La pandemia, al parecer, ya quedó atrás. Fue hace tres años cuando la Mutual de Seguros de Chile, Cadem y la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) comenzaron a realizar el estudio “Sueños y temores de los Chilenos”. El Covid-19 estaba partiendo. “La encuesta tiene por objetivo conocer la realidad emocional de los chilenos bajo una mirada nacional y regional, las cuales esperamos que, en el largo plazo, puedan aportar a la toma de decisiones”, explica el gerente general de Mutual de Seguros de Chile, Patricio Martínez. En 2020, la crisis sanitaria apareció como la principal preocupación de los chilenos. Un 29% de los encuestados la catalogó como tal en momentos en que los contagios y las muertes iban al alza. En 2021, comenzó a perder protagonismo, y este 2022 fue relegada a la última posición: apenas un 1% la nombró. Y ninguno mencionó el término de ella como parte de sus sueños. El 2020, sí lo hizo el 13%.
“Si bien sabemos que la situación sanitaria continúa siendo delicada, el foco de la agenda y el debate público ha configurado un escenario en el que ya no hay cabida a la crisis pandémica”, señala el gerente de Asuntos Públicos y Estudios Cuantitativos de Cadem, Roberto Izikson.
Justamente este ejercicio vino acompañado de otras preocupaciones.
El estudio se basó en entrevistas, durante agosto, a 3.371 personas a nivel nacional, de 25 años hacia arriba, de los distintos niveles socioeconómicos y en todas las regiones del país. En esa muestra apareció por primera vez otro fenómeno, esta vez, de carácter económico: la inflación. Tras anotar una trayectoria de aumento sostenido desde mediados de 2021, que la situó en agosto en 14,1% a doce meses, su mayor registro en 30 años, el alza en los precios se instaló como una nueva gran preocupación a nivel nacional. Así, la inflación fue catalogada esta vez como el segundo problema más importante por los encuestados, con el 40% de las menciones (ver infografía), con máximos de 58% en la región de Magallanes, y de 52% en la de Los Lagos. Y a la hora de abordar puntualmente los temores e incertidumbres, la inestabilidad económica apareció también en segunda posición, apalancada fuertemente en el alza en el nivel general de precios. Hace un año, esa variable concitaba sólo el 10% de las menciones, ahora subió a un 22%.
“La estabilidad en términos económicos parece haberse convertido en un problema mucho más relevante comparado al 2020 y al 2021. De hecho, respecto al 2020, se duplica la percepción de inestabilidad en ese aspecto”, sostiene el vicedecano de Ingeniería Comercial de la UAI, Alejandro Montecinos. “Ya no tenemos el colchón de los ahorros previsionales para poder echarles mano en caso de emergencia. La inflación es alta y carcome la riqueza”, subraya.
A la par de los temores, en los sueños apareció la misma figura. La primera prioridad es la aspiración de lograr una estabilidad laboral y económica, seguida por el mismo deseo para el país. Hace un año, el sueño principal era adquirir un bien.
Para el experto de la UAI este deseo de mayor estabilidad tiene que ver con la duración que ha tenido la incertidumbre. “Cuando empezamos a levantar esta encuesta se estaba estrenando la pandemia, estábamos recién en los primeros momentos posteriores al estallido social y, de alguna manera, ambos procesos, probablemente todos esperábamos que se resolvieran más temprano que tarde, pero ya han pasado tres años”, dice. Agrega: “Cuando la inestabilidad y la incertidumbre se transforman en lo normal, conjeturo que es natural que los seres humanos tiendan a aspirar a un poquito menos de movimiento, de cambios, y a más estabilidad”.
