La tasa de pobreza que arrojó la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) 2022 conocida esta semana sorprendió a todos, ya que si bien parte de los expertos anticipaban que podría haber una disminución en esta variable -aunque otros esperaban un alza-, la magnitud fue más allá de las visiones más optimistas.
Según el sondeo, la pobreza en Chile pasó de 10,7% en 2020 a 6,5% en la última medición, en lo que constituye el menor registro histórico desde que hay datos comparables (1990), y también el menor número de pobres (1.292.521). Así, los datos fueron aún mejores que los registrados en 2017, previo a la crisis social y a la pandemia, cuando la pobreza llegó a 8,5%.
Desde el momento en que el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) presentó los resultados, comenzaron también a entregarse algunas de las razones que estarían detrás de esta baja, y la principal -según las autoridades del gobierno actual y del anterior, y también según expertos- fue el aumento de las transferencias de Estado a los sectores más pobres, es decir, subsidios que ayudaron a complementar los ingresos de las familias.
Efectivamente, ese es uno de los principales cambios que permitió que ya en 2020 la pobreza no subiera tanto como se preveía en ese momento, en medio de la pandemia, y que ahora hizo que retrocediera más de lo previsto.
Pero no es el único factor. Varios expertos también han puesto foco también en otro elemento que se sumó a la ayuda fiscal: el incremento del monto del alquiler imputado, a la vez que alertan por la caída de los ingresos autónomos, en particular los del trabajo, que podría terminar impactando las futuras mediciones, debido a las dudas sobre la sostenibilidad de las ayudas sociales.
Qué ingresos se miden
De acuerdo a la metodología de la Casen, el ingreso considerado para definir si se sitúa sobre o bajo la línea de pobreza -que se sitúa en $216.849 por adulto equivalente- es el ingreso total corriente del hogar, definido como la suma del ingreso autónomo (sueldos y salarios, monetarios y en especies, ganancias provenientes del trabajo independiente, autoprovisión de bienes producidos por el hogar, rentas, intereses, dividendos y retiro de utilidades, jubilaciones, pensiones o montepíos y transferencias corrientes), las transferencias monetarias que recibe el hogar del Estado (aportes en dinero que reciben las personas y los hogares del Estado a través de los programas sociales) y una imputación por concepto de arriendo de la vivienda, en el caso de las hogares que ocupan viviendas en propiedad o de manera gratuita, sea en condición de cesión (por familiar o trabajo), o en usufructo.
Para la medición de la pobreza por ingresos, dicho ingreso total es expresado en términos de ingreso por persona equivalente, vale decir. como el valor del ingreso total del hogar dividido por el número de miembros, elevado a una potencia, llamada técnicamente “elasticidad de equivalencia”.
En resumen, son tres fuentes principales: ingresos autónomos, subsidios y la imputación de alquiler.
En el primero, sobre los ingresos autónomos, la parte de los ingresos del trabajo mostró una fuerte alza de 30,5% en relación a lo exhibido en 2020, pasando de $818.662 a $1.068.168. Mientras, en relación a 2017 -un año más “normal-, el incremento es de 27%. Eso sí, esas mediciones son en términos nominales, con los valores de cada año. Si se ajusta por inflación (o en términos reales), el aumento es de 7,9%respecto de 2020, pero se registra una caída de 3,3%frente a 2017. Y la situación es mucho peor en los hogares de los primeros deciles de ingresos.
Al revisar el detalle de los datos de Casen, se ve que el primer decil, es decir, el de menores ingresos, muestra una caída real de 51,6%en sus ingresos del trabajo entre 2017 y 2022, pasando de $119.765 a $57.951, con el ajuste de la inflación. Hay que considerar, de todos modos, que respecto de la encuesta realizada en pandemia en 2020, se anota un aumento de 365% (en ese año el monto fue de solo $12.465), debido a que ese tipo de ingresos fue el más golpeado en un escenario de cuarentenas que impactó principalmente a las personas pertenecientes a los sectores de más bajos ingresos.
