“Muchas autoridades van a ser hostiles (...) pero al final del día es la gente la que manda las políticas de su país y si suficiente gente en tu país está utilizando bitcoin, eso eventualmente se verá reflejado en sus políticas”. Más allá de que se cumpla la profecía que hizo en 2018 Tone Vays, exvicepresidente de JPMorgan y actual inversionista experto en bitcoin, lo cierto es que hoy en día todo parece avanzar en esa dirección.

No se trata simplemente de que este viernes su valor haya sobrepasado el umbral de los US$ 55.000, gracias a un espectacular salto de 473% en los últimos 12 meses, sino de cómo se ha ido arraigando en la economía y en las inicialmente reticentes finanzas tradicionales, junto a todo el pujante mercado de las criptomonedas.

En la actualidad se pueden usar para pagar desde una cuenta telefónica, como es el caso de AT&T que acepta bitcoin y ethereum a través de bitpay, hasta las suscripciones a un sitio web de pornografía, como ocurre con PornHub que desde diciembre pasado recibe bitcoin y litecoin.

Paralelamente, Wall Street no resistió la tentación. A modo de ejemplo, Morgan Stanley, a través de su unidad Counterpoint Global que maneja una inversión de alrededor de US$ 150.000 millones, está explorando una participación en el bitcoin, mientras que Bank of NY Mellon comenzará a retener, transferir y emitir criptomonedas.

Adicionalmente, Canadá se acaba de convertir en el primer país del mundo en autorizar un fondo cotizado para bitcoin. Se trata del “Purpose Bitcoin ETF”, lanzado por Purpose Investment, que el jueves en su estreno movió un volumen de operaciones de US$ 165 millones.

Con este tipo de espaldarazos se refuerza la idea de que las criptomonedas pueden transformarse en una innovación que cambie la sociedad, tal como lo hizo internet en el pasado reciente. Esto, a su vez, ha abierto una nueva arista en la discusión sobre el bitcoin, al posicionarse entre algunos inversionistas como un activo de largo plazo que ofrece buenas condiciones como refugio contra la inflación.

De hecho, en el marco de la recuperación económica que permitirá la vacunación en curso contra el coronavirus, hay importantes expectativas de un alza en los precios. Esto se ha convertido en otro de los motores que alientan el valor del bitcoin, que en lo que va del año sube 90%, en contraste con la baja de 6,24% que registra el oro, el activo de refugio contra la inflación por excelencia.

Sus detractores

Son básicamente dos los argumentos con los cuales se cuestiona a las criptomonedas. El primero de ellos tiene que ver con los peligros que reviste el absoluto anonimato de las transacciones, lo que a ojos de algunas autoridades las convierte en una herramienta eficaz para el crimen organizado.

Tanto Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, han mantenido esa línea discursiva en medio del actual boom. “Muchas son utilizadas para el financiamiento ilícito”, dijo la economista estadounidense, mientras que su par europea recalcó que son usadas en la “actividad de lavado de dinero”.

La exlíder del FMI también señaló que se trata de un activo “altamente especulativo”, la otra razón de cuestionamiento. De hecho, recientemente dos personalidades de renombre en Wall Street han encendido las alarmas al respecto.

“Viendo el trading de criptomonedas, es EXACTAMENTE como la burbuja de acciones de Internet”, escribió en su cuenta de Twitter Mark Cuban, inversionista multimillonario y dueño de un equipo en la NBA. Previamente, Nouriel Roubini, uno de los economistas que predijo la crisis subprime, advirtió que el bitcoin “no tiene ingresos. No tiene ningún uso. No tiene ninguna utilidad. Así que es una burbuja pura, especulativa y autocumplida sobre la apreciación de los precios”.

Recientemente, el también conocido como “Doctor Desastre” arremetió de nuevo contra la soberana de las criptomonedas. “Las afirmaciones de que el bitcoin es el nuevo ‘oro digital’ están alimentando una nueva burbuja en esa y otras criptomonedas. En la última, que se formó en 2017-18, el bitcoin pasó de valer US$ 1.000 a US$ 20.000 y luego volvió a caer a US$ 3.000 a fines de 2018”, escribió en una columna del Financial Times.

Sus defensores

Está a la vanguardia del avance tecnológico, por lo tanto se trata de un defensor clave en el campo de las ideas. Además, es el segundo hombre más rico del mundo, de modo que ha sido crucial en la reciente valorización del bitcoin. Se trata de Elon Musk, CEO de Tesla y SpaceX, y por estos días, el aliado más relevante de las criptomonedas.

Bastó con que hace tres semanas apoyara por Twitter al bitcoin y al dogecoin para que sus respectivos precios saltaran. Con una mirada pragmática, Musk afirmaba que el “bitcoin está realmente a punto de obtener una amplia aceptación”, y él mismo, desde Tesla, decidió días después invertir US$ 1.500 millones en bitcoin.

