La inflación amenaza con hacer subir otra vez la pobreza en Chile

PULSO DOMINGO 30
03 Marzo 2020 Foto : Andres Perez

El IPC registró en mayo un alza anual del 11,5%, su mayor nivel en 28 años, y las perspectivas apuntan a que terminará 2022 en torno al 10%. Esto tiene implicancias directas en la calidad de vida de las personas de menores recursos. Por ejemplo, la línea de la pobreza cerraría el año en $ 207 mil: más de 170 mil personas podrían caer en la pobreza y casi 60 mil en la extrema pobreza.


La crisis económica que provocó el Covid-19 elevó por primera vez en 20 años la pobreza en Chile. De acuerdo a la Encuesta Casen 2020, la pobreza por ingreso subió del 8,6% en 2017 al 10,8%, lo que se traduce en que 2.112.185 personas estaban en esa condición. El aumento, en esa medición, fue de 528.134 personas.

A su vez, la extrema pobreza avanzó al 4,3%, lo que equivale a que 831.232 personas están en esa condición. En 2017 era el 2,3%. En ese momento, las cifras de pobreza iban a ser el gran termómetro para cuantificar el impacto que la crisis sanitaria estaba provocando en la economía. Y ahora, nuevamente las cifras de pobreza se pondrán a prueba, pero por otro factor que el año 2020, cuando se levantó la información de pobreza, no estaba sobre la mesa de análisis: la inflación.

Este nuevo factor amenaza con transformarse en un elemento determinante en los nuevos indicadores que se deben levantar en la nueva versión de la encuesta Casen 2022, proceso que se realizará entre el 1 de noviembre de 2022 y el 31 de enero de 2023. El viernes recién pasado, el Ministerio de Desarrollo Social y Familia adjudicó la realización de la encuesta al Centro de Microdatos de la Universidad de Chile. A diferencia de lo que ocurrió en la pandemia, este 2022 la encuesta Casen volverá a levantarse de manera presencial en las viviendas de las personas, luego del cambio metodológico impuesto por la situación sanitaria.

A mayo, la inflación acumula un alza en 12 meses del 11,5%, su mayor nivel en más de 28 años, y las perspectivas del Banco Central apuntan que seguirá subiendo hasta llegar al 13% para luego descender levemente hasta cerrar el año en un 9,9%.

Una primera aproximación al efecto que está provocando la inflación en el poder adquisitivo de las personas se refleja en la canasta básica de alimentos. En mayo, este indicador alcanzó un valor mensual de $ 56.095 por persona. Si bien esta cifra representa una variación mensual del 1,4%, inferior a la observada en abril de 2022, del 2,3%, en doce meses subió un 17,3%, la que constituye su variación más alta en la serie completa desde diciembre 2013. En mayo de 2021, el precio de la canasta era de $ 47.837.

Pero no sólo la inflación presionó al alza la canasta básica de alimentos, sino que trajo consigo también un aumento del monto que se define como línea de pobreza por persona equivalente, que alcanzó un valor de $ 199.899, mientras que la línea de pobreza extrema se incrementó a $ 133.266. Hace un año, el monto que delimitaba la pobreza era de $ 177.124 y para la extrema pobreza era de $ 118.083.

La línea de pobreza se define como un indicador de la capacidad de satisfacer las necesidades básicas de una persona. Así, un hogar está en situación de pobreza si su ingreso por persona o ingreso del hogar es inferior al valor de la línea de pobreza. A su vez, se considera que un hogar está en situación de pobreza extrema si su ingreso por persona es inferior a la línea de pobreza extrema.

Un primer cálculo posible para dimensionar el impacto que la inflación puede tener en la pobreza es el nivel en que cerrarían los montos de la línea de la pobreza y pobreza extrema. Cristóbal Gamboni, economista senior del Observatorio del Contexto Económico de la Universidad Diego Portales (OCEC-UDP), pone algunas cifras para el análisis: “Para un hogar de una sola persona, la línea de pobreza podría alcanzar casi los $ 207.000 a fin de año, es decir, más de $ 545.000 para una familia de 4 personas. Este cálculo considera las proyecciones de inflación total del Banco Central, y proyecciones de inflación de alimentos propias. Sin duda que, en la medida que más aumenta esta línea, con un ajuste en los ingresos de los hogares más vulnerables, más personas caerán por debajo de la línea de pobreza”, puntualiza.

Ahora, siguiendo esa misma proyección para el IPC, “en un escenario donde estos precios comienzan a ajustarse a fin de año, la canasta básica de alimentos podría situarse sobre los $ 58 mil”, prevé el economista.

Para dimensionar el costo de la vida, el salario mínimo finalizará el año en $ 400.000, monto que estará por debajo de la línea de la pobreza de un hogar de 4 personas que hoy es de $ 527.535.

