Bombillas, revolvedores, cubiertos (tenedor, cuchara y cuchillo), vasos, platos, botellas, palillos y todos los plásticos de un solo uso, además de algunos artículos de plumavit, son parte de los objetos que comenzarán a desaparecer del mercado chileno, desde este domingo 13 de febrero, día en que comienza a regir la Ley 21.368 que prohíbe los plásticos de un solo uso.
La normativa es un elemento más dentro de otra serie de iniciativas que han surgido en los últimos años, como la ley que prohíbe el uso de ciertas bolsas plásticas y la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). En este caso, el sector gastronómico es al que golpeará más fuerte. “Cambia por completo la concepción que teníamos del mercado del delivery. Sin embargo, esta nueva ley tiene un efecto en la comunidad muy grande. Si los consumidores no se hacen parte en la gestión de los envases y sus residuos de los alimentos, que compran a domicilio, es difícil que la ley tenga éxito. Por eso tenemos que hablar de una preparación social, junto con la de la industria”, comenta Magdalena Balcells, gerenta general de la Asociación Gremial de Industriales del Plástico (Asipla).
La ley establece además diversas normas sobre la certificación de plásticos y dispone que los locales de ventas de comidas preparadas, que entreguen plásticos de un solo uso, solamente podrán hacerlo si dichos insumos corresponden a aquellos respecto de los cuales, su fabricante o importador, haya obtenido la debida certificación por parte del Ministerio del Medio Ambiente.
Rodrigo Catalán, director de Conservación de WWF Chile, indica que “tenemos la percepción de que el mercado debería estar preparado y maduro para este nuevo desafío, considerando que es una tendencia que viene dando señales desde hace varios años, con los propios consumidores. Estas medidas más verdes y menos contaminantes, como la ley de plásticos de un solo uso, esperamos que ya estén internalizadas como parte del negocio”, comenta.
Pero a pesar de que la encuentran una normativa positiva, desde la Asociación Chilena de Gastronomía (Achiga), tienen dos críticas. La primera pasa por la actual situación de la pandemia, donde las medidas sanitarias fomentan el uso de materiales desechables en restaurantes y servicios de delivery. O sea, dos elementos que se contraponen. “Creemos que se debiese haber buscado una fórmula donde la normativa tenga efecto, pero quizás haber partido por otros sectores”, comenta Máximo Picallo, presidente de Achiga.
La otra crítica está relacionada a lo que sucederá a partir del 2024, cuando comiencen a regir otros aspectos de la ley. Se establecerán limitaciones a la entrega, por parte de los establecimientos de expendio de alimentos preparados, de productos de un solo uso, tales como vasos, tazas, cubiertos, palillos, pocillos, bombillas, platos, copas, cajas o envases de comida preparada, bandejas, sachets, individuales y tapas (salvo las de botellas), que no sean reutilizables.
“Le hicimos ver a la autoridad que se estaban eliminando elementos que no necesariamente son de plástico, como los palitos de sushi de bambú o los saché (azúcar, sal, etc.) de papel, ambos compostables. Ahí se comete un error. Nos obligarán a que todos sean materiales lavables y no todos los restaurantes pueden invertir en lavavajillas. Incluso, la huella de agua que podría dejar esta normativa puede que sea más dañina”, agrega Picallo.
Desde el Ministerio del Medio Ambiente comentaron que “en el proceso de discusión de la ley, se escucharon a todos los actores involucrados, es por eso que la gradualidad es un pilar de esta regulación, ya que recién al tercer año desde su publicación comienza la obligación de utilizar utensilios reutilizables para consumo dentro del local, de forma que puedan hacer las adecuaciones necesarias para dar cumplimiento a las nuevas exigencias. No hay que olvidar que el objetivo de esta ley es disminuir la generación de residuos”.
Mientras tanto, ya comenzaron a aparecer varias opciones para enfrentar esta nueva legislación, con productos más amigables con el medio ambiente. Por ejemplo, la empresa Ceroplas, que principalmente fabrica en Chile bolsas para comercio elaboradas a base de almidón de maíz desde hace cinco años, desde su planta en Quilicura, comenzó en marzo de 2021 a desarrollar utensilios para alimentación, además de importar desde Italia platos y portacomida para delivery fabricados con fibras naturales. “Independiente de la ley, apostamos por productos compostables porque creemos que hay que reducir la carga de basura por habitante. La normativa entra en vigencia cuando ya hay conciencia sobre el daño ambiental que produce el uso de plástico rápidamente descartables”, señala Rodrigo Cantergiani, gerente general de Ceroplas, quienes proyectan que las ventas de utensilios compostables para alimentación crecerán un 40% este año en relación al 2021.