Pero son otros personajes los que han llevado por más tiempo la bandera evangelizadora de las criptomonedas. Entre ellos el propio Tone Vays, considerado un veterano de Wall Street por los cargos que ocupó en JP Morgan y Bear Stearn, y Roger Ver, uno de los primeros inversionistas de bitcoin.

Para ellos hay temas valóricos involucrados en el respaldo a esta tecnología. Celebran la revolución que implica una moneda descentralizada, dado que entrega más libertad a los ciudadanos ahora dependientes de bancos, y también despolitizada, lo que le permitiría al bitcoin evitar la hiperinflación y los corralitos. Además destacan su seguridad, en términos del anonimato de sus usuarios y de la confiabilidad de las transacciones.

Por otra parte, respecto a los reproches sobre las facilidades que ofrecerían las criptomonedas para el lavado de dinero, la argumentación en contra suele ir de la mano de las innumerables historias que ligan a bancos tradicionales con esa actividad, recalcando que el problema es para todos los sistemas por igual.

Neutrales y conversos

Dado que el debate es intenso y muy amplio, no resulta extraño encontrar posiciones intermedias. Ese es el caso de Bill Gates, quien se ha declarado neutral respecto a las perspectivas de las criptomonedas. “No soy dueño de bitcoin, no estoy corto de bitcoin, así que he adoptado una visión neutral”, señaló el fundador de Microsoft este jueves en una entrevista con CNBC.

Por otra parte, también se pueden encontrar importantes personajes que han cambiado de opinión. Ese es el caso de Jamie Dimon, CEO de JP Morgan, quien en un comienzo llamó al bitcoin “fraude”, para después tener que reconocer que el “blockchain es real”. Más allá de Dimon, esta semana Daniel Pinto, copresidente y director de operaciones, dijo que la entidad “tendrá que participar” en las criptomonedas.

Las visiones del Banco Central y de la CMF en Chile

Frente al claro avance de las criptomonedas en las finanzas tradicionales y las empresas en general, desde el Banco Central sostienen que “si bien en términos generales la visión no ha cambiado, se ha continuado trabajando en el análisis de este tipo de activos y potenciales caminos para su regulación”.

En este contexto, la institución dirigida por Mario Marcel recalca que “sigue siendo importante advertir los riesgos inherentes a estas operaciones”. Al respecto, aunque descartan que estos activos representen “una amenaza para la estabilidad financiera”, advierten que “es de suma importancia que los inversionistas y el mercado en general estén informados respecto a que estos activos virtuales no son emitidos ni respaldados por bancos centrales u otras autoridades públicas y que, en la mayoría de los casos, su valor deriva únicamente de la confianza de sus usuarios”.

Por su parte, la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) incluyó en la propuesta de Ley Fintech que presentó este mes al Ministerio de Hacienda, menciones a los “criptoactivos”, los cuales define como una “representación digital de unidades de intercambio de dinero, bienes o servicios”, abriendo así la puerta a su regulación.

¿Qué hace revolucionarias a las criptomonedas?

Los servicios financieros a los que estamos acostumbrados, como bancos o tarjetas de crédito, controlan quién tiene derecho a una cuenta, quien puede hacer transferencias a quién y hacia donde se pueden hacer. Con las criptomonedas no existe ninguna entidad que haga ese control, porque el sistema es por definición descentralizado.

De esta manera, bitcoin permite prescindir de terceros. Cada usuario es su propio banco y tiene su propio sistema de pagos para transferencias nacionales e internacionales. De esta manera, se constituye como un activo inconfiscable y resistente a cualquier tipo de censura.

¿Qué son exactamente?

Son monedas digitales cifradas que operan en un sistema blockchain (cadena de bloques, en español), una suerte de libro de contabilidad pública al que se puede acceder desde cualquier computador que forme parte de una red en particular. Es en ese sistema donde se verifica la autenticidad tanto de las transacciones como de las criptomonedas, las que tienen un número limitado para cumplir el principio de escasez que les permite ir ganando valor.

Por ejemplo, solo se pueden crear 18 millones de ethereum y 21 millones de bitcoins. Sin embargo, cada criptomoneda puede ser dividida hasta en 8 cifras decimales y las unidades podrían volverse aún más pequeñas si es que la demanda por su uso crece en el futuro.

¿Cómo se pueden crear?

Mediante el procedimiento denominado minería, el cual está consumiendo tanta energía al año como Argentina, según el Cambridge Bitcoin Electricity Consumptiom Index. Se requiere de un sistema de computadores de muy alta potencia, con lo que se busca resolver un problema matemático complejo, llamado bloque. Alrededor del mundo son muchos los mineros que compiten por resolver esos bloques y, de lograrlo, son compensados con criptomonedas nuevas.

¿Cómo se pueden llevar a cabo operaciones?

Se debe contar con una suerte de monedero digital que le permite al titular comprar criptomonedas (en las numerosas casas de intercambio disponibles), almacenarlas y moverlas de un monedero a otro. A ese monedero se le llama billetera, un software cuyo código de programación es de libre disposición, por lo que se pueden hacer tantas billeteras como páginas web.