Un segundo cálculo para cuantificar el impacto de los altos precios en los índices de pobreza lo entrega la coordinadora del programa Pobreza, Vivienda y Ciudad, de Libertad y Desarrollo, Paulina Henoch. “Para evaluar cuánto de esta alza de precio ha incidido en la pobreza, un ejercicio es suponer que los hogares están enfrentando un mayor costo para cubrir la línea de la pobreza y que los ingresos del hogar fueron reajustados por el índice de remuneraciones”. Así, si en noviembre de 2020, cuando se tomó la última encuesta Casen, había 2.112.185 personas en situación de pobreza, ahora, en mayo de 2022, esa cifra habría subido en 174.445 personas, mientras que en la pobreza extrema el alza habría sido de 59.134, pasando de 831.232 a 890.366 personas en esa condición.

Pobreza

Catalina Littin, directora ejecutiva de la Fundación Superación de la Pobreza, comenta que “no sólo es problemático que la línea de la pobreza haya llegado a casi $ 200 mil en un hogar unipersonal. Al analizar la evolución del costo de la canasta básica de alimentos, en los últimos 12 meses ésta se incrementó en un alarmante 17,3%, en circunstancias que el IPC general lo hizo en sólo un 11,5%. Para que un hogar promedio de 3 personas logre estar por sobre la línea de la pobreza requiere generar al menos 432 mil pesos aproximados al mes. Hoy el salario mínimo está en apenas $ 380.000 brutos”, resalta.

Littin complementa su análisis señalando que “si los hogares mantienen constantes sus ingresos autónomos, los subsidios monetarios o el alquiler imputado de su vivienda, que es un componente que se suma al ingreso con el que se mide la pobreza y que es poco conocido por la ciudadanía, un aumento en la inflación tendrá efectos adversos en el poder adquisitivo de las personas, siendo muy probable que se registren incrementos en los niveles de pobreza”.

La exsubsecretaria de Evaluación Social Alejandra Candia, afirma que “estamos efectivamente enfrentados a una situación inflacionaria excepcional, que ha empujado fuertemente la línea de la pobreza, que es justamente el umbral que define si una persona es calificada en situación de pobreza por ingresos o no. Más específicamente, mientras que el crecimiento mensual de la línea de la pobreza entre Casen 2017 y Casen 2020 fue de aproximadamente el 0,3% mensual, este número asciende ahora al 0,8% mensual. Tenemos un umbral más exigente que el de periodos anteriores, pero la determinación final de la cifra de pobreza por ingresos en nuestro país también estará explicada por los ingresos de las familias”.

En ese sentido, Candia añade en su análisis que en ese factor influye la situación de empleo, sobre todo de empleo formal, tanto su nivel como las remuneraciones. “La situación de ingresos por trabajo de la última encuesta Casen cargaba fuertemente con los efectos de la pandemia, sobre todo en los hogares más vulnerables”. Por ello, la exsubsecretaria enfatiza que “el resultado de la pobreza por ingresos en esta medición dependerá de si la recuperación del empleo en los grupos más afectados por la pandemia logra compensar los efectos en la línea de la pobreza de la situación inflacionaria de nuestro país”.

¿Qué hacer para contrarrestar los efectos inflacionarios?

Los expertos coinciden en que para combatir el alza inflacionaria y con ello evitar que más personas caigan en la pobreza, el gobierno debería aplicar medidas focalizadas en línea con lo realizado con el aporte suplementario para la canasta básica de alimentos u otras como IFE laboral para impulsar el empleo, ya que también se plantea que una buena forma de contrarrestar la pobreza es la generación de empleo, y en especial, uno formal. Una que se inclina por la creación de empleo es Candia, quien sostiene que “la principal política social para superar la pobreza y pobreza extrema por ingresos es el empleo formal, el cual permite a las familias no sólo contar con ingresos, sino que acceder a herramientas de seguridad social como el seguro de cesantía, de accidentes del trabajo, licencias médicas, y por supuesto una mejor pensión en el futuro”.

Gamboni suma otras alternativas a considerar. “Las políticas focalizadas son el instrumento con el que cuenta el gobierno para ayudar a los más vulnerables frente a la escalada de la inflación, y a la vez mantener una senda de ajuste fiscal a niveles sostenibles. Por lo tanto, ayudas como las materializadas a través de quienes reciben el Subsidio Único Familiar y la asignación familiar van en la dirección correcta, y se debe estar atento a si es necesario ampliar o no este tipo de ayudas”.

Para Henoch, junto con medidas como el aporte mensual compensatorio del aumento del valor de la canasta básica de alimentos, se debe “ir más allá del problema puntual que estamos enfrentando, y por ello se debe mejorar la política pública para apoyar a quienes están en situación de pobreza a través de actualizar y mejorar los instrumentos para identificar a la población más afectada y también promover su empleo formal y generar las condiciones económicas para ello”.

Y Littin propone un “aumento estacionario de los subsidios a los hogares y un reforzamiento de los programas de complementación alimentaria que se ejecutan a través de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas y por el Ministerio de Salud”.

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