La fiebre del litio: Los desafíos del “oro blanco” en América Latina
El denominado Triángulo del litio integrado por Chile, Argentina y Bolivia posee los mayores recursos del llamado “oro blanco”. Pero han sido explotados con distintos resultados. Bolivia intenta atraer inversión extranjera, pero con control estatal, Argentina tiene una amplia cartera de proyectos y Chile busca ampliar sus actores con una licitación en curso.
En la agitada carrera del mundo por la búsqueda de nuevas formas de energía para descarbonizar las industrias y así disminuir los efectos del calentamiento global, el litio se alza como una de las claves para una transición verde. En una muestra del interés por el metal blanco, este cerró el año 2021 con un alza de precio del 486%, según Trading Economics. Por ello, las empresas aceleran el paso para asegurar reservas con la mirada puesta en 2030, año en el que las proyecciones apuntan que las baterías de litio para vehículos eléctricos representarían un 73% del consumo agregado del mineral.
Ante el inevitable crecimiento del mercado, el denominado Triángulo del litio integrado por Chile, Argentina y Bolivia posee los mayores recursos del llamado “oro blanco”. De acuerdo con un reporte del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), los bolivianos lideran con 21 millones de toneladas métricas del mineral, seguidos por los argentinos con 19 millones y los chilenos con nueve millones. El triángulo representa casi dos tercios de las reservas mundiales provenientes de salmueras, que a su vez equivale al 60% del total, según Cochilco. Dada la relevancia, los países de la zona han intentado -con distintos resultados- diseñar estrategias para dejar atrás la exportación de la materia prima y comenzar a estructurar los pasos necesarios para la industrialización y con esto convertirse en potencias energéticas.
Actualmente, Australia es el mayor productor mundial de litio, con un 46% de participación, seguido por Chile (32%), China (10%) y Argentina (8%). Entre los más grandes importadores de litio aparecen China, Japón, Corea del Sur y Estados Unidos. Justamente, con un terreno ganado, las empresas chinas mantienen una ventaja en la región debido a que a la fecha poseen alrededor de US$ 4.500 millones de inversiones de litio y sus bancos promueven la entrega de préstamos para mineras en el extranjero.
El interés asiático en el litio radica en que el mineral es crucial para la fabricación de baterías de ion-litio necesarias para el funcionamiento de celulares inteligentes -en diciembre, el gigante tecnológico chino Xiaomi lanzó una batería de litio que entrega 100 minutos más de vida útil por carga- y de vehículos eléctricos, cuyos principales fabricantes -como Ford o General Motors- intentan incluir en sus nuevas flotas, especialmente cuando cada año más gobiernos establecen plazos para eliminar gradualmente los automóviles con motor de combustión.
Uno de ellos es Estados Unidos, donde el Presidente Joe Biden lanzó un acuerdo para que la mitad de todos los vehículos nuevos vendidos en el país para 2030 sean eléctricos, frente al 4% actual. Alemania anunció una serie de incentivos con descuentos de hasta US$ 4.500 para los ciudadanos que prefieran autos eléctricos para lograr en 2050 que ninguno de los vehículos posean emisiones contaminantes. Según la cadena ABC, India evalúa que toda su flota sea eléctrica para 2030, mientras Países Bajos y Noruega discuten prohibir automóviles con motor térmico desde 2025 después que la Comisión Europea (CE) informó que dejará de vender vehículos que emitan dióxido de carbono para 2035.
Durante el año pasado, el gobierno alemán anunció la construcción de la primera fábrica de hidróxido de litio en Europa para fabricar baterías para automóviles eléctricos. La empresa Rock Tech Lithium extrae el mineral de Canadá, lo traslada a suelo alemán donde pasa por un proceso de refinamiento para luego convertirse en batería. Una investigación de CIC energiGUNE, un centro de investigación de referencia en baterías eléctricas, sostiene que Alemania, Noruega y Polonia concentran las principales plantas de producción de baterías en Europa, cuyo objetivo es dejar de depender del mercado asiático.
Triángulo del litio
El Salar de Uyuni, en Bolivia, se transformó en parte del boom del litio latinoamericano al ser la salina más grande del mundo, con 11 mil kilómetros cuadrados. La política del “oro blanco” fue lanzada en 2008 por Evo Morales, lo que llevó en 2017 a crear la estatal Yacimientos de Litio Bolivianos (YLB). Según la BBC, desde hace años el país suscribió diferentes convenios con Europa y Asia para explorar alternativas para que la explotación del litio salte a la gran industria teniendo en cuenta que los precios de los compuestos del mineral crecieron más del 200% en los mercados globales. Tras una serie de proyectos que enfrentaron más de una dificultad, lanzaron una planta piloto para producir 6.000 unidades de baterías por año, con la idea de lograr 20 mil anuales.