Los deciles segundo, tercero y cuarto también mostraron bajas en sus ingresos del trabajo respecto de 2017, pero alzas versus 2020. Mientras, el noveno y décimo decil anotaron bajas con respecto a ambas mediciones.
Considerando el resto de ingresos autónomos (entre los cuales están los del trabajo), se evidencian caídas de 4,4% y 3,4%respecto a 2017 y 2020. En este tipo de ingresos el primer decil sube el monto hasta $94.767, lo que de todas formas es una caída real de 43%respecto a 2017 ($166.898); en el segundo la baja es de 8% y en el tercero y cuarto de 5,4%.
Mientras eso pasaba con los ingresos autónomos, los subsidios comenzaron a subir en forma acelerada, impulsados por la difícil situación que significó la pandemia. Así, desde $36.938 (a pesos de noviembre de 2022) en 2017, se subió a $60.182 en 2020, un alza de 63% y, luego, en 2022, el aumento fue de otro 13%. En total, entre 2017 y 2022 se incrementaron -en promedio- en 83,5% los subsidios, ajustados por inflación (141% sin ajuste).
Y ahí nuevamente el primer decil es clave y el que mostró las mayores alzas. De hecho, tras subir en este grupo tales transferencias en términos reales en 5% y 6%durante 2015 y 2017, respectivamente, en 2020 y 2022 lo hicieron en 26%y 27%, pasando de $100 mil en 2017 a $160 mil. Hay que considerar, además, que siempre los subsidios han sido escalonados y a medida que se va subiendo en los deciles, estos van disminuyendo.
Con esto, los ingresos monetarios (la suma del autónomo y los subsidios) promedia en los hogares del país $1.304.304, y en el primer decil es de $254.840. Es decir, en el grupo de menores recursos, los ingresos del trabajo representan solo una fracción menor de los ingresos monetarios y que además ha venido disminuyendo con el paso de los años, descansando cada vez más en los subsidios. Por ejemplo, en 2015 y 2017, los ingresos del trabajo correspondían al 47% y 45%de los ingresos monetarios, respectivamente. Y en la medición 2022 su peso es de solo 22,7%.
“A mi parecer, la caída de la pobreza entre el 2017 y 2022 se debe más a los subsidios laborales y bonos; y en menor media al aumento de la pensión estatal (PGU). En relación con la PGU se observa que la pobreza en un hogar con jefe de hogar adulto mayor disminuyó entre 2017 y 2022 según la tendencia, siendo mayor la baja de la pobreza en los grupos etarios entre 18 y 44 años”, dice el economista Jorge Hermann, de Hermann Consultores.
Efecto de alquiler
Pero a estos datos hay que sumarle la tercera fuente de ingresos, que es la imputación del alquiler.
De acuerdo a la base de datos de la Encuesta Casen, el monto promedio de estos ingresos luego del ajuste metodológico tradicional llegó en 2022 a $261 mil, lo que corresponde al 16,7% del ingreso total del hogar. En 2017 este ingreso imputado correspondía al 15% del total (con $176 mil). En términos nominales equivale a un alza en el monto de 48,5%en este período. Esto, en un contexto de aumento de precios de las viviendas durante los últimos años, que lleva a calcular precios mayores de imputación.
“El alquiler imputado busca reflejar la condición de los hogares que ocupan una vivienda sin tener que pagar por ella. A esos hogares se les pregunta cuánto se paga en el barrio en que viven por el arriendo de una vivienda como la que ocupan y ese monto se les suma como una fuente de ingresos. De ese modo se refleja que dos hogares iguales, con los mismos ingresos, pero donde uno paga por la vivienda y el otro no, no son realmente iguales”, explica el director de la Escuela de Ingeniería Comercial de la UDP y excoordinador de Políticas Sociales del Ministerio de Hacienda, Andrés Hernando.
