Como gobierno, hemos asumido la tarea de llevar a Chile al desarrollo en la siguiente década.
Pensar en esto implicaba, primero, cambiar el clima y hacer las cosas bien. Los resultados hasta ahora son evidentes: hemos recuperado el ritmo de inversión, las expectativas de crecimiento duplican las cifras de los últimos cuatro años -alcanzando el 4%, poniéndonos de nuevo como líderes de la región- y se ha creado 11% de empresas más que en el mismo período del año anterior.
Hoy hay un mucho mejor clima para nuestras empresas y su desarrollo en Chile.
En este escenario, en los países en vías de desarrollo, el resultado que tengan las pymes en estas fases de expansión económica es clave. Donde la matriz productiva es altamente dependiente de presiones o variaciones económicas, son las pymes las que permiten agregar diversificación y adaptabilidad a los mercados.
En la Corfo sentimos que una agencia que proyecta el país hacia el futuro tiene una misión fundamental: apoyar la ampliación de la base de nuestra economía a través de la agregación de tres claves al modelo de desarrollo: agregación de nuevas industrias, agregación de valor al ciclo productivo y agregación de actores al desarrollo económico.
El cómo hacemos esta tarea es estratégico, porque define cuánto y cómo será ese desarrollo al que queremos aspirar. Por eso no somos neutros respecto a la circularidad de estos proyectos, los niveles de colaboración entre los agentes económicos, el impacto social o ambiental que deben tener los emprendimientos y los niveles de innovación que desarrollen nuestras empresas.
Como bien ha dicho el Presidente Piñera, no hay mejor política social que el crecimiento, ni tampoco hay mejor política de crecimiento que aquella que promueve la innovación y el emprendimiento.
Mayor equidad también significa un mejor mercado; con más actores, inundado de emprendedores e innovadores. Un mercado que se hace equitativo por la libre iniciativa de miles de chilenos desarrollando sus planes de vida y negocios.
Esto implica condiciones más justas para las pymes -pago a 30 días y modernización tributaria-, fomentar la incorporación de nuevos actores en el ecosistema, potenciar los ecosistemas regionales de emprendimiento y sus capacidades, estimular la activación de redes y coordinación entre actores, y sobre todo, nuevas formas de acceso al crédito y el financiamiento.
Hemos aprendido que podemos agregar valor si entendemos la vinculación estratégica entre financiamiento y la generación de capacidades. Por eso debemos simplificar las formas en que las empresas acceden al financiamiento y acelerar el proceso de transferencia tecnológica.
Chile lleva la delantera en el ecosistema latinoamericano del emprendimiento (5° lugar mundial en cuanto a actividad emprendedora según GEM 2017, por ejemplo), y contamos con una fuerte heterogeneidad a nivel de pymes, emprendedores y ecosistemas de emprendimiento e innovación a nivel regional. Queremos que nuestras empresas sean exitosas, de su éxito depende la calidad y profundidad de nuestro desarrollo.