El Presidente boliviano, Luis Arce, durante su campaña electoral aseguró que si avanzan en la explotación del litio para dejar atrás el petróleo, carbón y gas natural, el país podría llegar a generar hasta US$ 4.500 millones anuales. En los últimos meses, ocho empresas extranjeras -cuatro de China, dos de Estados Unidos, una de Rusia y una de Argentina- han luchado por lograr uno de los proyectos pilotos de desarrollo de las reservas de litio en Uyuni debido a que, más allá de las baterías, el metal es capaz de almacenar energía para suministrar a la red eléctrica.
Para Diego A. von Vacano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Texas y asesor informal del Presidente Arce desde enero de 2020, “en el caso de Bolivia, el litio es de los bolivianos y nunca se va a privatizar. Aun así, empresas (nacionales y extranjeras) van a poder recibir grandes beneficios y ganancias si trabajan mano a mano con el Estado boliviano. El país debe aprovechar de su nueva ubicación estratégica y debe evitar permanecer como simple exportador de materia prima”, señala en conversación con La Tercera.
“Sin necesidad de privatizar el recurso natural, Bolivia puede y debe trabajar con empresas que piensen en la industrialización del litio, es decir, la fabricación de baterías y luego automóviles eléctricos de industria nacional. Empresas con apoyo estatal de sus países, como las de China y Rusia, están participando en Bolivia. También lo hace EnergyX, una empresa privada innovadora de Texas que no cuenta con el apoyo de su gobierno, pero tiene muy buena tecnología que no utiliza agua dulce para la extracción de litio con menor emisión de Gas de efecto invernadero (GEI). Lo ecológico es un punto muy débil del caso chileno”, asegura Von Vacano.
Para el experto, “la demanda global por el litio sigue creciendo a gran velocidad, mientras la oferta se queda atrás. Por eso, los yacimientos de litio del Triángulo ABC (Argentina, Bolivia y Chile) son esenciales y pueden convertir a estos países en el eje central de la generación energética mundial. Los tres países deben coordinar políticas y esfuerzos para que esa región tenga el leverage necesario para crear una nueva cadena de suministro que no dependa tanto de la región oriental y que pueda transformar a la región. La dimensión política y diplomática va a ser crucial. Grandes empresas petroleras han empezado su transición hacia la energía verde. Se debe coadyuvar para que esa transición sea más rápida en el Triángulo”.
En un importante paso para el gobierno de Alberto Fernández que busca ser “productor tecnológico para América del Sur”, este año Argentina se transformará en el segundo proveedor de litio para el fabricante de automóviles alemán BMW, con una inversión de US$ 640 millones.
De acuerdo a la agencia oficial Télam, Argentina tiene un potencial de inversiones en mineras de litio de US$ 6.400 millones, tomando en cuenta los 19 proyectos mineros de distintos grados de avance. Más aún, considerando que este año se construirán tres plantas. La primera iniciará durante el primer trimestre de la mano de la francesa Eramet y el grupo chino Tsingshan, para producir 24 mil toneladas de carbonato de litio desde 2024 en Salta. Para marzo, la siderúrgica surcoreana Posco proyecta generar 25 mil toneladas de hidróxido de litio para proveer baterías a 600 mil vehículos. Y desde septiembre, funcionaría una planta de pilas y baterías promovida por el gobierno.
Además, durante este mes la empresa estatal rusa Uranium One mediante un pago US$ 30 millones busca adquirir el 15% de la minera canadiense Alpha Lithium, dueña del proyecto en el Salar Tolillar, en Salta. En paralelo, la minera angloaustraliana Rio Tinto anunció que pagará a privados US$ 825 millones por el proyecto de litio en el Salar del Rincón, según el diario Financial Times.
En medio de la fiebre del litio, Chile enfrenta una encrucijada. En octubre, el Ministerio de Minería lanzó un proceso de licitación para la exploración y producción de 400 mil toneladas de litio metálico equivalente, lo que permitiría producir durante 29 años más de 2 millones de toneladas de carbonato de litio. El equipo del mandatario electo Gabriel Boric solicitó al actual gobierno dar marcha atrás al proceso -que tiene fecha de adjudicación para el viernes 14 de enero- a la espera de decisiones que tomará la Convención Constitucional sobre el futuro manejo de los recursos naturales y porque el programa de gobierno de Apruebo Dignidad espera crear la Empresa Nacional del Litio.
