La industria farmacéutica vive su propio momento DeepSeek

Tara Jacoby
Ilustración: Tara Jacoby

No sólo se trata de inteligencia artificial: las biotecnológicas chinas desarrollan fármacos más rápido y más barato que sus homólogas estadounidenses. El ascenso de China en biotecnología lleva años gestándose, pero ahora es imposible ignorarlo. Dentro de una década, muchos de los medicamentos que lleguen al mercado estadounidense se habrán originado en laboratorios chinos.


El momento DeepSeek de la industria biotecnológica llegó el otoño pasado.

Fue entonces cuando Summit Therapeutics, respaldada por el multimillonario Bob Duggan, anunció que su fármaco había superado a Keytruda, la exitosa terapia de Merck, en un ensayo cara a cara sobre el cáncer de pulmón. Keytruda, un monstruo de la inmunoterapia que mueve US$ 30.000 millones al año, es el fármaco más vendido de la industria farmacéutica y ha dominado el mercado durante mucho tiempo. Por ello, la perspectiva de un competidor superior fue sísmica. Y lo que es más sorprendente: Summit había obtenido la licencia del fármaco apenas dos años antes de una biotecnológica china poco conocida llamada Akeso 9926.

La noticia añadió miles de millones de dólares a la capitalización bursátil de Summit, catapultándola a las filas superiores de la biotecnología a pesar de no contar con ningún medicamento aprobado. Aunque el fármaco de Summit aún no ha recibido la aprobación reglamentaria estadounidense, los resultados marcaron un antes y un después en el sector, al subrayar la amenaza competitiva que emana de China.

El ascenso de China en biotecnología lleva años gestándose, pero ahora es imposible ignorarlo. En 2020, menos del 5% de las grandes transacciones farmacéuticas por valor de US$ 50 millones o más estaban relacionadas con China. En 2024, esa cifra había aumentado hasta casi el 30%, según DealForma. Dentro de una década, muchos de los medicamentos que lleguen al mercado estadounidense se habrán originado en laboratorios chinos.

El auge de la biotecnología en China es similar al de la tecnología. En ambos casos, China ha ascendido en la cadena de valor, pasando de fabricar bienes a convertirse en un centro de innovación más sofisticado, compitiendo en sectores antes dominados por Estados Unidos. En primer lugar, en la última década han regresado a China muchos de los mejores científicos formados en Estados Unidos, lo que ha impulsado la aparición de centros biotecnológicos en torno a Shanghái. Y al igual que DeepSeek construyó un formidable chatbot -supuestamente con un presupuesto reducido y acceso limitado a semiconductores-, las empresas biotecnológicas chinas también son más ágiles, aprovechando una mano de obra altamente cualificada y de bajo costo que puede moverse con mayor rapidez.

Además, las empresas pueden realizar ensayos clínicos por una fracción de lo que costarían en Estados Unidos, mientras que los cambios recientes en el sistema regulador chino han agilizado y acelerado el proceso de aprobación para iniciar un estudio.

Por ahora, gran parte de la innovación biotecnológica china es incremental más que revolucionaria. Muchas empresas se centran en mejorar los fármacos existentes, modificando su composición química, aumentando su eficacia o diferenciándolos en aspectos clave.

Pero la innovación china no deja de mejorar y ya está empezando a perturbar el ecosistema estadounidense de desarrollo de fármacos. Durante décadas, la industria biotecnológica estadounidense ha prosperado en centros como Boston-Cambridge y la bahía de San Francisco, impulsada por el talento procedente de centros académicos como el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Stanford. Estas empresas biotecnológicas tienen un cliente insaciable en las grandes farmacéuticas, que están dispuestas a pagar mucho dinero por nuevos medicamentos que sustituyan a los que ya no están protegidos por patentes.

Aunque esto no va a desaparecer, los directivos de las grandes empresas farmacéuticas están ampliando sus horizontes. ¿Por qué gastar US$ 10.000 millones en adquirir una biotecnología estadounidense con un fármaco en fase intermedia cuando se puede obtener la licencia de una molécula similar en China por una fracción del precio?

El mercado de fármacos contra la obesidad, al rojo vivo, ofrece un ejemplo. Eli Lilly y Novo Nordisk son los actores dominantes con fármacos GLP-1 como Wegovy y Zepbound. A estas alturas del mercado de los fármacos contra la obesidad, tiene sentido que algunas grandes farmacéuticas dejen de intentar desarrollar una inyección e intenten en su lugar fabricar una píldora más cómoda.

Merck y AstraZeneca son dos farmacéuticas que buscan una vía de entrada, y ambas se dirigieron a China en busca de fármacos orales en fase inicial de desarrollo. A fines de 2024, tras rastrear el mercado en busca de activos contra la obesidad -presumiblemente con la vista puesta en empresas estadounidenses como Viking Therapeutics, que cotiza a un valor de mercado de unos US$ 3.700 millones-, Merck optó por conceder la licencia de un fármaco oral GLP-1 a la china Hansoh Pharma. El acuerdo: US$ 112 millones por adelantado, con posibles pagos por hitos de hasta US$ 1.900 millones. Un año antes, AstraZeneca hizo un movimiento similar, pagando US$ 185 millones por adelantado con futuros hitos por un total de casi US$ 1.830 millones en un acuerdo con la china Eccogene.

Estas “gangas” son estupendas para las grandes farmacéuticas. Pero para las empresas biotecnológicas estadounidenses -y sus inversores de capital riesgo- están creando verdaderos retos. Los inversores tienen cada vez más dificultades para valorar las biotecnológicas en fase inicial, porque es difícil predecir qué competencia puede surgir de China. Esta es al menos una de las razones por las que el ETF S&P Biotech se ha mantenido prácticamente plano en los dos últimos años, mientras que el S&P 500 ha subido un 48%.

“Es incuestionable que esto ha sido muy negativo para el ecosistema biotecnológico estadounidense”, dijo Tim Opler, director gerente de banca de inversión de Stifel. “La verdadera cuestión ahora es cómo adaptarse. ¿Cómo mantener el liderazgo en innovación al mismo tiempo que se mejora la eficiencia de costos y la velocidad?”.

Desde la perspectiva del paciente, la creciente competencia mundial es una victoria. A los enfermos de cáncer probablemente les da igual en qué país se haya desarrollado un medicamento. Lo que importa es que funcione. Pero para los responsables políticos centrados en mantener la ventaja competitiva de Estados Unidos, el auge de la biotecnología en China es una llamada de atención. La carrera por la innovación no se limita a la inteligencia artificial o las criptomonedas, sino que se extiende a las ciencias de la vida.

La asociación de Summit con Akeso no pasó desapercibida para Merck. Apenas unos meses después de los resultados de los ensayos clínicos de Summit, Merck comunicó que había obtenido la licencia de otro prometedor medicamento contra el cáncer que seguía básicamente el enfoque de Summit y Akeso: un anticuerpo de doble diana que ataca tanto la PD-1, un punto de control inmunitario que los cánceres aprovechan para esconderse del sistema inmunitario, como el VEGF, una proteína que ayuda a los tumores a desarrollar nuevos vasos sanguíneos. ¿Y dónde encontró Merck este fármaco? En una empresa privada de biotecnología, LaNova Medicines, con sede en Shanghái.

“Si buscas innovación”, comentó Duggan, el multimillonario líder de Summit, en una entrevista reciente, “ese es el lugar lógico al que ir”.

-Traducido del inglés por Pulso.

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