Durante el último tiempo hemos sido testigos de las grandes dificultades que ha tenido Argentina en materia económica, debiendo recurrir nuevamente al FMI, para un crédito de emergencia.
Pero, ¿cómo se gatilló esta emergencia, qué ha pasado en el mundo? Por una parte la Fed ha aumentado las tasas de interés de Estados Unidos -en el marco de un proceso de normalización- y, por otra, la incertidumbre ocasionada debido a la guerra comercial entre China y EEUU han provocado una importante apreciación del dólar y bajas en los precios internacionales de las materias primas.
A su vez, esto ha generado consecuencias en las condiciones financieras internacionales, las que si bien siguen siendo propicias, han afectado a algunas economías emergentes más que a otras, es decir, a aquellas con fundamentos macroeconómicos débiles.
En concreto, ¿por qué Argentina se ha visto -hasta el momento- fuertemente afectada y Chile no tanto? Pues bien, una respuesta se encuentra en la estructura y los fundamentos macroeconómicos de cada país.
En Argentina hemos observado que el peso se ha devaluado de manera abrupta: solo en enero de este año un dólar costaba 18 pesos argentinos y en la actualidad se encuentra entorno a los $40. Frente a esta rápida devaluación, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) tuvo que reaccionar: elevó de manera importante la tasa de interés, a 60% (sí, 60%). Lo anterior, además de intervenir el mercado cambiario.
En contraste, Chile cuenta con un Banco Central independiente y con un sistema de flotación cambiaria que cumple un rol estabilizador frente a este tipo de shocks financieros internacionales. Si bien este shock se ha traducido en una depreciación del peso, el impacto ha sido muchísimo menor. Por el lado de las tasas de interés, en tanto, éstas se mantienen bajas, visualizándose un alza antes de fin de año, que las dejaría en 2,75%.
Por el lado de las cifras macroeconómicas, Chile está saludable. Según lo publicado en el último IPoM, hay buenas perspectivas de crecimiento del PIB: se espera crecer este año entre 4% y 4,5% anual.
Actualmente se tiene una inflación dentro del rango de tolerancia establecido por la autoridad monetaria, un déficit fiscal de 2,8% al cierre de 2017 y un déficit de cuenta corriente acotado (1,5%). Al mismo tiempo, Chile cuenta con una estructura de deuda externa que es sostenible, sin descalces cambiarios importantes y con riesgos de refinanciamiento acotados.
Argentina, por su parte, ha visto corregidas sus proyecciones de crecimiento: se estima que crecerá este año -2,2%, además registra una inflación superior al 30% y se espera siga subiendo, con un déficit fiscal de 6,5% y un déficit de la cuenta corriente de 4,8%. Además, cuenta con una deuda pública fuertemente expuesta en moneda extranjera.
Con todo, el principio de todos los males radica en gastar más de lo que se tiene. El FMI ha condicionado el nuevo crédito otorgado en Argentina a un fuerte ajuste fiscal, lo que sin duda será difícil. No nos olvidemos de esto, más ahora que comenzó la discusión del Presupuesto 2019. P
Economista Senior Libertad y Desarrollo