Paul Romer, PhD en Economía de la Universidad de Chicago, ha recibido el Premio Nobel de Economía por sus contribuciones a la teoría del crecimiento económico.
Curiosamente, y a partir de su denuncia (de la que luego se retractó) de que el Banco Mundial había manipulado su estudio denominado "Doing Business" -en que clasifica a los países según el atractivo de sus economías para la inversión- para perjudicar a Chile, en ese momento gobernado por Bachelet, se le ha querido asociar a una visión de izquierda.
No es tan simple clasificar a Romer, un académico altamente respetado, a pesar de su carácter extremadamente independiente y de sus profundas críticas a sus colegas economistas contemporáneos más relevantes en la academia.
Desde hace unos años Romer ha dedicado grandes esfuerzos a promover las "Charter Cities" -ciudades con estatuto- como fórmula efectiva para reducir la pobreza en el mundo.
Se trata de crear territorios donde puedan desarrollarse ciudades, a partir de reglas del juego capaces de atraer la inversión y las personas: ciudades que aseguren que van a perdurar las reglas del juego para una economía de mercado.
Su énfasis en las Charter Cities deriva de su investigación que le valió el Premio Nobel. En alguna forma son el capital humano y la tecnología lo que sostiene el crecimiento.
Y esto a través de un proceso que ocurre en las ciudades. Si se paga más por un metro cuadrado en una ciudad de 10 millones de habitantes que por un metro cuadrado en el campo, es porque es en la ciudad donde todos acceden a los beneficios de la tecnología y el capital humano, y aumentan su productividad.
Romer ve entonces que la creación de Charter Cities, que generaría riqueza y empleo para millones, puede autofinanciarse con el mayor valor de la tierra que se crea en el proceso. Se trataría de proyectos rentables para eliminar la pobreza global a otro ritmo que el conocido.
Según Romer, China, tras observar el éxito de Hong Kong, decidió autorizar el equivalente a numerosas Charter Cities, con estatutos capitalistas, para desarrollarse. Millones de chinos han salido de la pobreza, lo que permite a Romer decir que la más grande contribución de Inglaterra al desarrollo del mundo ha sido su diseño y protección de Hong Kong. Y el propone replicar estas experiencias exitosas en el mundo.