Hace un par de semanas, la gerencia de La Polar se reunió con trabajadores de la compañía. Se les informó que el 15 de enero la tienda ubicada en Concepción bajaría la cortina, y con ello sus 85 trabajadores dejarían la compañía. No se había llegado a acuerdo con Walmart -cuenta el presidente del sindicato, Iván Campos- en el valor del arriendo. Y el sentido de realidad obligaba a tomar tal decisión. Dos años atrás pasó algo similar con Cencosud, forzando el término del local en el Portal La Reina. Rentabilizar la operación de la mano de una fuerte reducción de costos era la máxima.
Con ello, se reforzó la preocupación del mercado por La Polar, la que ya venía creciendo en los últimos meses. Primero estuvo la débil situación financiera mostrada a septiembre -con una caja de apenas $5.716 millones y pérdidas por $18.649 millones-, que hizo que las clasificadoras pongan su rating en el radar. ICR ya modificó su tendencia de Estable a Negativo. Y luego, vino el estallido social del 18 de octubre y la consiguiente vandalización de tiendas y baja en ventas. Pero, las alertas se encendieron aún más, tras el anuncio de reorganización financiera de AD Retail.
Desde el 18-O a la fecha, la acción de La Polar ha anotado el segundo peor desempeño del sector tras Hites, con una baja del 44,75%; mientras que desde la comunicación de la matriz de Abcdin y Dijon el viernes 27 de diciembre, hasta el jueves, era uno de los dos papeles en terreno negativo. El viernes, sin embargo, subió 8,33%, reportando un alza semanal de más de 3%. "La Polar es la excepción, ya que si bien ha sido bastante meritorio lo que han hecho de reconvertir a una empresa que estuvo quebrada, todavía los niveles de actividad no llegan para consolidarse con viabilidad a largo plazo", señala el gerente general de Humphreys Clasificadora de Riesgo, Aldo Reyes.
Para nadie es novedad lo complejo que ha sido darle continuidad a una compañía que en 2011 estuvo técnicamente en quiebra tras la crisis de las repactaciones unilaterales, con pérdidas por más de US$1.000 millones. En 2018 el control lo tomó Leonidas Vial. Y desde hace 36 meses, la firma entró en un profundo plan de reorganización. Hoy -de hecho- fuentes al tanto precisan que las cifras han mejorado y que no existe ningún riesgo en su viabilidad. Solo seis tiendas resultaron saqueadas desde el 18-O, y ninguna fue quemada. Además, se estiman seguros comprometidos por entre $1.800 millones y $2.000 millones. A ello se sumó el respiro que vino de la mano del Servicio de Impuestos Internos. A mediados de diciembre, el organismo repuso $13 mil millones en el marco de un proceso millonario que ha mantenido enfrentados al Servicio y a la multitienda desde 2013, por el pago de tributos en instancias en que La Polar tenía pérdidas. Esta victoria para el retailer le alivianó directamente la caja, a lo que se agregó el pago de unos seguros por la tienda de Osorno que resultó quemada en marzo pasado. "Hay eventos posteriores a septiembre que cambiaron el panorama. A La Polar le entró plata. Si la caja era de $5.000 millones, pasó a ser de $20.000 millones", confirman conocedores de la multitiendas. "Estamos bastante tranquilos en ese sentido. Lo único que importa es que esté funcionando bien la caja de la compañía y eso está perfecto", subrayan.
Si bien fuentes del mercado miran con cierto recelo la expansión de la caja de la mano de variables tan puntuales y que no responden a un sustento en ventas, sí están lejos de encontrar fundamentos que hagan caer a la firma... mal que mal, el hecho de que el controlador sea Leonidas Vial da la garantía necesaria de que seguirá sosteniendo a la firma. "Leonidas no la dejaría caer", puntualiza un cercano.
