Tradicionalmente, Aerotech -una de las principal firmas de soluciones de seguridad del país- recibía al año cerca de 75 llamadas de empresas que buscaban equipos para detectar posibles amenazas. Solo en las últimas dos semanas, ese número se disparó. De esas 75 anuales, saltaron a más de 150 compañías en 14 días: grandes, medianas y grupos familiares. "Jamás había visto esta reacción", revela el gerente general de Aerotech, Mathias Pairoa.
Al parecer, en este corto lapso la visión de la seguridad cambió. El jueves 25 de julio, una bomba con cerca de medio kilo de dinamita llegó a la oficina del exministro Rodrigo Hinzpeter en Quiñenco, en plena avenida Apoquindo. El explosivo estuvo en su silla y una alerta desde La Moneda logró que el hecho quedara solo en un gran susto. El holding del grupo Luksic inició una profunda revisión de sus protocolos de seguridad. El edificio en cuestión, a pasos de la Municipalidad de Las Condes, hizo lo mismo. Y el tema se masificó hacia el sector privado... mal que mal la bomba había llegado directo al corazón de uno de los principales grupos empresariales del país.
"A raíz de estos últimos acontecimientos, la seguridad está empezando a ser tema", señala un director de una conocida multitienda. "La empresa no está preparada para un atentado terrorista", agrega.
Hoy son pocas las compañías que cuentan con rayos x en sus accesos y menos aún las que tienen detectores de explosivos. Hasta ahora, las medidas se reducen básicamente a la solicitud de la cédula de identidad al ingreso. Si bien desde el mundo privado sostienen que no se ha generado una sicosis a raíz de lo de Quiñenco, sí es un tema que se está planteando. "Dado que el Estado no está siendo lo suficientemente eficaz para contrarrestar este tipo de delitos, obviamente el sector privado está tomando cartas en el asunto", señala el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Manuel Melero. Y añade: "Los delitos terroristas son una fase relativamente nueva y lo que he visto es que las empresas están reforzando sus iniciativas de seguridad, están adoptando nuevos protocolos, contratando asesorías y haciendo toda una labor de prevención".
Una compañía del sector financiero incluso contrató a una empresa para estudiar todos sus parámetros de seguridad, desde materias cibernéticas hasta la revisión de correspondencia. Aún más, tuvieron a personas vestidas con uniformes de una empresa de distribución paseándose por sus oficinas para monitorear los estándares de seguridad. Nadie los detuvo.
La semana pasada, la Municipalidad de Las Condes instaló un escáner detector de metales en su entrada principal, en Apoquindo. Hoy todo individuo ajeno al municipio debe pasar su bolso por una banda, mientras que la persona debe hacerlo por barreras detectoras. No recuerdan haber tenido un nivel de seguridad así.
"Me ha tocado estar en varios episodios de bombas durante más de 20 años y nunca había visto tanta reacción como ahora. Realmente hay preocupación", dice Mathias Pairoa. De hecho, el atentado explosivo hace dos años contra el entonces presidente de Codelco, Óscar Landerretche, no generó tal revuelo. La situación similar que afectó hace algunos meses al presidente de Metro, Louis de Grange, tampoco.
"No sería raro que en un futuro se empezara a exigir la revisión directa de bolsos y mochilas en edificios, lo que hoy no se ve en Chile", subraya el director de una minera.
De rayos X a detectores de explosivos
Tan amplio como el número de empresas de seguridad que existe en el país es el abanico de opciones que tienen las compañías para elevar sus estándares de seguridad. En esa industria sostienen que van desde los escáner de rayos X por los cuales se pasa el equipaje para detectar metales, a-lo más moderno- los de explosivos. A raíz de los acontecimientos en Quiñenco, el atractivo de estos últimos instrumentos va en aumento.
"Como consecuencia de los últimos eventos, nuestros actuales clientes nos han comenzado a solicitar servicios especiales de seguridad que no eran tan habituales que nos pidieran antes de estos ataques", señala el director general Latam Sur de Prosegur Seguridad, Edgardo Ferrin. Estos -añade- van desde el diseño de protocolos de emergencia antiactivación de elementos explosivos, incluyendo la capacitación a personal especializado, hasta escáneres muy específicos y especiales para detectar estos elementos y desactivarlos.
En Aerotech, en tanto, precisan que las peticiones se han centrado -además de los clásicos escáneres- en detectores de explosivos automáticos, que se basan en detectar trazas, partículas de explosivos. Y, también, en un desarrollo nuevo que dice relación con detectores de metal para detección de componentes de explosivos.
"Físicamente parece una impresora de escritorio. Es totalmente automatizada, la podría ocupar cualquier persona. Y alerta si hay un componente metálico propio de lo que sería un explosivo", explican. Algunas compañías -cuentan- los están solicitando para sus oficinas de partes, o directamente para las secretarias de gerencia.