En el primer decil este factor tuvo una fuerte relevancia, ya que según la base de datos de la Casen, el 58% de las viviendas son “propias pagadas” y otro 17% es “cedidas por un familiar”. Solo 3% dice que es “propia pagándose”, donde no se imputa el alquiler. Mientras, en el décimo decil, el de mayores ingresos, el 21%de los hogares dice que su sitio es “propio pagado”, 3% que es “cedido por un familiar” y otro 31,3% señala que la situación de su vivienda es “propia pagándose”, en general por un mayor acceso a créditos hipotecarios.
De esta forma, la imputación de alquiler tiene más relevancia en el primer decil y, tradicionalmente, tiene un peso mayor como porcentaje del ingreso total, el que esta vez de incrementó aún más.
Según los datos de Casen, en el primer decil el monto promedio de alquiler imputado alcanzó a casi $241 mil, es decir, 48,6% del ingreso total de ese grupo de hogares, y muy por sobre la media del país. Este porcentaje también es un salto respecto a 2017, cuando esa variable correspondía al 41% del ingreso total de dicho grupo.
En el otro extremo, en el décimo decil, esa variable corresponde en promedio a solo 8,9% de los ingresos totales.
Considerando entonces ingresos autónomos, subsidios e imputación de alquiler, en el decil de menores recursos solo 19,1% de sus ingresos corresponde al primer tipo, 32,3% a subsidios y el resto a la imputación de alquiler. En el décimo decil el 90,9% del total son ingresos autónomos y prácticamente no hay subsidios.
Alertas
Juan Bravo, director del Observatorio del Contexto Económico (OCEC-UDP), dice que “a nivel general las cifras indican que en términos reales el ingreso autónomo se redujo entre 2017 y 2022, asociado a una reducción de su principal componente, que es el ingreso laboral. También se observa que el progreso en materia de reducción de la tasa de pobreza respecto a 2017 obedece a un incremento de los subsidios y del valor del alquiler imputado, pero no a un incremento del ingreso autónomo”.
A juicio del experto, los menores ingresos laborales en términos reales respecto a 2017 se debe a “la mayor prevalencia de empleo por cuenta propia dentro del empleo total, situación que se exacerba en el segmento de ocupados pobres. Así, mientras en 2017 el 38,9% de los ocupados pobres era trabajador por cuenta propia, en 2022 esa proporción se elevó a 44,4%. Entre los ocupados no pobres la prevalencia de trabajadores por cuenta propia pasó de 20,2% en 2017 a 21,6% en 2022. Por el contrario, la prevalencia de asalariados ha disminuido en ambos segmentos respecto a 2017″.
En materia laboral, otro elemento preocupante, señala, es el aumento de la tasa de desempleo respecto a 2017. Entre la fuerza de trabajo en situación de pobreza, la tasa de desempleo pasó de 25% en 2017 a 30,4% en 2022, mientras que entre la fuerza de trabajo no pobre la tasa de desempleo escaló desde 6,8% en 2017 a 7,7% en 2022.
“En la medida que no se recupere la capacidad de crecer y, de esta forma, estimular la generación de empleo de mejor calidad y con mayor capacidad de generación de ingresos, será difícil continuar progresando en materia de reducción de pobreza en los próximos años”, dice Bravo.
“Bastante preocupante es que el ingreso del trabajo promedio está estancado entre el 2017 y 2022″, agrega Hermann.
Hernando añade que si bien “es una excelente noticia, sin lugar a dudas, que la pobreza haya disminuido en un contexto económico débil y con alta inflación que ha presionado el costo de la canasta básica más que al resto de los bienes, debe movernos a la cautela el hecho que los ingresos generados autónomamente por los hogares más pobres son hoy más bajos de lo que eran incluso en 2017. A esto debe agregarse que algunos de los subsidios y ayudas que han sostenido a los hogares en este periodo no serán y no pueden ser permanentes”.
Esto indica, dice, que la situación “se puede volver a complicar en el futuro. El objetivo de política pública ahora debiera ser ayudar a los hogares a recuperar su capacidad de generar ingresos por la vía del trabajo, e incentivar el crecimiento que aumente la demanda por trabajo e impulse la mejoría de sus condiciones materiales”. P