Cuando el empresario Sergio Mujica Charme ingresó al Drugstore con un 50% de la propiedad y la gestión, decidió junto a los socios fundadores, la familia Yaconi-Santa Cruz, definir el proyecto como un espacio distinto, una categoría propia, no querían ser un mall.
Fue una apuesta arriesgada, porque significaba dejar fuera a todas las tiendas conocidas, pero buscaba enfrentar el monstruo que se estaba construyendo a cuadras del lugar. “Tomamos la definición que nunca tendríamos tiendas de grandes marcas, de grandes superficies. Teníamos al Costanera Center que iba a abrir, entonces tomamos esa definición de diferenciarnos, que fue la acertada”, señala Mujica.
La primera acción fue buscar operadores que estuvieran en esa línea. Fueron a las escuelas de diseño e hicieron charlas para incentivar a jóvenes para que se instalaran en el Drugstore. “Hoy día el Drugstore es un lugar deseado por los emprendedores, es bueno para los jóvenes haber tenido una experiencia aquí, se ha construido un lugar donde pasan cosas, donde la gente prueba sus productos”, agrega.
Esa diferenciación –a juicio de Mujica- es la que les permitió enfrentar la apertura del Costanera Center, suerte que no corrieron tiendas y marcas que estaban en la Avenida Providencia y que tuvieron que dejar el lugar o irse al centro comercial. La última en anunciar su salida fue Falabella.
“Nos afectó la apertura del mall al comienzo. Cuando hubo mucha curiosidad por el Costanera Center, notamos un bajón en la cantidad de visitas, pero las ventas no cayeron porque la oferta nuestra es distinta y estamos en un rango de precios que no somos H&M, pero tampoco la calle Luis Pasteur. Es un rango de precios asequible”, indica.
Agrega que el Costanera Center hizo que muchos locales cerraran, y que llegaran las tiendas y malls chinos. “La única burbuja en Providencia es el Drugstore”, asevera.
La apuesta arriesgada de la primera década del 2000 ha tenido buenos resultados. Permitió que el Drugstore se posicionara como un polo alternativo de comercio y cultura. Así como los malls tienen como gancho la entretención, el Drugstore se ha enfocado en un público que busca cosas diferentes. “Hacemos lanzamientos de libros, exposiciones, mucha comunicación por redes sociales, que nos ha permitido tener miles de seguidores”.
Esta diferenciación ha hecho que el Drugstore tenga buenas cifras. Hoy no hay vacancia y tiene lista de espera. También ha ido expandiéndose a zonas donde antes había estacionamientos o bien transformando los locales que ocupaban espacios más extensos -como el Pabellón de la Construcción- en nuevas tiendas de menor tamaño. Hoy suman 105 locales. También levantaron los sábados una feria orgánica por calle Andrés de Fuenzalida para atraer más público.
“Desde que partimos con esa línea, hemos tenido la fortuna que han andado bien las cosas. Además, tratamos distinto a los locales, tenemos un trato mucho más colaborativo que lo que puede ser un mall; aquí construimos con los operadores, les ayudamos, atendemos sus requerimientos. Hay locales desde 1 metro cuadrado a 200 metros cuadrados y tiendas colaborativas que venden productos de varios emprendedores. Hay muy pocas tiendas con variables, la mayoría paga arriendo y un gasto común, y nos preocupamos mucho de que sea el más bajo posible, porque sabemos que incide mucho en el desembolso final que debe hacer el arrendatario”, comenta Mujica.
“No nos va mal, tenemos muchas visitas que fluctúan entre 8 mil personas en día de invierno y entre 12 mil y 14 mil en verano, dejando fuera el Día de la Madre, Navidad o actividades de marketing en que pueden ser más”, agrega el empresario.
Nuevas amenazas
El Costanera Center no ha sido la única amenaza. Mujica enumera otras, como el terremoto del 2010, que golpeó las instalaciones de más de 60 años y que los obligó a reconstruir muchas cosas en pocas horas. En 2016 fue la inundación de Providencia, cuando se salió el Mapocho por las obras de la autopista Costanera Norte e inundó los locales del subterráneo. “Lo que hicimos fue anticiparnos a los seguros, nos pusimos de cabeza a hacer los arreglos físicos, trajimos cuadrillas de gente a sacar el agua y el barro, después hicimos un análisis de la cantidad de daño que había y secamos con grandes calefactores. En una semana, estábamos funcionando nuevamente”, relata.
En 2019 vino el estallido. “Nos dieron duro. Aunque hubo más daño por calle Providencia. Nos saquearon un par de tiendas, pero a nivel de vitrinas. No fue el saqueo que se veía en la televisión, pero los locales que daban a las calles Providencia quedaron muy dañados”, recuerda.
Y cuando estaban levantándose de eso, apareció el Covid. “Cuando vino la pandemia, mantuvimos algunos locales abiertos como farmacias y bancos, todo lo demás cerrado. Ahí el golpe financiero fue grande, pegó fuerte, porque dejamos de cobrar arriendo, salvo los 4 o 5 que estaban abiertos. Para enfrentarlo, bajamos los costos prácticamente a cero y tuvimos que meternos las manos a los bolsillos. Ahí sí se nos produjo vacancia, hubo varios arrendatarios que se tuvieron que ir por las deudas con los proveedores, tuvimos que reponernos y levantar la cabeza rápido, pero nunca se me pasó por la cabeza la alternativa de cerrar, siempre manteníamos la esperanza de que se abriría”, reflexiona.
Hoy las amenazas son otras. El estallido y la pandemia hicieron que varias tiendas en el eje Providencia se cerraran dando paso a otro estilo de comercio. A eso se sumó el comercio ambulante. “Los cambios más evidentes son el comercio ambulante, que es un drama nacional, que genera delincuencia. También hubo una época en que se dieron muchas patentes y servicios para bancos, que está bien, pero cierran a las 14 horas y los fines de semana; entonces, cuando hay 4 o 5 bancos juntos en una zona comercial, baja el comercio”, analiza.
Mujica agrega: “Hay mucha delincuencia. La instalación nuestra es bastante protegida en términos de que tiene pocos accesos y pocas salidas, manejamos bien el tema de seguridad, pero en la calle es distinto”.
Ahora el comercio de Providencia enfrenta un nuevo actor en sus límites: el MUT, un concepto distinto al Costanera Center y que en cierta forma puede llegar a competirle al Drugstore. Pese a ello, Mujica cree que el MUT les va a ayudar a todos y traerá beneficios a los comercios de la comuna.
El problema del retail
Sergio Mujica, que también es accionista junto a la familia Cousiño, del Mall Quilín (50% cada uno), cree que más que una crisis, el retail está viviendo una recomposición. “Los casos puntuales de Falabella y las tiendas grandes tienen que ver más con la forma como han enfrentado el crecimiento del e-commerce, que yo creo que ya no crecerá más. El público quiere seguir yendo a las tiendas, no creo que le hayan bajado a Falabella mucho las visitas, lo que les ha bajado son las ventas, por la experiencia de compra. Creo que hace falta una readecuación de las grandes tiendas, las tiendas chicas se han recuperado mucho más fácil que las grandes”, señala.
Sobre la salida de Falabella de la calle Providencia indica que era una salida anunciada. “Ellos tienen una tienda muy linda, de última generación en el Costanera, a tres cuadras, la superposición es evidente”.