A las 15.00 horas del lunes, los nueve directores de Latam Airlines y sus principales ejecutivos se reunieron por videoconferencia. Entre abril y mayo habían sesionado otras nueve veces, pero en ninguna cita habían tomado una decisión como la que adoptaron ese día y que comunicaron al mercado el martes a las 00.15 horas: someterse a un proceso de reestructuración de su deuda bajo la protección del Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos. Agobiada por la pandemia del Covid-19, que la forzó a reducir sus vuelos al 4% de su operación regular y con deudas que suman más de US$10 mil millones, la empresa decidió someterse a la más radical de las salidas. Por casi dos meses, la compañía analizó y exploró una alternativa de renegociación con sus acreedores y, en forma paralela, estudió las opciones de una reorganización a través de un procedimiento concursal.
El presidente de la empresa, Ignacio Cueto, explicó el lunes al directorio que los tiempos del proceso convencional, el riesgo de que los acreedores decidan ejercer acciones de cobro forzado, la imposibilidad de solventar sus incumplimientos y la necesidad de implementar una reestructuración integral de la compañía a la que se deban sumar todos sus acreedores, llevaron a considerar como mejor alternativa la segunda opción. “Hoy en día, la compañía necesita protección de sus acreedores y otras partes interesadas, que se refleje en una suspensión temporal de ejecución, al mismo tiempo que poder continuar operando con sus principales activos, proveedores, partes financistas, reguladores y trabajadores, mientras estructura una reorganización vinculante para ser viable financieramente en un escenario post pandemia”, consigna el acta de la reunión del lunes, liberada este martes.
La decisión es una decisión bisagra. Castigada por el mercado desde marzo, su acción el marte se desplomó 36% y el valor bursátil por primera vez bajó de los US$ 1.000 millones en 16 años. La empresa valía US$ 961 millones. En su peak, en julio de 2012, la aerolínea costaba US$ 12.450 millones. Era la estrella de la región. A partir de este martes, Latam será otra. Tendrá otro tamaño y probablemente otros accionistas.
1.- Por qué el Capítulo 11
Aunque Chile tiene un proceso de reorganización reglado por ley, la opción de Estados Unidos era la mejor para una aerolínea con el 95% de sus acreedores con base en ese país y con operaciones en varios países. Pero, además, es un mecanismo con reputación en los mercados internacionales, que otorga, según directivos de la compañía, certidumbres y plazos que otras legislaciones no otorgan. Por ejemplo, Latam tiene 120 días para presentar su plan de reorganización. En Chile, el plazo era de 30 días. En todo el análisis legal, Latam trabajó en Chile por Claro & Cía., con José María Eyzaguirre Baeza como asesor principal. En Estados Unidos, con Cleary Gottlieb Steen & Hamilton LLP. El jueves, Latam tendrá su primera reunión con el juez designado a cargo en la Corte del Distrito de nueva York, quien tendrá que adoptar las decisiones de la nueva Latam.
2.- Alivio financiero
Mientras la empresa esté bajo la protección legal, se suspende completamente el pago de sus deudas. Por ello, Latam paralizó el reparto de dividendos por US$ 57 millones que tenía programado cancelar mañana, una exigencia de caja que, además, hacía urgente la decisión que tomó el lunes. El juez a cargo de la reorganización tiene, asismismo, una herramienta clave para Latam: puede negociar y forzar una reducción de las deudas totales. En otros procesos de Chapter 11, dicen abogados que han seguido estos procesos, ese porcentaje ronda entre el 40% y el 50% de las deudas totales. Latam espera que una decisión así le permita bajar de US$10 mil millones a US$6.000 millones sus pasivos totales. La rebaja, sin embargo, no será a cambio de nada. Esos acreedores, por regla general, podrán convertir en acciones, al final del proceso, el saldo no pagado y convertirse en accionistas de la nueva empresa. Para esto, la mayoría de los acreedores debe aprobar el plan completo.
3.- Nuevos recursos
Al tribunal estadounidense a cargo del caso, Latam deberá presentar un plan de reorganización. La empresa dispone aún de una caja relevante de US$1.350 millones. Dos de los grupos actuales de accionistas, la familia Cueto y Qatar Airways, comprometieron aportes por US$900 millones a través de un mecanismo conocido como Deudor en Posesión (DIP, Debtor in Possession). Los Cueto, y en menor medida, sus socios, los brasileños Amaro, ponen US$300 millones de ese total. Ese instrumento es atractivo: permite al prestamista tener preferencia en el pago de las deudas futuras y también le permite convertir esos dineros en acciones futuras de Latam. En los cálculos de la empresa, sin embargo, Latam requiere otros US$1.100 millones para llegar a los US$2.000 millones que estimó como necesarios Roberto Alvo, gerente general de la Latam. Con ello, la firma dispondría de recursos por US$3.350 millones para sobrevivir en los próximos 18 meses. “Todos esos dineros son para financiar la operación, no para pagar pasivos”, dice un directivo de la firma. Para llegar al total, sin embargo, será central la contribución del gobierno chileno.
4.- ¿La tabla de salvación?
En Latam esperan que otros accionistas se sumen al rescate bajo el atractivo formato del DIP. Pero asumen que difícilmente quieran hacerlo si existe riesgo de quiebra pende sobre la empresa. Y aunque las negociaciones con otros tres países -Brasil, Perú y Colombia- apuntan a conseguir respaldos, es en el gobierno de Chile donde tienen puestas sus esperanzas. Un aporte directo de recursos es la opción que menos atrae, ideológica y económicamente, al Ministerio de Hacienda, por lo que la alternativa más factible es otorgar una garantía para quienes quieran aportar la liquidez que Latam requiere, a cambio de un fee. El cambio de tono de Ignacio Briones (ver nota secundaria) alienta esas esperanzas. Si no hay más aportes, los Cueto y Qatar podrían retirar los US$900 millones ofrecidos. En ese caso, sin un plan B en el horizonte, el camino será la disolución de Latam. El temido capítulo 7.
5.- Una empresa más pequeña
El plan que Latam debe presentar en Estados Unidos debe incluir un programa de reorganización para “transformar al grupo acorde a esta nueva realidad”, indicó la empresa. La industria aeronáutica global cree que recuperar la demanda pre-Covid-19 tardará años y en Latam coinciden. Por eso, deberán ajustar su tamaño a otro mundo. Ya se habla de una Latam que será el 70% de lo que era antes de la pandemia.
6.- Otros dueños
“Hemos perdido casi todo”, dice un accionista de la empresa. Si el proceso termina con éxito, la empresa recupera parte de su salud financiera y sus operaciones regresan a la normalidad, la nueva Latam tendrá casi con seguridad una nueva estructura de propiedad. Los antiguos y nuevos acreedores -entre los que estarán Cueto (hoy dueños del 21,46%) y Qatar (10%)- podrán convertir sus préstamos en acciones, diluyendo a un mínimo a quienes hasta ahora participaban en Latam y no hayan aportado nuevos fondos. Incluida Delta, (20%), sin efectivo ni autorización para hacer aportes de dinero a una firma extranjera. Y las AFP, que tienen el 15,3%. O tenían hasta el lunes. Cuando murió la antigua Latam para intentar parir una nueva.