En regla, emiten 12 millones de toneladas de CO2 al año; casi el doble de todo lo que genera Uruguay, más de todo lo que produce Paraguay o Costa Rica y similar a las emisiones de Panamá.
Latam Airlines es actualmente la compañía chilena multilatina que más CO2 genera en toda su operación: sus 12 millones de toneladas equivalen al 12% de todo lo que emite Chile. Tomando solo lo que genera localmente, está lejos, eso sí, de las eléctricas que según los últimos datos oficiales -de 2018- aportan el 33% del CO2 que emite el país.
La industria de la aviación genera del orden del 3% de todo el dióxido de carbono global, pero con un gran problema: en la aviación no existen actualmente reemplazos para su principal contaminante: el combustible... Y de no actuar, esa cifra solo puede ir al alza.
En 2018, la industria firmó un acuerdo para reducir en 50% sus emisiones al 2050, el denominado acuerdo Corsia. Si bien el único país donde opera Latam que se incluyó en esa estrategia fue Brasil, la firma decidió extender esa aspiración a todas las naciones donde está presente. En mayo lanzó su plan. Y sus metas: la compañía no podría emitir más que los niveles de 2019, ese sería su techo. De excederse debe compensar la diferencia; pretende bajar en 50% las emisiones domésticas al 2030 y convertirse en carbono neutral al 2050; una meta compleja si se considera que la firma tiene control solo sobre un tercio de sus emisiones. El resto, que corresponde al uso del combustible, aún no tiene sustituto.
Activando la compensación
Si todos los aviones de Latam se llevarán al máximo nivel de eficiencia, podrían reducir en 2% las emisiones generadas; si cambiaran las tecnologías podrían bajarlas en 20% o incluso caer hasta 75% con nuevos desarrollos que recién podrían estar a la venta en 2040; pero si se reemplazara el combustible, la aerolínea podría disminuir sus emisiones hasta en 99%.
En Latam dicen que llevan años sumando prácticas que hagan más eficiente su operación. Desde 2012 a la fecha, su estrategia Latam Fuel Efficiency ha elevado 6,52% las eficiencias del grupo. En 2019, ahorraron más de 60,6 millones de galones de combustible. A ello han agregado la mejora de sus aviones. Acaban de extender el acuerdo con Airbus a la compra de 28 aeronaves A320neo: reemplazar un avión con estos modelos reduce en 20% las emisiones por unidad. Con todo, y extremando esos esfuerzos, no alcanzan a bajar las emisiones más de 22%.
El recambio de su principal contaminante aún se ve lejano. El biocombustible y el desarrollo del combustible sintético vía hidrógeno verde está en exploración, no existe la capacidad para cubrir al sector. Se estima que recién va a estar para 2025. Y no hay tiempo, confidencian en Latam. “Reducir las emisiones no va a llegar antes del 2025, 2030, 2040. Y el mundo no dispone de ese tiempo. Y como estrategia tenemos que construir un puente para llegar a ese año”, señala el director de asuntos corporativos de la compañía, Juan José Tohá.
En período prepandemia, la operación chilena de la aerolínea emitía cerca de 2,7 millones de toneladas de CO2, mucho menos de los 6 millones que generan en Brasil.
Y mientras al alero de la IATA intentan avanzar en un sistema de deslocalización de combustibles alternativos, que se traduzca en tener hubs que faciliten su uso y distribución, avanzan en un sistema que les permita ir ganando tiempo.
Recientemente estructuraron un sistema de compensaciones para neutralizar las emisiones que generan. “Apostamos a un aporte incremental y que genere beneficios en los ecosistemas icónicos de la región”, dice Tohá. En su estrategia de cambio climático prevén invertir US$70 millones en una década.
La primera meta será compensar en 50% de sus emisiones domésticas al 2030. De los cerca de 12 millones de toneladas que emite Latam, la mitad es local y el resto, internacional. Así, la compensación comprometida equivaldrá a unos 3 millones de toneladas.
La compañía firmó recientemente un acuerdo con la ONG The Nature Conservancy (TNC) para identificar proyectos de conservación, protegiendo ecosistemas icónicos.
La gerenta de Sostenibilidad de la compañía, Johanna Cabrera, cuenta que han analizado una veintena de proyectos; solo la semana pasada estudiaron 15 provenientes de Brasil. En octubre lanzarán su primera iniciativa de compensación en Colombia. Y si bien prefieren no dar detalles, sí deslizan que implicará la protección de plantaciones.
Hoy están en tratativas avanzadas equivalentes a compensar el 40% de sus emisiones domésticas. Insisten en que para cumplir la meta al 2030 necesitan cerrar gran parte de los acuerdos en estos 12 meses, dado que los árboles se demoran del orden de dos años en empezar a capturar el CO2.
A fin de año, la estrategia se extenderá a sus clientes. Cada vez que una persona compre un pasaje, podrá compensarlo, eligiendo entre los proyectos en los cuales participe la firma. El monto de compensación de cada pasajero será igualado por Latam: una estrategia 1+1.
Al 2050 aspiran a ser carbono neutral. Durante estos años, se acercarán a esa meta vía compensación. Y a partir de la próxima década, esperan que sea ya la reducción de emisiones propiamente tal la que empiece a ganar terreno dentro de ese mix.