El Real Madrid se ha embarcado en una emisión indirecta de deuda al otro lado del Atlántico con bonos por al menos 525 millones de euros, ampliables a 575, para construir el nuevo estadio Bernabéu. Fuentes financieras señalan que la demanda actual, con peticiones superiores a los 1.000 millones de euros, más que duplica el importe de la oferta inicial. El desembolso se efectuará la próxima semana.
La estructura se realiza con un préstamo concedido por Merrill Lynch y JP Morgan y estos colocarán después los bonos respaldados por el club que preside Florentino Pérez entre un puñado de aseguradoras norteamericanas. En la operación también están presentes Cliford Chance, que asesora en la parte vendedora, y Baker McKenzie en la de los compradores. Key Capital, el banco de referencia del también presidente de ACS, ejerce de asesor jefe en la transacción.
Fuentes cercanas a la operación indican que la colocación se ha efectuado sin rating debido a que el número de invitados a participar ha sido muy bajo. De ahí también que solo participen exclusivamente dos bancos estadounidenses. Fuentes conocedoras de la operación destacan que finalmente el club ha optado por esta fórmula para optimizar su balance, pese a que en un principio se barajó también la opción de un crédito sindicado. De momento, se desconoce el tipo de interés de esos bonos y su vigencia. La asamblea de socios aprobó un plazo máximo de devolución máximo de 35 años.
El Real Madrid acude al mercado de capitales tras descartar su plan inicial de contar con un patrocinador para el nombre del nuevo estadio que sufragase gran parte de la obra. El club blanco llegó a un acuerdo de intenciones en 2014 con el fondo emiratí IPIC –actualmente llamado Mubadala– para poner nombre al Bernabéu. La cifra que se barajó era de 400 millones. Pero en 2017 el fondo de Abu Dabi rechazó esa idea y desde entonces no ha vuelto a surgir un candidato conocido.
El club mantiene una situación saneada. Las cuentas del Real Madrid correspondientes al ejercicio concluido el 30 de junio del año pasado revelan unos ingresos de 751 millones, con un crecimiento del 11,3%, y un beneficio bruto de explotación de (ebitda) de 147 millones, un 6,5% superior a los del ejercicio anterior. El beneficio neto fue de 31 millones frente a los 21 millones logrados en los 12 meses finalizados en junio de 2017.
El balance arroja una posición de tesorería neta de 107 millones a cierre del ejercicio. Es decir, con esta cifras encima del tapete la ratio de la deuda entre el ebitda para una emisión de 525 millones de euros se situaría ligeramente por debajo de las tres veces.
El club revela en sus cuentas anuales que "mantiene una estructura de ingresos equilibrada (...) por parte de cada una de las tres grandes áreas (estadio, televisión y marketing)". Así, desvela que el 40% de su facturación fue por ingresos de marketing, el 24% por televisión, también un 23% por ingresos de cuotas de los socios y relacionados con el estadio y el 13% restante por partidos amistosos y competiciones internacionales.
Para el ejercicio en curso, el Real Madrid presupuestó unos ingresos de 752 millones con un ebitda traspasos de 166,1 millones.