Lo que dijo y lo que calló Xi Jinping terminó ayer por incomodar a los mercados, que se mostraron insatisfechos con el discurso que pronunció ayer el presidente de China.
En la conmemoración de los 40 años de reformas y apertura que han modelado a la segunda potencia económica mundial, Xi dedicó gran parte de su intervención a resaltar la labor de sus antecesores, incluidos Mao Zedong y Deng Xiaoping, por lo cual los detalles sobre su análisis del presente de China, así como lo que optó por omitir, fue lo que terminó prevaleciendo entre los inversionistas.
"Nadie está en posición de dictar a los chinos lo que debe y no debe hacer", indicó el mandatario, justo cuando negocia con EEUU una vía de salida de la guerra comercial. En esa discusión bilateral Donald Trump demanda cambios que permitan un mejor acceso de las empresas de su país al mercado del gigante asiático.
Sin dejar lugar a dudas, Xi agregó que "no existe un libro de reglas de oro para la reforma y el desarrollo en China, un país con más de 5.000 años de civilización y más de 1.300 millones de personas", con un tono que los medios estadounidenses calificaron como "desafiante".
En segundo lugar, si bien celebró la ruta de reformas por la que ha transitado el país, subrayando que China ha sabido adaptarse, llamó la atención el que no precisara ninguna transformación en particular de cara al futuro. La ausencia sobre cambios promercado, definitivamente dejó con gusto a poco a los inversionistas internacionales.
Por el contrario, sí abundaron las referencias sobre el "socialismo con características chinas". Aunque incomode a Occidente, Xi dejó claro que no pretenden dar un paso al costado en relación a la opción política que han tomado, destacando que los logros de hoy se afirman en tres piedras angulares: la fundación del partido comunista en 1919, la toma del poder en 1949 y las reformas iniciadas en 1978 (análisis del discurso en página 22-23 de La Tercera).