Si bien es cierto que los vigilantes -con independencia de cómo se les llamara- han sido durante siglos personas con la tarea primordial de proteger a otras personas o ciertos espacios (públicos o privados), hoy la seguridad descansa en algo más que en el elemento humano.

Junto a la profesionalización y a la formación continua de los vigilantes privados, prevenir los riesgos de enfrentar la delincuencia y la inseguridad, garantizar una rápida detección e intervención, minimizar los daños y las pérdidas, o sistematizar las inspecciones, junto con facilitar la actuación expedita de las fuerzas policiales, ha hecho imprescindible el trabajo combinado de personas y tecnología.

La seguridad no ha sido -no es- ajena a la transformación digital. La tecnología de punta en la seguridad es una realidad ineludible. Los múltiples servicios de los sistemas de seguridad permiten un sinfín de posibilidades para garantizar la total protección de bienes y personas, entre los que podemos encontrar: control de accesos y paneles, video vigilancia, centrales de alarmas, sensores de movimiento, sensores de temperatura o de infrarrojos, protección contra explosiones e incendios, ciberseguridad, etc. El desarrollo de innovaciones ha permitido, además, la puesta en marcha de aplicaciones y la gestión de algunas herramientas desde el propio smartphone.

La industria de la seguridad debe ofrecer soluciones específicas e integrales, porque la seguridad no se puede trocear. El cliente requiere un "todo en uno" adecuado a sus necesidades. En definitiva, exige soluciones personalizables y adaptables de alto valor añadido, que le aseguren una protección efectiva, optimizar los recursos y recibir un servicio diferencial. El cliente busca dar respuesta a una incertidumbre o a varias y quiere soluciones, no productos.

La clave para las compañías de seguridad que quieran ser exitosas se encuentra en estar a la vanguardia de los cambios tecnológicos que están teniendo lugar, diseñando, desarrollando e incorporando soluciones avanzadas. En definitiva, no solo observando las nuevas reglas de juego que se imponen, sino provocando cambios propios, anticipándose, tanto en la forma de ofrecer sus servicios, como en la manera de interactuar con los clientes y formar a sus colaboradores. Los que crean que esto es una moda y no se suban rápidamente a estas nuevas reglas, quedarán seguramente en el camino: ya no es cuestión de estrategia, es una cuestión de supervivencia.