Recientemente se cumplieron dos años desde que se promulgara en nuestro país la primera Ley de Fomento al Reciclaje, iniciativa pionera en Latinoamérica. Esta ley es el inicio de la institucionalización de nuestro camino sin retorno hacia la economía circular. Esa que privilegia virtuosamente el reciclaje de materias primas y la valorización energética de residuos, antes que optar por resignación y obligación a enterrar estos "residuos" en rellenos sanitarios.
Por ley se creó también la denominada Responsabilidad Extendida al Productor (REP), como instrumento regulatorio fundamental que busca que los importadores o fabricantes de determinados bienes -una vez terminada su vida útil- se hagan cargo de su recolección y valorización bajo la responsabilidad de un regulado. Lo anterior, le permitirá al país ahorrar energía y el uso de materias primas vírgenes, disminuyendo la presión de explotación de recursos naturales. Construir esa cadena virtuosa es el desafío, integrando a municipios, recolectores de base, empresas y consumidores.
El gran acierto de este nuevo marco normativo es el de generar el tránsito desde un enfoque meramente sanitario en la gestión de los residuos a un enfoque ambiental, que incentiva la disminución en la generación de residuos y que privilegia el valor de estos como materia prima.
Además, no puede desconocerse el impacto que tendrá el aumento de infraestructura pública como puntos verdes y limpios en nuestras comunas, el diseño y etiquetado de productos para que el consumidor pueda distinguirlos, y sistemas de depósito y reembolso para la disposición de residuos.
En esta línea y más importante aún, será internalizar como sociedad que la basura es un error de diseño, como dice Gonzalo Muñoz de Triciclos. Con el ecodiseño, la innovación y las nuevas tecnologías- introducidas en la ley- se generará un mundo de posibilidades para producir envases con menos impactos. Transformar esta industria es una de las grandes metas que inspira esta política pública.
Asimismo, tenemos como país la oportunidad de dejar atrás y superar el presente modelo económico lineal de "tomar, hacer, desechar" y pasar un modelo de economía circular, reparadora y regenerativa con el medio ambiente y sus recursos.
No obstante, la economía de los residuos tiene sus particularidades. Para el ciudadano de a pie le parece ser gratuito generar residuos, pero los municipios incurren en gastos de hasta el 27 % del presupuesto municipal y el 50% de las propiedades está exenta del pago por el servicio de recolección, trasporte y eliminación de residuos. Sólo por poner un ejemplo, la cuenta municipal en gestión de residuos en el 2016 llegó a una cifra de $312 mil millones.
Mientras que países Ocde valorizan hasta el 90% de sus residuos, en Chile los valores son inversamente proporcionales. Incentivar la nueva industria del reciclaje es crecimiento para el país, puestos de trabajo verdes de la nueva economía circular y miles de emprendimientos locales y regionales.
Debemos ser perseverantes en completar nuestro marco regulatorio, creando incentivos reales para sumar más actores a la economía circular y de esta manera seguir dando pasos hacia adelante para mejorar nuestro entorno y la calidad de vida en nuestras ciudades, para así transformar a Chile en uno de los países pioneros en abrazar la economía circular y establecerla como un eje estratégico de nuestro desarrollo sostenible. P