La profesora Isabel Loncomil (41) llevaba una década trabajando en colegios de Lanco, Padre las Casas y Temuco, por lo que conocía a la perfección los dolores del magisterio. Al igual que la mayoría de sus colegas, invertía mucho tiempo revisando pruebas y preparando contenidos. Pero sentía que le faltaba información sobre el aprendizaje de sus alumnos. En el otro hemisferio, en Silicon Valley (California), su amigo el informático Emerson Marín (36), ya estaba sumergido en el mundo startupero con su emprendimiento. “Conocí lo competitivo del ecosistema de Estados Unidos. Siempre corriendo”, recuerda Marín sobre ese inicio de 2013. “Pero me di cuenta de algo: muchas veces tratábamos de resolver problemas que no eran relevantes”, agrega.
Paralelamente, Loncomil había creado recién Lirmi (un juego de palabras que alude a “learning”). Rápidamente, Marín se subió al proyecto y a los meses después invitaron al ingeniero civil mención en Informática Marcelo Catrileo (35), quien estaba trabajando en la industria del turismo.
Durante meses visitaron muchos colegios para entender bien sus realidades. “A finales de ese año entendimos cuáles eran las principales necesidades: planificación y evaluación. Nos pusimos a trabajar durante tres meses en un MVP (Producto Mínimo Viable, por sus siglas en inglés) y en marzo de 2014 lanzamos nuestro software al mercado”, cuenta Marín.
Aunque seguían trabajando en forma remota entre California y la Región de La Araucanía, en el primer año se sumaron 70 colegios y levantaron un fondo Scale Up de Corfo por $60 millones. “Decidimos no contar con fondos de inversión, sino que ir creciendo de manera orgánica. Por ejemplo, yo le dedicaba a Lirmi de 8 AM a 7 PM, para después, en la noche, desarrollar software para terceros, que me permitía tener ingresos. Así estuvimos los primeros tres años”, dice Emerson Marín. “Pasamos de vender cerca de $70 millones el primer año a $300 millones el segundo y de ahí hemos mantenido tasas de crecimiento de alrededor de 100% anual. En 2015 lograron el punto de equilibrio y para 2018 ya tenían 400 colegios.
Lirmi es básicamente una plataforma de software impulsado por machine learning (inteligencia artificial) y big data, que permite orquestar todos los procesos del colegio y sus involucrados (directores, administración, profesores, alumnos y apoderados) “diseñando clases más efectivas sin sacrificar el tiempo personal de los profesores”, según explica Marín. El modelo de negocios se basa en el cobro de un ticket a cada colegio de US$7 mil al año en promedio. Actualmente, están en más de 2.000 colegios, lo que representa casi el 20% del total nacional de establecimientos, y alrededor de 2 millones de alumnos. Eso sí, solo están en su mayoría en colegios públicos (50%) y particular subvencionado (45%). “El segmento que menos tenemos es el particular (5%), porque ellos necesitan una característica que nosotros aún no hemos desarrollado, que es el sistema de pagos. Pero en diciembre de este año abriremos esa área”, explica.
¿Cuál es su diferencia con respecto a otras plataformas educativas? Según Emerson Marín, “entramos al corazón de la educación: el aprendizaje. Toda institución educativa tiene un propósito que es enseñar. Los profesores tienen una serie de herramientas como el lápiz o las PPT, pero necesitan datos para saber el progreso del aprendizaje. Al principio no todos los colegios veían eso, pero justo llegamos en un momento en que comenzó un cambio en la política educativa a nivel nacional, donde el director ya no era un mero administrador de recursos”, comenta y prosigue: “Finalmente, este es un software para profesores, hecho por profesores”. Y con estadísticas en mano asegura que los alumnos de los colegios que usan Lirmi durante 18 a 24 meses, mejoran los resultados de pruebas estandarizadas, como el Simce, entre 20% y 30%.
A finales del año pasado levantaron una ronda de inversión de US$800 mil desde el fondo de inversión chileno Taram Capital, liderado por el empresario Felipe Camposano y en diciembre de 2023 planean una ronda Serie A, donde esperan recibir US$10 millones. Uno de los principales objetivos es que su operación en México, que actualmente se reduce a 20 colegios, iguale la cantidad de establecimientos a los que llegan en Chile. Además, también están en Perú (5 colegios), Colombia (5) y Brasil (10). “Desde el inicio hemos vendido de forma remota y la idea es seguir haciéndolo. Luego de crecer en México, nuestra ruta sigue hacia Estados Unidos y Asia”, asegura el ingeniero. En 2021 facturaron US$3 millones y en 2022 proyectan el doble. Además, acaban de absorber a la aplicación Papinotas, por lo que ahora tienen prácticamente toda la suite de productos de digitalización educativa.
Con respecto a la posibilidad de rentabilizar la gran cantidad de información que tienen de los alumnos, Emerson Marín explica: “Lo que estamos haciendo con esa data es mejorando nuestro algoritmo para que le podamos recomendar a un profesor o colegio qué decisiones tomar en ciertos casos. Lo primero que hicimos fue ayudarles a los profesores a reducir su tiempo de trabajo. Ahora es la etapa de asesorarlos en la inteligencia. Me atrevo a decir que hoy sabemos más que el Ministerio de Educación acerca de los colegios”.