En los últimos años se ha instalado la idea de que la desigualdad ha venido aumentando en el país, siendo, de hecho, uno de los elementos mencionados como causa de la crisis social que estalló en octubre de 2019.

Al revisar los datos oficiales, estos no avalan dicha noción. Según los resultados de las distintas Casen (Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional) realizadas desde 1990, el coeficiente Gini -que es el indicador más utilizado para medir la desigualdad, donde 0 es perfectamente iguales y 1 totalmente desiguales (una persona tiene todos los ingresos)- ha venido reduciéndose sistemáticamente, en particular desde 1998 en adelante.

De hecho, desde entonces, considerando también las transferencias del Estado, la única vez que registró una leve alza fue en la última medición de 2017, asociada, según indican los expertos, a la desaceleración económica que se vivió en ese momento. Así, de situarse en 0,521 en 1990, ahora se ubica en 0,488.

Esa es la forma más oficial para medir desigualdad, pero hay otras. El académico del Instituto de Economía de la UC, Claudio Sapelli, ha estudiado en profundidad la evolución de esta variable en el país, incluso escribiendo un libro al respecto, donde plantea que si se analiza la desigualdad por cohortes de edad, se observa que en las generaciones más jóvenes su descenso es aún mayor.

La desigualdad de ingresos ha bajado sustancialmente en Chile en los últimos 30 años. El Gini de toda la población ha bajado desde el año 2000 en aproximadamente 8 puntos y el Gini por cohortes mucho más, aproximadamente 20 puntos. Ambas son bajas sustanciales.

Claudio Sapelli, académico del Instituto de Economía de la UC

“El Gini por cohortes nos marca la tendencia a futuro si todo continuara igual. Y por años he argumentado que para allá vamos. Sin embargo, después de los dramáticos hechos del último año (estallido social, pandemia), es difícil creer que estas tendencias no serán afectadas, probablemente para mal. O sea, es de esperar que la fuerte baja en la desigualdad se detenga. Los factores que más contribuyeron a la mejora del Gini fueron la mayor y mejor educación y el crecimiento económico, que se potencian en un círculo virtuoso”, dice el experto, y explica que “el crecimiento económico genera la demanda que hace rentable y necesaria la inversión en capital humano (educación).

La mayor inversión en capital humano luego apuntala un mayor crecimiento. Y así sucesivamente, agrega Sapelli. “Esto es, a su vez, el combustible que alimenta la movilidad social. A futuro yo me preocuparía más de qué suceda con la movilidad, más que de la distribución del ingreso. Para poder monitorearlo se requieren mejores bases de datos a las hoy disponibles”.

A pesar de la baja en el Gini, el país sigue muy por arriba del promedio Ocde (0,33), aunque, según datos de la Cepal, mejor que países de América Latina como Brasil (0,53), México y Colombia (0,497).

La subsecretaria de Evaluación Social, Alejandra Candia, también coincide en que “los índices relacionados a desigualdad habían experimentado avances paulatinos en los últimos 30 años, ya que si en 1990 el coeficiente de Gini era de 0,52 considerando los ingresos monetarios, en 2017 este mismo indicador era de 0,48”.

Sin embargo, igualmente alerta sobre el impacto de la actual crisis económica producto de la pandemia, la que “ha generado un complejo escenario en materia social. De acuerdo con los resultados de la primera ronda de la Encuesta Social Covid-19, la crisis ha afectado con fuerza a los hogares del país de manera transversal, pero son aquellos de los quintiles más bajos quienes se encuentran en una situación de mayor vulnerabilidad en áreas como el empleo o ingresos durante esta pandemia”.

Con datos del SII

Otra medición alternativa de la desigualdad es la que realiza el World Inequality Lab, liderado por el economista francés Thomas Piketty, y que fue actualizada este mes. Tomando datos de fuentes adicionales como el Servicio de Impuestos Internos (SII) y de las Cuentas Nacionales del Banco Central, calcula la concentración de ingresos por estratos. Ahí, el último registro arroja que el 1% más rico de Chile concentró el 27,8% de los ingresos del país en 2019. La cifra es 4,2 puntos porcentuales menor al peak de 2003 y 0,8 menor que el promedio de las últimas dos décadas, pero superior al 26,5% de 2000.

El coordinador para América Latina del World Inequality Lab, Ignacio Flores, afirma que “no decimos que la Casen se equivoca, en el sentido que efectivamente sí ha disminuido la desigualdad en el mercado laboral, que es lo que puede medir bien la Casen, pero esa disminución no fue suficiente para cambiar la tendencia, cuando existe un aumento de la concentración de los ingresos del capital, que es lo que nosotros observamos. Hay dos fuerzas que van en sentidos opuestos y que terminan por balancearse”.

El experto explica que el trabajo de su institución busca responder cómo se distribuye el PIB anual entre la población, ya que, agrega, “el total de los ingresos que se declaran en la Casen es entre el 40% y 50% del PIB chileno. Entonces, la pregunta es qué pasa con el resto, dónde está. Y ahí entra el tipo de nuevas metodologías que estamos usando, con la mayor cantidad de datos disponibles”.

Ante estos datos, la subsecretaria Candia sostiene que “del análisis de Piketty debemos resaltar que, sin duda, la desigualdad es uno de los grandes desafíos que tenemos que afrontar y en donde debemos trabajar en conjunto para lograr avances significativos, entendiendo esta problemática no solo como un tema relacionado con los ingresos, sino que también al bienestar y la percepción de éste entre las personas”.