La historia de Unilever en Chile, el día después de anunciar el cierre de dos líneas productivas
La empresa suma casi un siglo operando en el país bajo distintas marcas. Su historia está ligada a la comuna de Quinta Normal y, más especificamente, a la calle Carrascal. Allí, donde incluso hay una población que lleva su nombre (o más bien el anterior, Indus Lever), operará hasta fines de octubre la planta de detergentes.
La historia de Avenida Carrascal, en el corazón de Quinta Normal, está íntimamente ligada a la de Unilever. No solo hay todo un barrio que lleva su nombre -más bien su anterior nombre, Indus Lever, pues allí estaban las viviendas de los trabajadores de esa empresa-, sino también porque allí se ubica la planta, donde por años se fabricaron artículos de aseo que se vendían en Chile y que incluso se exportaban a otros países de la región.
Pero la historia de Unilever en Chile también está asociada a sus marcas. Desde el antiguo Jabón Gringo hasta Omo, Drive, Rexona, Axe y varias más que marcaron a distintas generaciones. No por nada, Unilever internacional cuenta que sus productos son usados diariamente por 2.000 millones de personas en el mundo.
A nivel internacional, Unilever -como tal, pues antes operaron empresas que posteriormente pasarían a integrar el conglomerado de origen británico- holandés- nació a fines de la década de 1920, resultado de la fusión de empresas de consumo.
A Chile ya exportaba desde hace algunos años J&E Atkinson, una de las empresas de Lever Brothers -que al fusionarse con Margarina Unie daría paso a Unilever. Su foco principal eran los productos de perfumería, los que exportaba desde su matriz en Europa.
“Nuestro país ofrecía ciertos beneficios, como la estabilidad política y económica, pero era un mercado extraordinariamente pequeño, con una población que a paso lento abandonaba la ruralidad colonial, y una geografía que poco ayudaba. Distribuir productos en un territorio tan aislado, largo y estrecho era una complicación mayor. Colonias, lociones, polvos, extractos y jabones conformaron la reducida oferta de Atkinsons durante más de dos décadas”, se relata en una tesis que indaga en la historia de Unilever en Chile.
En la década del 50, Atkinson -ya como parte del grupo Unilever- se fusionó con la Compañía Industrial Indus, que partiera a comienzos del siglo pasado como pesquera y ballenera, y que construyera, por ejemplo, la histórica Ballenera de Quintay. El año 62 ambas se asocian definitivamente, dando paso a Indus Lever.
Treinta años después, Unilever compraría a Indus su participación en la compañía, que pasaría a llamarse solo “Lever Chile”, adoptando definitivamente su nombre internacional de Unilever en la década del 90.
Expansión y marcas
El crecimiento del grupo fue dándose también a medida que compraba empresas y marcas alrededor del mundo, lo que llevó a la firma a convertirse en el mayor grupo de consumo del mundo. En el caso de Chile, marcas emblemáticas complementaron su portafolio. El famoso Jabón Lux, por ejemplo, que hizo su aparición en la década del 50 como “el jabón de las estrellas”. Sería ampliamente promocionado en la naciente televisión de esos años. O el jabón Gringo, en tiempos en que la ropa se lavaba a mano.
Precisamente, su fuerte en Chile estuvo por años ligado a los productos de limpieza. Marcas que parecen competir entre sí, como Rinso, Omo o Drive, son en realidad parte del mismo conglomerado. Posteriormente, fortalecería el negocio de alimentos.
Pero en los últimos años, ese gran grupo industrial se ha ido reduciendo y convirtiendo más en un importador. De hecho, en un reporte de hace dos años cifraba en más de 2.000 sus trabajadores. En el más reciente, solo mil. A esto habría que sumar los 200 trabajadores que abandonarán la faena tras el cierre de la planta de productos de limpieza.
Los sindicatos acusan que esta decisión se da a pesar de que las ventas están en un nivel récord debido a la pandemia. “Estamos trabajando al 100% de capacidad. De hecho, no hemos parado ninguno de los turnos”, contaba en marzo la gerenta general de Unilever Chile, Nuria Hernández, en entrevista con PULSO.
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