La primera vez que Laura Turner, hija de Ted Turner, creador de CNN, estuvo en Chile, lo hizo para bajar en balsa el río Futaleufú.

En esa oportunidad, viajó junto a Bobby Kennedy, sobrino del expresidente norteamericano, para darle visibilidad al lugar justo cuando Endesa -hoy Enel Generación- pretendía hacer un proyecto hidroeléctrico en la zona, el que finalmente desechó.

"Eso hubiera sido un desastre. Era probablemente lo correcto para hacer, porque hay muy pocos lugares como ese en el mundo", explica a Pulso Domingo.

El año pasado, Laura -que dedica todo su tiempo a presidir la fundación Captain Planet y a participar en otras 14 organizaciones de corte medioambiental y de desarrollo sostenible- estuvo en el Parque Pumalín visitando a su amiga Kris Tompkins justo antes de que se firmara el traspaso de esas tierras al sistema de Parques Nacionales. Y ahora visitó el país nuevamente.

En esta oportunidad, Turner llegó a Chile para participar como oradora en la entrega del premio nacional de Medio Ambiente Recyclápolis 2018.

Es que su trabajo y el de su familia en temas de desarrollo sostenible a través de diferentes fundaciones y organizaciones es muy reconocido en Estados Unidos y en el mundo.

También lo son los negocios que lideran y que le han permitido a su padre tener una fortuna que, según Forbes, llega a los US$ 2.200 millones.

Actualmente la familia, a través de Turner Enterprises, maneja cerca de 800 mil hectáreas de tierras en Estados Unidos y Argentina, se dedica a la crianza de más de 50 mil cabezas de bisontes, tienen una cadenas de restaurantes de parrilla y hasta lodges de pesca.

Eso sí, todos ellos con un foco bien puesto en la variable ecológica. "Mi padre es el segundo mayor propietario privado de tierras en Estados Unidos.

Tomó tierras que estaban sobrepobladas de ganado, quitó las rejas y el ganado, y puso especies en riesgo, como el bisonte americano, que es endémico. Cuando lo hizo, solo quedaban unos cuantos en el Parque Yellowstone", cuenta respecto de la visión de Ted Turner, el empresario de 80 años que hace unos días reveló que sufre demencia.

Y agrega: "No es solo conservación, también hay negocio. La carne se come, pero es una carne mucho más saludable, porque los animales son alimentados con pastos y no con granos".

Según explica, para su padre siempre ha sido importante lograr justamente eso: un balance entre conservación y lucro. Pero, además, ser capaz de demostrarles a otros empresarios que son temas que pueden ir de la mano.

Lograr ese balance no es fácil. ¿Cuáles son los mayores desafíos para países como Chile en este sentido?

-El mayor desafío está en asegurarse de que las corporaciones que están operando aquí estén mirando lo que sus cadenas de proveedores están haciendo.

Ellos pueden forzar regulaciones aunque los gobiernos no lo hagan. Las corporaciones tienen una elección. No les tienen que comprar a cadenas de suministro que no están usando las mejores prácticas de manejo, que no tengan políticas de contaminación o tratamiento de residuos.

Y en ese sentido, ¿qué otro aspecto es fundamental que las compañías tengan en mente?

-Creo que la transparencia, porque los millennials quieren ver que la compañía a la que le compran productos está haciendo las cosas bien.

Pero tiene que haber un cambio cultural mayor, en el sentido de, por ejemplo, decir que no necesitamos el fast fashion. No necesitamos comprar cosas baratas de H&M cada semana. Hoy, hay 52 temporadas en vez de las cuatro que antes existían.

En una sociedad de consumo como la nuestra ese es un desafío enorme...

-Debemos consumir menos. No estamos haciendo un buen trabajo en el uso de los recursos que tenemos. Las compañías siempre están haciendo marketing de sus productos. Nos dicen que tenemos que tener más, y en vez de arreglar algo, compramos nuevo, porque es más barato. Necesitamos esperar más, consumir menos y vivir una vida más simple.

Estados Unidos y otros países están conduciendo a esto: altos índices de consumo con un alto nivel de desperdicios.

Esto es desalentador, porque las comunidades más pobres son las que más sufren, porque están cerca de los vertederos, de los incineradores de basura, de las plantas de tratamiento y de los hubs de transporte, entonces respiran todo el aire contaminado de los trenes y camiones.

El rol de la educación

En la casa de los Turner, según cuenta Laura, se reciclaban botellas y latas, solo tenían un pequeño auto japonés, los restos de comida se hacían compost y si hacía frío no se subía la calefacción, sino que se ponían otro abrigo.

Además, cuando su padre revolucionó el mundo de los medios de comunicación y creó la cadena de noticias CNN, cuenta que veían muchos documentales y programas sobre conservación y medioambiente. "Los directores se los mandaban a mi papá porque nadie los quería comprar o financiar", agrega Laura.

Todo esto, cuenta que obviamente influyó en la decisión de dedicarse a los temas de desarrollo sostenible y poner un foco fuerte en la educación de las nuevas generaciones.

Es más, a través de la Fundación Captain Planet -que debe su nombre a la serie animada que creó su padre y que fue vista por jóvenes en 100 países y traducida a 23 idiomas- trabaja en colegios de Estados Unidos intentando que los niños se acerquen a la naturaleza y aprendan a través de ella con programas que van desde la creación de huertas hasta proyectos respecto del calentamiento global y apoyo a los profesores.

"La idea de mi papá y su visión de educar a los jóvenes alrededor del mundo respecto de temas de importancia global a través de esas animaciones realmente funcionó y ahora vamos a ver los frutos de esa labor. Ochenta millones de jóvenes en Estados Unidos lo vieron y ahora son ellos los que están llegando a posiciones con cada vez más poder de decisión", agrega.