El 2010, Raghuram Rajan de la Universidad de Chicago, acuñó el término "líneas de fallas" para referirse a la combinación entre deuda asignada a proyectos de bajo rendimiento y a la innovación financiera que gatilló la crisis subprime.
Esta nefasta combinación ha sido causante de innumerables crisis financieras, tal como lo evidencia Ray Dalio, fundador del famoso fondo de cobertura Bridgewater, en su último libro "Big Debt Crises" y tal como lo hemos visto una y otra vez a lo largo de la historia.
Si bien, esta es una condición necesaria, pero no suficiente para una crisis, es importante ver si existe actualmente alguna clase de activo que represente una "línea de falla". Así, asoma con cierta fuerza el mercado de préstamos también conocido como "senior loan", que últimamente se están empaquetando en productos de liquidez diaria.
Por sí solo, la inversión en préstamos bancarios o "loans" hacen bastante sentido. Tienen prioridad en la estructura de capital, están garantizados por activos reales y pagan una tasa variable que se acomoda ante cambios en el fondeo bancario. Sin embargo, al no existir un mercado formal para transar estos instrumentos, la liquidez de estos es baja.
El problema se genera al empaquetarlos en instrumentos de liquidez diaria, como son los ETP o fondos mutuos de liquidez diaria. Los ETP, que se han transformado en uno de los predilectos desde la última crisis, promete liquidez inmediata, traspasos a través de los mercados formales con precios a todo momento.
Este desajuste entre la liquidez del vehículo y la liquidez del activo subyacente representa hoy un peligro latente.
Este mercado, que prácticamente no existía en la crisis del 2008, hoy acumula activos por montos similares a los de la deuda de alto rendimiento en Estados Unidos. Un "crash" en esta clase de activo, puede gatillar una interrupción en el mercado que actualmente representa una de las principales fuentes de financiamiento para las empresas de Estados Unidos.
En febrero de este año vimos un evento similar en los ETP ligados al índice de volatilidad VIX, que generó una caída generalizada en los mercados globales, no obstante, al no ser el VIX una clase de activo ligada al financiamiento del sector real, los efectos fueron limitados. Con los préstamos bancarios la historia podría terminar distinto.