La economía japonesa se contrajo inesperadamente por primera vez en un año en el tercer trimestre, ya que los riesgos de recesión mundial, la debilidad del yen y el fuerte aumento de los costos de importación hicieron mella en el consumo de los hogares y la actividad empresarial.

El aumento de la inflación mundial, las alzas de las tasas de interés en todo el mundo y la guerra de Ucrania han socavado la recuperación posterior a la crisis en la tercera economía mundial.

El Producto Interno Bruto (PIB) cayó un 1,2% anualizado en el periodo julio-septiembre, según los datos oficiales, frente a la estimación promedio de los economistas de una expansión del 1,1% y un aumento revisado del 4,6% en el segundo trimestre.

Esto se tradujo en un descenso trimestral del 0,3%, frente a la previsión de crecimiento del 0,3%.

Además de las presiones derivadas de la ralentización del crecimiento mundial y la inflación al rojo vivo, Japón ha tenido que hacer frente al reto que supone la caída del yen a mínimos de 32 años frente al dólar.

El ministro de Economía, Shigeyuki Goto, destacó algunos de los retos globales a los que se enfrenta Japón. Dijo que los riesgos de una recesión mundial debida al endurecimiento monetario de las naciones occidentales podrían suponer un impacto para los hogares y las empresas.

El Gobierno del primer ministro Fumio Kishida está intensificando el apoyo a los hogares para tratar de aliviar los efectos de la inflación impulsada por los costos, con 29 billones de yenes (US$196.000 millones) de gasto adicional en el presupuesto.

En el último trimestre, el consumo privado, que representa más de la mitad de la economía japonesa, creció un 0,3%, frente a la estimación de media de un crecimiento del 0,2% y una fuerte desaceleración respecto al aumento del 1,2% del segundo trimestre.

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