“Veo con preocupación el manejo del litio en los últimos cinco años. Durante la segunda administración de Michelle Bachelet hubo una Comisión Nacional del Litio, que elaboró por unanimidad aspectos básicos de la política del litio. Un aspecto principal es la necesidad de una política de salares y ver al litio como un elemento estratégico para la transición energética. Necesitamos una empresa nacional del litio o el nombre que se decida para organizar esta industria con visión estratégica de país”, señala a La Tercera el doctor en Física y coordinador de la Red Litio y Salares, Gonzalo Gutiérrez.
“Si Chile tiene la mayoría del litio en salares del mundo no debería venderlo como materia prima, ni como carbonato litio, ni como hidróxido litio, sino que ocuparlo para hacer alianzas con empresas para proveer litio, pero para que se instalen en Chile a hacer las baterías que se necesitan para la industria automotriz, con un ecosistema científico tecnológico nacional”, agrega el docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile.
El territorio chileno cuenta con el 52% de las reservas mundiales de litio en salmueras. Un informe elaborado por la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), titulado El Mercado de litio, Desarrollo reciente y proyecciones al 2030, sostiene que las empresas productivas del “oro blanco” son SQM, Albemarle y Minera Salar Blanco, con operaciones en el Salar de Atacama cuyas reservas totales están consideradas entre 56 a 66,7 millones de toneladas de carbonato de litio equivalente (LCE). Dada la evolución del negocio, las exportaciones pasaron entre 2015 y 2018 de US$ 290 millones hasta US$ 1.000 millones. Aunque entre 2019 y 2020 hubo una caída, durante el año pasado se vio una notable recuperación.
Para Gutiérrez, “la licitación chilena del litio se hizo apurada y sin base técnico científica. Más allá de la cifra de las reservas reales del litio en Chile, este proceso atenta contra que el país llegue a ser una potencia energética con el litio, estamos perdiendo competitividad. En el norte tenemos la mejor radiación solar del mundo, podemos producir energía fotovoltaica. Tenemos el cobre para transmitir la energía eléctrica. El triángulo del litio tiene el 85% de reservas del litio en salmuera, el Estado tiene en sus manos lograr una alianza estratégica con Argentina y Bolivia que nos permita una cooperación técnico científica para agregarle valor al litio, porque está industria solo va a ir creciendo en los próximos 15 a 20 años”.
El litio en el mundo
La revolución por la energía limpia llevó al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a presentar un proyecto de reforma energética, que entre otros busca nacionalizar los depósitos de litio ubicados en el estado de Sonora, una medida que según la cadena Al Jazeera busca asegurar una reserva crítica ante una posible escasez debido al esperado auge esperado para los próximos años.
Es tal el interés mundial por el litio que Elon Musk, el dueño de Tesla, Paypal y SpaceX, patentó el año pasado un nuevo proceso para extraer litio de una forma más sostenible con el medio ambiente “a través de minerales de arcilla”. Musk recibe el mineral a través de la empresa china Ganfeng Lithium, que en febrero comenzó a construir un depósito en suelo mexicano.
Pero Musk no es el único. El cofundador de Microsoft, Bill Gates, invirtió recientemente US$ 10 millones en la start-up Mangrove Lithium, una empresa de siete trabajadores y cero clientes, que apuesta por volverse en los próximos años clave en la industria de pilas de litio.
Esta semana, India anunció que el Ministerio de Minas creó la empresa Khanij Bidesh India (KABIL), que tiene como misión garantizar la seguridad mineral del país y cuyo principal objetivo es “identificar y adquirir activos minerales en el extranjero de naturaleza crítica y estratégica, como litio y cobalto”. Para ello, el gobierno anunció que tienen compromisos en marcha con Argentina, Bolivia, Chile y Australia.
Sin embargo, el negocio verde del litio podría ser contraproducente con la causa ambiental. De acuerdo con el diario australiano The Sydney Morning Herald, este año Australia iniciará la preparación del pozo abierto que aspira a ser la mina de litio más nueva del país, lo que conllevó un debate sobre el impacto de la minería en las comunidades que exigen una compensación por la asignación de tierras.
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