Ser políticamente incorrecto y, al mismo tiempo, asertivo es un sello que el socio y director del Departamento de Estudios de LarrainVial ha plasmado en cada estudio que lanza al mercado. En medio de una oficina abarrotada de papeles y la imagen de Albert Einstein en la pared, el economista de una de las corredoras locales más relevantes anticipa los efectos en Chile de la posible recesión global para 2023 y reconoce sus temores acerca de la situación política e institucional de las próximas décadas, luego del proceso constituyente.
¿Cuál es su visión acerca del complejo escenario económico mundial marcado por la guerra en Ucrania y el fantasma de la recesión?
Se ha generado un alza fuerte de las materias primas, exacerbada por la guerra entre Rusia y Ucrania. Está pasando algo parecido a lo que fue la guerra de Yom Kipur del año 1973 entre Egipto e Israel, tras lo cual los países árabes iniciaron un embargo petrolero a los países desarrollados que apoyaban a Israel. Por lo tanto, el petróleo se disparó y se multiplicó por tres, y donde también subió el cobre. Luego cayó el precio de estas materias primas en reacción a las expectativas de violenta recesión, que se concretó desde del cuarto trimestre de 1974. Podría pasar algo similar a causa del shock de costos que comprimiría los márgenes operacionales de las compañías globales. La recesión global llegará a partir del primer trimestre de 2023 y eso va a afectar a Chile.
No obstante, y a diferencia de la recesión mundial de 1975, que golpeó con mucha fuerza a Chile, esta vez China “existe” y la economía mundial depende hoy más de los servicios. Eso significaría una recesión global más moderada.
¿Cómo le pegará este escenario a los commodities más relevantes para Chile como el petróleo y el cobre?
Si bien la guerra en Ucrania no tiene cara de terminar en el corto plazo, el precio de los commodities va a caer por la baja en la demanda global. El precio del cobre se transaría en torno a los US$3,5 la libra entre fines de este año y el próximo, influido también por la entrada de nuevos proyectos. El precio del petróleo puede caer a US$90 el barril o más abajo. La caída del cobre le va a pegar al precio de los activos en Chile, al tipo de cambio y a las cuentas fiscales.
¿Cuáles serán las consecuencias para Chile de este complejo escenario mundial que describe?
El problema de Chile es que terminamos en el 2021 con déficit gemelos. Déficit fiscal del 7,6% del PIB y un déficit en cuenta corriente del 6,5% del PIB. En los cuatro primeros meses de este año la recaudación tributaria ha sido mejor de la esperada y el gobierno está reduciendo el gasto público. Por el lado fiscal se está haciendo “la pega”, pero falta el gasto privado. Por eso el déficit cuenta corriente todavía sigue subiendo y está en el 7,2% del PIB.
Si el país no reduce la demanda interna, la economía chilena no va a resistir el shock que vendría inducido por la caída del cobre y la recesión global del próximo año. El año pasado Chile se gastó US$60 mil millones, el 20% del producto, por retiros de fondos de pensiones y el IFE. Se hizo una política procíclica que va en contra de lo que se debe hacer cuando la economía está volando. Se le metió más combustible. Eso significó que la economía creció 11,7% y el gasto interno lo hizo en 22% en 2021. Todo eso lo estamos pagando hoy día, con más inflación y más desequilibrios en cuentas externas.
Es decir, hoy estamos pagando la “farra” que nos dimos el año pasado.
Exacto.
¿Entonces, la recesión que tendrá la economía chilena será el precio que tendremos que pagar por “irnos de fiesta” el 2021?
Para este año, en que tendremos segundo semestre muy duro, prefiero hablar de caídas del producto. Le llamaría recesión a lo que tendremos el próximo año, que estaría inducido por el shock externo asociado a la recesión global. Este año tenemos que pagar la farra del 2021 e inducir la caída del gasto. Esperaría que este año el déficit fiscal se reduzca del 7,6% del PIB al 2% del producto. Con eso, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, tendría herramientas para disparar políticas contracíclicas el próximo año, cuando tengamos recesión. Es pertinente desdramatizar todo el ajuste de este año, porque estamos pagando los excesos del año pasado.
El BC acaba de subir la tasa al 9%. ¿Hay un riesgo de sobreajustar la economía para el próximo año con este nivel de tasas?
La reducción del gasto de este año y su efecto en la caída de la economía es necesaria, esperable y bienvenida, porque hay que bajar la inflación y enfrentar el desequilibrio externo. Si el país mantuviera un déficit en cuenta corriente del 7% de producto a fin de este año y el cobre bajara, eso provocaría una crisis de confianza. Hay que tener en cuenta que una tasa de interés en 9% podría ser hasta una tasa real negativa si la inflación sigue subiendo.
