La historia de Poliglota: el emprendimiento de los idiomas que ya está en tres países

Todo empezó con alguien que quería aprender italiano y se ofreció a través de Facebook para ser coordinador de un grupo. La junta se concretó en el Phone Box Pub de Providencia. Hoy, esta startup tiene 8.000 alumnos/usuarios sólo en Chile.


Muchas personas gastan cientos de horas, dinero y canas para tratar de aprender bien un idioma. Pasan por escuelas, clases en su oficina, apps, podcast y libros.

"Pero cuando llegan a una entrevista de trabajo, luego de incluir que saben inglés intermedio en su currículum, y les dicen que la conversación será en ese idioma, quedan en blanco", dice Carlos Aravena, socio-fundador de Poliglota (www.poliglota.org), y agrega: "finalmente, la mejor forma de aprender inglés es pasando varios meses en el extranjero y así perder el miedo".

Pero no todo el mundo se puede dar el lujo de estar medio año o más en una nación angloparlante. Por eso, Poliglota toma lo mejor de ambos mundos: La experiencia del viaje (pero sin comprar un pasaje) y las tradicionales clases presenciales.

Para ello, un alumno se inscribe y paga por una cantidad de clases que se realizan en algún café de su ciudad en grupos de 4 a 6 alumnos y un coach (profesor). Entre cappuccino y cortado conversan de sus vidas, sus actividades y sueños.

"Se logra una confianza tan grande que ayuda a la fluidez del idioma. Creamos una conversación real y con amigos, como si estuvieras en un café de Nueva York", dice Aravena.

Algo que parece tan simple tiene su historia de altos y bajos. En 2010, Aravena y su socio, Juan Manuel Sánchez, querían armar una red social de intercambio de idiomas gratuita, juntando a personas en bares sólo para conversar.

Sin profesor ni metodología. "Un happy hour educativo", recuerda Aravena. La idea era armar una "central de idiomas", donde el recreo fuera en un bar. Lo primero no dio resultado, lo segundo sí.

Todo empezó con alguien que quería aprender italiano y se ofreció a través de Facebook para ser coordinador de un grupo. La junta se concretó en el Phone Box Pub de Providencia (hoy no existe) y llegaron siete personas.

A la semana siguiente crearon otro grupo para aprender inglés. Llegaron 50 personas. Había aroma a negocio.

Sánchez y Aravena estudiaban Agronomía e Ingeniería Civil, respectivamente, en la UC, y renunciaron a sus carreras, entusiasmados por ser los pioneros de un sistema que revolucionara el aprendizaje a nivel mundial, algo que siempre estuvo en su ADN.

El 2012 constituyeron formalmente la empresa y tres años después, los siete del Phone Box Pub, se convirtieron en 100.000 personas que se reunían en más de 20 países y 300 ciudades del orbe.

A pesar del entusiasmo, a septiembre de 2015 no habían ganado un peso. Y no es que el modelo de "open groups" en bares no entusiasmara a inversionistas. Wayra, de Telefónica, les puso US$50.000 en 2012.

Un año después, se ganaron un Fondo Semilla de Corfo por US$120.000 y en 2014, el fondo de inversión Mountain Nazca los apoyó con US$300.000. Todos, entusiasmados por la gran cantidad de gente que lograban reunir de manera presencial, aunque el servicio fuese gratuito. Incluso se hablaba de un futuro Facebook de idiomas.

Pero Juan Manuel, Carlos y un tercer socio, Nicolás Fuenzalida, tuvieron que aceptar la realidad. Era septiembre de 2015 y el dinero les alcanzaba para un mes más. Había que cerrar. "Estudiamos decenas de modelos de negocios. Fue angustiante y lo peor es que ningún inversionista confiaría ya en nosotros", comenta Aravena.

De la cerveza al espresso

Luego de varias noches de desvelo se dieron cuenta que con el tiempo habían generado cientos de técnicas de aprendizaje. Tenían una biblioteca de experiencias y elementos que juntaron, sistematizaron y ordenaron, dando a luz una metodología pedagógica única. La tomaron y la convirtieron en un programa, cambiando los bares por los cafés.

En 15 días desarrollaron un sistema de ocho niveles bajo un modelo de "Learning Groups" y lo ofrecieron en la página web. Llegaron tres alumnos, consiguiendo ganar sus primeros $150.000 después de cinco años desde las cervezas en el Phone Box Pub. Un mes después vendieron $2.500.000 y de ahí no pararon.

¿Qué cafés ocupan? "Al principio hackeábamos los Starbucks", dice riendo Aravena. Hoy, sólo en Santiago, tienen convenios con más de 100 cafés. Incluso, reciben a los grupos en mesas reservadas.

Expansión

El primer año de la "era rentable" (2016) facturaron US$165.000. En 2017 llegaron a US$650.000 y decidieron dar el siguiente paso. "Teníamos dos posibilidades: buscar inversionistas u ocupar la caja", recuerda Aravena. Optaron por lo segundo. Paralelamente se ganaron un Scale-Up Expansión de Corfo.

El 15 de noviembre de 2017, Fuenzalida y Sánchez compraron pasajes a la misma hora. Uno tenía como destino Lima y el otro, Ciudad de México. A dos semanas de haber aterrizado en ambas capitales ya estaban vendiendo.

En 10 meses llevan facturados US$200.000 en el país azteca y US$150.000 en Perú. Sólo en Chile tienen 8.000 alumnos y 200 profesores activos. Cada alumno elige el café más cercano, el horario y el nivel que quiere.

Cerca del 85% estudia inglés y el resto se reparte entre italiano, alemán, francés y español. Aunque lo han intentado, no ha resultado aún el chino.

Aravena cuenta que en 2019 comienza una nueva era de expansión para Poliglota. Durante los primeros meses de ese año tienen programada una ronda de inversión para profundizar los países en que están actualmente. A principios del 2020 habrá otra para abrir Colombia, Argentina, Ecuador y España. Mientras que a fines de esta década irán por Brasil.

"A partir del 2021 queremos llegar a Asia. Siempre con el mismo concepto: transformar las cafeterías en aulas", dice Aravena.

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