Hoy, todas las máquinas son importadas. Si bien existe un stock mínimo en Chile, éste -dado el boom de los últimos días- no ha dado abasto. Las compañías están trayendo nuevos aparatos para cubrir la demanda. Tardan entre 30 a 90 días en llegar desde Inglaterra, EEUU e Italia; algunas otras de Alemania y, en ciertos casos, de China.
Actualmente, un detector de explosivos puede costar del orden de los US$ 50.000, mientras que un escáner de rayos X varía desde los US$ 50.000 a millones de dólares. En Prosegur Seguridad puntualizan, no obstante, que dada la gran cantidad de tipos de detectores de diferente índole, se pueden encontrar alternativas más económicas: desde US$ 4.000 hasta US$ 25.000.
"Nuestra experiencia internacional, que incluye el reciente ingreso en Estados Unidos, nos permite tener una red muy importante de partners y contar con tecnología de punta que ya se utiliza en Europa y Estados Unidos, y que ahora se comenzará a implementar en Chile", explica Edgardo Ferrin.
Pero la máquina no lo es todo. En el edificio donde se emplaza Quiñenco existe un detector de rayos X. La correspondencia pasó por ahí, y si bien el escáner detectó la bomba, nadie la detuvo; el operador al parecer falló.
Aerotech -compañía que tiene a su cargo todos los aparatos de seguridad del aeropuerto- comúnmente recomienda empresas especialistas en operación y capacitación. Hoy -a la luz de los acontecimientos- todo eso está en análisis. "En lo que pasó hay falencias en procesos. Hoy tengo mis serias dudas de qué tan especialistas sean, y estamos en una etapa de revisión de ellas", cuenta Pairoa, razón por la cual prefiere no dar nombres de las empresas tras estos procesos.
La próxima semana traerán a un experto alemán en instrucción de detección de explosivos, para revisar los procesos que se están implementando en el país y recomendar "correctamente" a los clientes con quién trabajar.
Suben los escoltas
Si bien hoy existen varias compañías que han mandado mails internos reforzando sus protocolos de correspondencia, hay empresas que han dado un paso más. Una fintech mandó correos electrónicos falsos de altos ejecutivos pidiendo información sensible para que fuera derivada a correos personales, y así verificar la vulnerabilidad interna que tenían. Y en otras han elevado la petición de escoltas para sus invitados extranjeros.
El fundador de la firma de sistemas de seguridad y escoltas Protección Chile y experto en seguridad, Jorge Valdés, explica que las aseguradoras han incrementado la solicitud de guardaespaldas para ejecutivos extranjeros que visitan Chile, y sobre los que poseen seguros de vida. "Ha aumentado la petición con los últimos hechos. Por el lado de las empresas están llegando muchos extranjeros a Chile y, debido a seguros internacionales, solicitan la custodia por parte de personal entrenado", explica.
Subraya que lo que se está pidiendo es acompañamiento a la llegada en el aeropuerto. Y para el desplazamiento se arriendan vehículos con ciertas características de seguridad, como blindados.
Hoy, dice Valdés, existen del orden de 20 compañías que ofrecen servicio de escoltas. Solo Protección Chile trabaja con 20 personas, entre exuniformados y civiles.
Más allá de ello, según el último reporte de Seguridad Privada en Chile, elaborado por el Laboratorio de Seguridad y dado a conocer el año pasado, el personal privado de seguridad -incluyendo guardias y vigilantes- aumentó un 211% entre 2014 y 2017. Si hace cinco años el número de carabineros con los privados era equivalente -en torno a las 43.000 personas-, en 2017 estos últimos ya los duplicaban. El reporte revela así que el número de empresas dedicadas a la seguridad creció solo entre 2005 y 2015 un 532%, superando las 1.890 compañías.
En ese escenario, desde los grandes centros de eventos puntualizan que si bien no existen cambios en sus protocolos, y en varios espectáculos la seguridad la pone directamente la productora, sí es un tema a analizar. De hecho, al interior de uno de los principales edificios empresariales ubicado en El Golf precisan que el tema se abordaría en la próxima reunión de directorio, con miras a analizar las medidas de seguridad que actualmente poseen.
Icare es una realidad distinta. Los protocolos se mantienen sin variación. Incluso uno de los principales eventos empresariales del país, Enade -a realizarse el 5 de noviembre-, no ha variado sus medidas. Es que, dicen, siempre han contado con las medidas de seguridad adecuadas para este tipo de eventos y para las diferentes circunstancias de cada uno de ellos. "No hemos tenido incidentes y esperamos no tenerlos", enfatizan.