¿Es decir, no está preocupado por la posibilidad de que al BC se le pueda “pasar la mano” en este proceso de alzas de tasas de interés?
Estoy más preocupado sobre si el Banco Central va a tener la reacción pertinente o va a aplicar la suficiente agresividad para bajar las tasas de interés el próximo año frente a los efectos de la recesión global y la consecuente caída de la economía y la esperable reducción de la inflación en 2023. Evidentemente, existe riesgo de que el Banco Central se pase para el otro lado, pero por ahora estas alzas de tasas son algo necesario, esperable y bienvenidas.
¿Espera más alzas de tasas de interés?
Más allá de tasas del 9,5% no vamos a llegar, si es que se llega. Estamos en la fase final del ciclo restrictivo. Hay solo una cosa que me preocupa: el IPC en 12 meses podría llegar al 13% en junio, pero no sabemos hasta dónde más puede llegar la inflación. Acá no solo hay efectos de segunda vuelta, sino una inflación inducida por el exceso de demanda impulsado por una inyección masiva de liquidez de US$60 mil millones, debido a políticas procíclicas y desestabilizadoras de la administración de Sebastián Piñera, además de las decisiones de parlamentarios que lideraron las disposiciones transitorias, que terminaron en reformas constitucionales destinadas a ejecutar los retiros de fondos de pensiones
De esta forma, para este año espero un crecimiento de solo 1,5%, con un segundo semestre más duro que lo que estima el promedio del mercado. Para el próximo año espero una caída anual del 0,6%.
¿En qué se traducirá en la práctica para los ciudadanos ese ciclo recesivo del 2023?
Habrá una caída de la demanda interna que ya se va a notar durante este año con menos consumo desde el segundo semestre y en el primer semestre de 2023. El efecto recesivo global va a tener un significativo impacto en la caída de la inflación y en el empleo de Chile en el 2023. A partir del segundo semestre de este año vamos a tener efectos en el empleo y mucha presión política para que el ministro de Hacienda se ponga con cheques fiscales, más IFE, más retiros, etcétera. Estimo que Marcel este año no va a ceder, pero no va a ser fácil.
Sin embargo, el problema que tenemos hoy es que estamos en presencia un régimen parlamentario de facto. El Poder Ejecutivo es muy débil desde hace dos años. El centro de gravedad de las decisiones de política fiscal y previsional están en el Congreso. No está en el Ejecutivo. El problema es que hay una especie de peronismo parlamentario populista en materia de gasto fiscal. Y lo que busca la Convención Constituyente es convertir ese régimen parlamentario de facto en algo permanente. Quiere institucionalizarlo, como es lo que ocurre en Perú.
La mayoría de los parlamentarios, sean de izquierda o de derecha, se la juega por los retiros, porque eso es políticamente popular. Marcel ya logró frenar el quinto retiro, la pregunta es si va a poder frenar los siguientes, aunque los parlamentarios -al parecer- están empezando a entender que retiros de los fondos de pensiones sí generan inflación.
¿De todas formas, el próximo año el gobierno podría aplicar alguna política contracíclica?
Mi pronóstico es que el próximo año el gobierno va a aplicar una política contracíclica si el mundo entra en recesión a partir del cuarto trimestre de este año o los primeros tres meses del próximo. Esto, en el entendido de que la economía se estabiliza en materia de cuentas fiscales en 2022.
¿Cuál es la evaluación de lo que ha hecho el ministro Marcel en Hacienda?
Su principal responsabilidad, que es estabilizar y ajustar las cuentas fiscales, la está cumpliendo. El desafío de Marcel es sacar una reforma previsional y una reforma tributaria relativamente razonables y ahí vamos a ver su habilidad política.
¿Cuál es su opinión de cómo quedó la propuesta de Constitución en general?
Quedé un poco más tranquilo luego de los acuerdos de esta semana por el quorum de 4/7. Se evitó un caos y una catástrofe, que habría implicado una Constitución sin transitorias, con amenaza de que la nueva Constitución rija in actum, con disolución inmediata de instituciones el 5 de septiembre, si es que gana el “Apruebo”. Lo que me preocupa es qué va a pasar con Chile si se aprueba la nueva Constitución en los próximos 10 y 20 años. Podría haber mucha inestabilidad institucional y que haya cambios en distintas direcciones. Acá estamos pasando de una Constitución marginalista basada en el derecho de propiedad a una de derechos sociales. La transición puede ser mucho más traumática y compleja de lo que fue en otros países, donde el cambio de Constitución fue menos radical.