La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, afirmó que las 10 horas de reuniones mantenidas con funcionarios chinos en los últimos días fueron “directas” y “productivas”, contribuyendo a estabilizar la relación a menudo inestable entre las superpotencias, al término de su viaje a Beijing.
Antes de partir de China el domingo, Yellen dijo que los países seguían enfrentados en varios asuntos, pero expresó confianza en que su visita había hecho avanzar los esfuerzos para situar la relación sobre “una base más segura”.
“Estados Unidos y China tienen desacuerdos significativos”, dijo Yellen en una rueda de prensa en la embajada estadounidense en Beijing, en la que citó la preocupación de Washington por lo que calificó de “prácticas económicas injustas” y las recientes medidas punitivas contra empresas del país.
“Pero el presidente (Joe) Biden y yo no vemos la relación entre Estados Unidos y China a través del marco de un conflicto entre grandes potencias. Creemos que el mundo es lo suficientemente grande para que nuestros dos países prosperen”, agregó.
Con las relaciones entre Estados Unidos y China en mínimos por cuestiones de seguridad nacional, entre ellas Taiwán, las prohibiciones estadounidenses a la exportación de tecnologías avanzadas y las políticas industriales estatales de China, Washington ha estado intentando reparar los lazos entre las dos mayores economías del mundo.
El Secretario de Estado, Antony Blinken, visitó Beijing el mes pasado, en el primer viaje del máximo diplomático estadounidense durante la presidencia de Biden. Se espera que el enviado para el clima, John Kerry, realice una visita este mes.
El impulso diplomático estadounidense se produce antes de un posible encuentro entre Biden y el presidente Xi Jinping en la cumbre del G-20 que se celebrará en septiembre en Nueva Delhi o en la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico prevista para noviembre en San Francisco.
Yellen dijo que su visita tenía como objetivo establecer y profundizar los lazos con el nuevo equipo económico de China, reducir el riesgo de malentendidos y allanar el camino para la cooperación en áreas como el cambio climático y la deuda.
“Creo que hemos hecho algunos progresos y que podemos tener una relación económica sana que nos beneficie a ambos y al mundo”, declaró, añadiendo que espera una comunicación mayor y más regular a nivel de personal.
En una rueda de prensa posterior a la visita, una funcionaria de alto rango del Tesoro declaró que, tal y como se esperaba, el viaje no se tradujo en avances políticos concretos, pero fue “muy fructífero” en términos de “restablecimiento de contactos” y construcción de relaciones.
Yellen dijo que los funcionarios chinos habían expresado su preocupación por un decreto que restringiría las inversiones estadounidenses en el exterior, pero les aseguró que cualquier medida de este tipo tendría un alcance limitado y se promulgaría de forma transparente.
También afirmó que había dicho a los funcionarios chinos que podían plantear sus preocupaciones sobre las medidas estadounidenses, para que Washington pudiera explicar y “posiblemente, en algunas situaciones, responder a las consecuencias imprevistas de nuestras medidas si no están cuidadosamente orientadas”.
Posible desastre
Yellen se reunió con funcionarios, entre ellos el primer ministro Li Qiang y el vicegobernador del Banco Popular de China, Pan Gongsheng, a quien se refirió como el jefe del banco central, pareciendo confirmar su esperado ascenso. También se encontró con empresas estadounidenses que hacen negocios en China, expertos en financiación climática y mujeres economistas.
En sus reuniones con funcionarios, instó a una mayor cooperación entre ambas partes en asuntos económicos y climáticos, al tiempo que criticó lo que calificó de “acciones punitivas” contra las empresas estadounidenses en China.
Reiteró que Washington no pretende desvincularse de la economía china, ya que hacerlo sería “desastroso para ambos países y desestabilizador para el mundo”.
Estados Unidos ha puesto en marcha controles a la exportación diseñados para restringir la capacidad de China de adquirir microchips de alta tecnología que Washington teme que puedan tener aplicaciones militares, y está considerando un decreto para frenar la inversión estadounidense en áreas sensibles.
Yellen declaró que había insistido a sus homólogos chinos en que cualquier freno a la inversión sería “muy selectivo, y claramente dirigido, de forma restringida, a unos pocos sectores en los que tenemos preocupaciones específicas de seguridad nacional”, para evitar repercusiones innecesarias”.