Plan de crisis
El pasado 8 de diciembre, La Polar contestó a una de las tantas demandas laborales que posee. En ella reveló que a lo menos desde hace 36 meses, ha venido realizando una serie de cambios, basados en una reestructuración completa de la firma. Para ello, hicieron un análisis de todas las tiendas, puntualmente aquellas que habían venido mostrando un resultado negativo desde 2012. Así, se minimizaron metros cuadrados en locales como Copiapó o Las Rejas -en total se pasó de 160 mil m2 útiles de venta a 153 mil en cinco años-, se eliminaron casi la totalidad de las bodegas regionales, y se cerró San Fernando, Ahumada, La Reina y el outlet de la Panamericana. De hecho, en abril la compañía vendió sus tradicionales instalaciones en Renca por una suma cercana a los US$14 millones, y trasladó todas sus oficinas a Ciudad Empresarial. Solo entre julio y septiembre del año pasado la dotación de la casa matriz se redujo en un 10%; desvinculaciones que se venían sucediendo desde 2015. De hecho, si ese año el número de trabajadores bordeaba los 8.000, ahora está cerca de los 4.500.
En orden cronológico, en septiembre de 2015 salieron 522 trabajadores por el modelo de autoatención; en enero del año siguiente, el cierre de la tienda de Ahumada implicó la desvinculación de 182 personas, además de 400 de la casa matriz, incluidos varios gerentes y subgerentes. Entre septiembre y octubre de 2017, sacaron a 780 trabajadores; y en marzo del 2018, salía el 15% del personal de las oficinas centrales, además de 650 trabajadores más. En 2019 fueron despedidos del orden de 500 empleados.
"Nos hemos visto en la obligación de implementar una fuerte reestructuración interna general del funcionamiento de la empresa, que nos permita hacer más eficiente la operación en todas nuestras áreas, ser más competitivos en el mercado del retail, optimizando y racionalizando los escasos recursos de la misma, y así disminuir las pérdidas de la compañía, lo que nos permita hacer sostenible la empresa en el tiempo y lograr hacer frente a una competencia cada día más extrema en la industria del retail", puntualiza la compañía en varios procesos judiciales. A septiembre, la deuda ascendía a $111.521 millones, en un contexto donde las ventas -previa crisis- ya habían caído un 7,2%, y el same store sale venía en terreno negativo desde al menos el primer trimestre de 2018.
Desde el sindicato aseguran estar nerviosos con tanta incertidumbre. "Estamos como en statu quo. Existe mucha incertidumbre por todo lo que pueda venir", subraya Iván Campos. Pese a ello, al interior de la compañía precisan que diciembre fue un buen mes de venta y si bien en octubre y noviembre se vio una baja importante de dos dígitos en los ingresos, la Navidad trajo un pequeño repunte. Y subrayan, además, que los pasivos se mantuvieron en un nivel bastante menor que la cartera de créditos que poseen.
De hecho, desde los acreedores aseguran estar tranquilos: "Estamos monitoreando la situación, aunque en este minuto no hay señales que hagan ver que la compañía vaya a entrar en una situación de emergencia, porque tienen un buen stock". Y agregan que "si una compañía como La Polar quebrara a causa de dos meses de una situación complicada, significaría que venía tambaleando hace mucho tiempo y no es el caso. Hoy la compañía se está comportando bien, tiene un controlador con nombre y apellido y, si bien no tenemos garantías de él, sí hay un compromiso de que la compañía va a honrar sus obligaciones". Subrayan en contraposición que la situación de AD Retail era bastante más compleja; la crisis no fue la razón de fondo, ya que -destacan- es imposible que una compañía sólida caiga tan rápido por esto.
Al interior de La Polar confirman que se ha cumplido con todos los compromisos. "No hemos crecido en la cartera como lo han hecho otros, no hemos querido porque tenemos que resguardar los recursos que son escasos. Hemos estado superordenados y les hemos cumplido a todos". El stock de colocaciones a septiembre disminuyó un 3,3%, alcanzando un valor de $171.222 millones. Los clientes con saldo finalizaron el período con 505.307 tarjetas, mientras que el saldo promedio creció un 5%.
Fuentes vinculadas a los tenedores de deuda de la firma explican que, además, hay coberturas de garantías de relevancia. Por cada peso que se presta, se dan cuentas por cobrar por el doble o por $2,5. "Esas cuentas por cobrar son contra los clientes de La Polar y, si bien se están viendo perdonazos a morosidades, el comportamiento histórico de las personas es pagar. No vemos una mora masiva, y si eso pasara, jodería todo el sistema, no solo La Polar", sostienen.