Luego de una agitada semana, Juan programa el despertador a las 11.00 am y cierra las cortinas. Unas pocas horas después, el horrible "chillido" de una motosierra, lo despierta. Se trata de su hiperquinético vecino, quien no durmió la noche anterior pensando en aquellas ramas que invaden su espacio aéreo. Muy ofuscado, se levanta, y ambos se enfrascan en una épica discusión.
Esta historia no resulta muy alejada de lo que en verdad sucede en los cientos de barrios de Chile, lugares donde tienen que coexistir personas de diferentes sexos, cultos y tedencias.
Es por este motivo que es clave volver a la vida de barrio, para mejorar y, en algunos casos, establecer una relación entre los diferentes actores de las comunidades.
Este trabajo genera sentido de pertenencia y favorece la relación entre las personas, quienes muchas veces ni siquiera se conocen. "Al fortalecer el tejido social en los barrios, contribuimos a crear el sentido de cuidado y preocupación por el otro.
Se aprecia la importancia de que todo lo que hago tiene efectos en los demás. El trabajo en estos lugares, es el mejor camino para ello", explica Vicente Gerlach, director ejecutivo de Fundación Trascender, organización experta en desarrollo comunitario a través del voluntariado profesional.
Existen diversas metodologías para construir socialmente el entorno en los barrios, pero el denominador común es la participación. "Donde no existan soluciones prefabricadas, sino que se aborde a partir del genuino entendimiento del malestar o la necesidad específica de las comunidades.
Junto a ello, es mucho más interesante cuando el trabajo se plantea desde las fortalezas que de sus necesidades, para alejarnos del asistencialismo", dice Gerlach.
Del mismo modo, es fundamental la integración entre los diferentes actores. "La comunidad es la clave para la convivencia en la ciudad, es como la familia que tienes de la puerta hacia afuera de tu casa.
Es por este motivo que estos grupos y las relaciones entre los seres humanos, debe ser el eje central de cualquier esfuerzo, público o privado", destaca Marcela Robles, directora de Territorio de Proyecto Propio.
Los expertos destacan que las comunidades no siempre se constituyen a partir de vínculos sociales formales. "Existen formas de agrupación social que tienen un carácter mucho más informal, coyuntural y circunstancial, que también son interesantes de identificar.
Por ejemplo, los comités de vecinos para temas de seguridad, allegamiento o conmemoraciones de algunos hitos históricos. En general, cuando se produce este fenómeno, se establecen relaciones de identidad sobre el territorio.
Es decir, canalizan formas que no son visibles para las demás personas y que generan una historia. Esto se denomina conocimiento situado", destaca Carlos Lange, investigador de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
En ese sentido, la tendencia es a reunirse en nuevas plataformas. "Más que juntarse en el espacio público, las personas están elaborando grupos de WhatsApp, aunque -en general- existe una baja participación a nivel territorial. Esto pasa a ser importante cuando existe una capacidad de comunicarse y encontrarse.
Por ejemplo, existe una gran cantidad de proyectos en altura y la gente no está participando en la co-gestión de esos espacios. Los chilenos tienen poca incidencia en las políticas urbanas, es un problema estructural y que hay que mejorar", manifiesta Christián Matus, académico del Instituto de Estudios Urbanos UC.