Tal es así, que si hace un año un 35% consideraba que su vida estaba mucho peor que el ejercicio previo, hoy es un 47%. Y aunque un 71% estima que el 2023 será mejor, ese optimismo se había mantenido en torno al 88% y 90% en los años previos. “Ocurrió la pandemia, la desilusión política y la incertidumbre económica. La experiencia ha comenzado a ajustar las expectativas. El futuro es cada vez más incierto hasta en las cuestiones más básicas, como tener luz o agua”, señala Izikson. Si el 2020, de hecho, un 30% le ponía nota entre 1 y 4 a su salud mental, ahora es un 40% que la califica en ese rango. “El 2020 ocurrió la pandemia. El 2021 ya estábamos saliendo de ese pantano de aislamiento social y estancamiento económico, y vino el 2022 donde se nos apareció la crisis inflacionaria y la precarización de la economía del hogar. Así de frágiles estamos”, enfatiza el ejecutivo de Cadem.
Alejandro Montecinos plantea: “Honestamente, cuando el 2020 y 2021 yo veía que había un 90% de personas que pensaba que el próximo año iba a estar mejor partiendo la pandemia, me decía: ‘que fuerte el optimismo’, porque esos primeros datos se levantaron antes de tener vacunas. Entonces, llamaban la atención. Tal vez lo que estamos viendo acá es esa reacción más bien moderada a la incertidumbre que hay en la vida”.
En 2020, un 18% le ponía nota roja a la satisfacción con su vida. En 2021, fue un 19%, y ahora es un 27%. Y al resto lo ven peor: un 73% califica con entre 1 y 4 la plenitud de los otros. Además de la salud mental, la insatisfacción está fuertemente vinculada con la situación laboral: sube el desgano personal con el trabajo y con la compañía donde se está empleado.
Y a nivel general, los menos plenos son los jóvenes. Aquellos que van entre 25 y 34 años muestran el menor porcentaje de aspectos valorados con 6 y 7 de toda la muestra. “Es más bien un fenómeno estructural, pues las generaciones más jóvenes tienden a ser más críticas y se encuentran en un momento del ciclo vital en que deben dedicar más energías al trabajo y menos al tiempo libre, ganan menos, comienzan recién a construir y consolidar una familia, tienen más inseguridades físicas y psicológicas, etc.”, detallan los expertos.
La delincuencia, número uno
Así como la inflación apareció como el segundo problema nacional, el primero siguió siendo la delincuencia y las drogas. Y no sólo eso, su preponderancia aumentó. En 2020, un 24% lo mencionaba, siendo ampliamente superado por sueldos y empleo, con un 43%. Y por el coronavirus. En 2021, saltó a un 47%, y ya este año, la delincuencia y las drogas sumaron un 56% de las menciones: más de la mitad de la muestra opinó que era la principal dificultad. “La inflación en Chile, a pesar de ser sustancialmente más alta que en años y en décadas anteriores, sigue siendo una inflación relativamente controlada. Esperemos que siga así, que todas las medidas que está tomando el Banco Central ya se empiecen a notar; mientras que al parecer los encuestados tendrían la sensación de que el tema de seguridad está menos bajo control”, estima Montecinos.
El dato es sustancialmente mayor en el norte, donde en la Región de Arica y Parinacota alcanza el 76% de las preocupaciones. O en la Región Metropolitana, donde asciende a un 60%.
Los números son respaldados por los temores que marcan a la ciudadanía. El 33% menciona la delincuencia y las drogas. Hace dos años era el 17%. “Posiblemente la afectación de la seguridad personal tenga mayor impacto en la cotidianidad de las personas que las alzas de precios, sensación que además se amplifica con el aumento en la frecuencia de los llamados ‘delitos de alta connotación social’, con la seguidilla de actos de violencia en la Macrozona Sur y con el aumento de las bandas delictuales ligadas al narcotráfico en el norte”, manifiesta Izikson.
Ese desafío aparece transversalmente en todas las regiones, aunque hay algunas zonas donde son otras las preocupaciones que se disparan. En La Araucanía salta por lejos el conflicto con los pueblos originarios. De hecho, es prácticamente la única zona del país que lo nombra. La inmigración aparece con fuerza en el norte: en Antofagasta tiene el 52% de las menciones, y en Arica y Parinacota, un 45%. Y coincidentemente es en ellas donde la inflación presenta la menor relevancia a nivel nacional: con un 27% y un 20%, respectivamente.