonces vicepresidente del BC, Jorge Desormeaux, quien planteó que subir la tasa en 25pb sería un "testimonio de fuerte compromiso antiinflacionario". Pero, al igual que Claro, se sumaría a una mayoría si esta decide mantenerla.
Enrique Marshall, Manuel Marfán y el presidente del banco, José De Gregorio, todos concordaron en que había que mantenerla.
Marshall, quién en diciembre de 2008 haría un voto de minoría por empezar a bajar la TPM -siendo el primer consejero en empujar esa opción-, manifestó en octubre que "la mejor opción es reconocer la altísima incertidumbre y hacer una pausa, existiendo espacio para ello".
En tanto, Marfán también optó por mantener la tasa y argumentó que el comunicado debe ser claro "en cuanto a que la razón de esta decisión no se debe a que se hayan agregado objetivos adicionales al de la inflación". En concreto, hubo una visión común respecto a no indicar que la idea de mantener la tasa era por un objetivo de crecimiento económico.
De Gregorio añadió que también le parecía "prudente" esperar. "Es simplemente esperar, algo así como postergar la decisión de tasas por un tiempo, mientras el panorama se aclara". Además, alertó que si bien no se le podría culpar de un posterior deterioro mayor del clima financiero a una nueva alza de 25 pb., sí "podría confundir y complicar mucho nuestro panorama comunicacional".
Uno de los presentes en esa cita destacó ayer a PULSO la oportuna respuesta que tuvo el ente emisor, que reaccionó bajando fuertemente las tasas a partir de 2009.
Mientras que otro economista también presente ese día rememoró que lo relevante del episodio fue la reacción que tuvo el BC que luego del cambio de escenario comenzó a bajar fuertemente las tasas.
De hecho, en lo que restó de 2008 el BC no volvió a subir la TPM y el año siguiente se embarcó en un proceso de bajas inédito, reduciéndola entre enero y julio 775 puntos base, hasta 0,5%. Mientras, la inflación pasó de casi tocar el 10% en 2008 hasta -1,4% a fines de 2009.