Lastarria resiste
Ha sido uno de los barrios íconos de la bohemia y el esparcimiento santiaguino en las últimas tres décadas, pero su ubicación cercana a la Plaza Italia le jugó en contra a partir del 18-O. Y luego, la pandemia. Sin embargo, pese a todo, incluido el regreso a cuarentena, un grupo de cerca de 70 locales, entre restaurantes, bares y hoteles, luchan por sobrevivir.
Con o sin pandemia, el viernes es un día de difícil concentración. Algunos empiezan temprano a planificar qué hacer en la noche, donde salir a tomar o comer algo sigue siendo la primera opción. Y los restaurantes lo saben.
Pero para los locales del barrio Lastarria, en el centro de Santiago, el viernes en la tarde genera sentimientos encontrados. Más bien frustración. Saben que después de las 16:00 horas todo cambia. Se empiezan a agrupar manifestantes, llega Carabineros y las mesas se guardan. Un poco más tarde comienza la neblina lacrimógena, piedras y destrozos. Y esto ocurre con o sin Covid. Es parte de su vivencia semanal desde el estallido social de octubre de 2019.
“Sobreviviendo es una buena palabra para describir cómo estamos”, dice riendo Jérôme Reynes, socio del restaurante Bocanariz. Es que a pesar de que algunos locales icónicos de la zona como el Patagonia y el Squadritto cerraron (a lo que se suma la intención del dueño de Les Assassins de vender su local), quienes trabajan en Lastarria siguen teniendo fuerza y energía para resistir.
El sector acaba de volver a la Fase 1 del plan Paso a Paso -de confinamiento total-, pero según Reynes, lo que más les complica es “la pandemia de la violencia, ya que la del Covid se va a normalizar en algún momento. Pero la violencia de los viernes es irracional. No se entiende cómo 200 o 300 personas tienen en jaque al gobierno”. De hecho, hace unas semanas, grupos de manifestantes destruyeron varias mesas y sillas de la terraza de este local.
De la misma opinión es Alejandro Scrigna, socio del Bar del Biógrafo, que sigue funcionando, a pesar de que el cine del mismo nombre se mantiene cerrado. “Antes uno veía llegar a mucha gente del sector oriente, pero ya nadie quiere arriesgarse. Todos los viernes se toman la Plaza Italia y cortan la Alameda. Recién a las dos horas llega Carabineros”, reclama. Incluso, los locatarios de la zona prevén que una vez que pase la pandemia, simplemente deberán normalizar la no apertura de este día por la tarde.
Existen cerca de 70 negocios relacionados a restaurantes, pubs y hotelería en el barrio Lastarria, de los cuales cerca de 10 han cerrado.
Desde la Asociación de Empresarios del Barrio Lastarria A.G. (Agebla), a la que pertenecen 52 negocios del sector, estiman que posestallido la afluencia de público bajó en cerca de un 90% y, durante la pandemia, entre un 70% y un 80% en Fase 2, en comparación a un año normal. Pero además, el poco público que los visita gasta menos, por lo que las ventas han descendido alrededor de un 70% en el rubro gastronómico y un 80% en el hotelero.
“Este es un barrio muy especial. No solo entrega un panorama de entretenimiento y ocio. Tiene también una fuerza cultural y patrimonio arquitectónico que nos da la posibilidad de subsistir”, dice Alfonso Molina, socio del nuevo Hotel Boutique Lastarria (se inaugurará en mayo) y presidente de Agebla. Molina agrega: “Es verdad que ha habido apoyo del gobierno, así como de la municipalidad, pero nos es imposible prever las decisiones con respecto a las fases, las que cambian muy rápido. Es caótico, porque contratamos gente, al poco tiempo tenemos que desvincularla y luego, contratarla de nuevo. Pero lo que sí realmente nos perjudica mucho es el poco orden público. Necesitamos mayor control de la violencia de los viernes”.
Adaptación y estrategias
Como sea, el barrio Lastarria, que desde 1997 es zona típica y que hace tres años fue considerado como uno de los “barrios más cool del mundo” por el diario español La Vanguardia, se ha adaptado para mantener ese aire bohemio e histórico que se complementa con el Parque Forestal y el cerro Santa Lucía.
“La gente ya se aburrió de estar arrancando de las lacrimógenas. Simplemente, cuando empiezan las manifestaciones, bajamos las cortinas. Luego, las abrimos y siguen los comensales disfrutando”, explica Scrigna, con respecto al Biógrafo.
Este local, que reabrió en diciembre pasado, está habilitando su segundo piso (de tres), donde harán un “bar estilo irlandés”, concentrándose más en una carta de tragos que en la de comida, “además de tener los precios lo más bajos posible, pero que genere rentabilidad”, señala Scrigna. De hecho, por eso ahora dejó de llamarse “Café del Biógrafo”.
Otro sector que se ve con mucha actividad es el Patio Lastarria, un pasaje que está al lado izquierdo, entrando por la Alameda. Pez Toro, La Junta, Quitral, Urriola, Casa Lastarria y Nolita se esmeran en demostrar que están “vivitos y coleando”.
En realidad, si un transeúnte se olvida por un minuto de la situación actual, puede ver cómo a la hora de almuerzo todo el barrio está en actividad. Emporio la Rosa, Liguria, The Clinic o Mulato, por nombrar algunos, son otros representantes de la oferta. Incluso, las tiendas de artesanos y antigüedades siguen ofreciendo esa detención imposible de evitar. “Se ve movimiento en la semana. Sin embargo, jamás hemos logrado vender lo mismo de antes, pero estamos dando la pelea”, dice una mujer que vende imanes para refrigeradores, cuyas temáticas son como una radiografía fiel de los tiempos actuales y de la cultura popular, donde se destaca una de José Pizarro. Más conocido como “Divino Anticristo”, fue un escritor y personaje callejero que se veía frecuentemente en este sector antes de su muerte en 2017.
Una de las estrategias de los locales para sobrevivir, aparte de acogerse a la Ley de Protección al Empleo y de cambiar la carta e incursionar en el delivery, ha sido negociar la rebaja de los arriendos. Incluso, dejarlos en cero, como es el caso del Bocanariz. “Los dueños nos dejaron de cobrar arriendo, lo que es algo muy visionario. Sin ese apoyo estaríamos liquidados. Hemos incursionado en el delivery de vinos, pero es algo marginal”, cuenta Reynes. Da un suspiro largo y prosigue: “Hay gente que piensa irse del barrio. Hay empresarios que han vendido su auto o su casa para sobrevivir y otros que tenían sus ahorros. Cada caso es particular, pero nosotros nos quedaremos”.
Tomás Sahli, CEO de The Singular Hotels, que tiene un hotel boutique en el sector, comenta: “Estamos esperando ansiosamente que se termine la violencia para que el barrio ícono de Chile vuelva a mostrar todo su esplendor, además de ansiosos que los vecinos puedan recuperar su barrio, para muchos, de toda la vida”.
Por otro lado, el nuevo Hotel Boutique Lastarria está a dos meses de abrir sus puertas. Tendrá ocho habitaciones de lujo y una cafetería para los huéspedes y público en general. También hay dos proyectos de un mismo grupo económico para abrir otro hotel en calle Rosal con Lastarria, además de una galería de arte.
“A pesar de los casos (de contagio de Covid) en aumento, entramos a una fase de vacunación. Eso nos puede entregar la posibilidad de reactivarnos completamente en octubre o noviembre. Pero la pregunta es, ¿cuánto más podrá resistir cada uno de los negocios?”, concluye Molina.
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