Suministro eléctrico, caída de red, errores de software y ciberataques, son algunas amenazas que desafían constantemente el servicio de los centros de datos. Pero una de las grandes dificultades es mantener los equipos a una temperatura estable, ya que si no se hiciera nada por controlar la refrigeración, los dispositivos de gran tamaño podrían llegar a producir un calor de más de 80°, según el académico de Ciencia de la Computación de la Universidad Católica, Cristián Ruz.

Ante este escenario, las empresas realizan distintas acciones para mantener sus data centers en un clima en que su personal pueda estar cerca de estos aparatos y que estos no se deterioren por el calor. Y el desafió no es fácil, ya que los data centers funcionan las 24 horas del día y en los 365 días del año.

En esa línea, diversos métodos se han impulsado para mantener a los centros de datos a una temperatura baja para el buen funcionamiento del equipo. El más común es el combatir el aire caliente que se produce con el aire frío. Este es el modelo más estándar y uno de los más barato de implementar. "Es un sistema de refrigeración con racks de ventilación, incluso, subterránea, con un piso falso, que por debajo circula el aire y también por el techo", explica Ruz. La idea de este sistema es que se baja la temperatura de los equipos con grandes cantidades de aire frío y, por ende, se produce un gran consumo de energía.

En esa línea, algunas empresas han combatido el sobrecalentamiento de los data centers llevando estos equipos a lugares donde las temperaturas naturales son bajo 0° y la nieve es la protagonista. Otros, como Microsoft, se han aventurado instalándolos en el fondo del mar para utilizar el agua como ayuda a la climatización, bajo la iniciativa denominada Project Natick.

Según, la American Society of Heating, Refrigerating and Air Conditioning Engineers (Ashrae) la temperatura necesaria de un data center debe estar entre los 15° y 25°, ya que a partir de cifras más elevadas se corre el riesgo de que el equipamiento se vea dañado.

Hoy destaca un sistema donde por medio de grandes contenedores de agua fría se distribuye líquido por tuberías que pasan por medio de los dispositivos y un aislamiento especial para no afectar al circuito eléctrico. Otros más innovadores, sumergen directamente los equipos en un líquido que no conduce la electricidad. Sin embargo, hasta la fecha son pocos los que se han atrevido a impulsar este modelo debido al alto costo de su implementación y riesgos que significa una fuga de líquido para el funcionamiento de los equipos.