Estamos siendo testigos de un cambio planetario, todo parece estar modificándose en nuestro mundo, nada parece estar en su lugar y la palabra crisis aparece en todas partes. Uno podría hipotetizar que nuestra sociedad occidental pasó por alto un principio básico del universo, que es el ying y el yang. Dos fuerzas opuestas, pero complementarias y esenciales en el universo. El ying asociado a lo femenino, la contención, la tierra; y el yang vinculado a lo masculino, lo activo, la disrupción. Los orientales dicen que ambas energías son necesarias y complementarias para mantener el equilibrio universal. Podríamos pensar que nuestra sociedad, tal como la conocemos, comenzó hace varios siglos a perder el equilibrio entre ambas fuerzas. Y apareció esta tendencia del homo sapiens, como lo describe Yuval Noah Harari a hegemonizarlo todo y a depredar, a conquistar. Pero, esta pandemia y los últimos acontecimientos del mundo nos han mostrado que el universo siempre vuelve a su equilibrio y comienza a emerger con fuerza lo humano, la emoción, lo natural. Es como si volviéramos a una condición arquetípica muy primaria de estar en conexión con la tierra, con los otros, con el universo.
Si ustedes filmaran a una madre con su hijo recién nacido y revisaran sus movimientos en cámara lenta se encontrarían con una danza perfecta de movimientos armónicos que los mantiene completamente conectados. Si han visto a las aves en danzas de apareamiento se darán cuenta de lo mismo, el pareo corporal coincide con la experiencia de total intimidad. Se da en estas situaciones unas conexiones en nivel de conciencia distinto, donde yo soy uno con el otro, simbióticamente, donde lo que importa no es lo que me pasa a mi sino el nosotros. Los investigadores de la comunicación no verbal han mostrado la correlación entre este sentimiento de intimidad o conexión y el pareo corporal.
A nivel corporativo, creo que también debemos alinearnos en esta conexión. Debemos hacernos cargo, entender y trabajar la relación con todos los otros significativos ( o grupos de interés) , como una unidad básica de nuestra misión y propósito de nuestras compañías. Partiendo por la relación con lo más cercano, nuestros colaboradores. Luego, nuestras comunidades, y por supuesto, nuestros clientes que son la base de todo lo que construimos. Debemos conectarnos y hacer tribu con nuestras comunidades, ser cuidadosos con el medio ambiente, generar relaciones de confianza entre nosotros, donde el bien común sea más importante que la ganancia personal. Donde respetemos lo diverso y entendamos su valor. Y todo esto para tener un pareo perfecto.
Los seres humanos no nos conectamos solo desde lo racional, siempre involucramos nuestras emociones y sentimientos, la gente nos cae bien o nos cae mal, nos pareamos o nos desconectamos. Pero, si ponemos un propósito superior podremos intencionar la conexión, porque necesitamos a la tribu, necesitamos cuidarnos unos a otros, necesitamos volver a confiar, necesitamos una conexión distinta en nuestra empresa y en nuestro entorno.
La gran empresa genera 5 millones de empleos, afecta al menos a 15 millones de personas. Tenemos una tremenda posibilidad de hacer de esta crisis una gran oportunidad de conexión y evolución.
La autora es vicepresidenta de Personas & Sostenibilidad de Enaex