"No le puedes adjuntar ninguna importancia a los movimientos del día a día… Los movimientos del mercado no tienen inteligencia. Son solo ruido aleatorio", decía Howard Marks hace poco. Creo que esta capacidad de nunca jamás poner el ruido de corto plazo por sobre la perspectiva de largo es lo que diferencia a los inversionistas exitosos de los que no lo son (puede borrar la palabra "inversionistas" y mi comentario funciona igual).
Lamentablemente, este comportamiento emotivo y reflejo que nos cuesta tanto domesticar está en nuestro "hardware", el que se ha ido construyendo por millones de años de evolución, por lo que generalmente se va a imponer al "software" mucho más reciente de la racionalidad.
No es de extrañar entonces que los pocos momentos de racionalidad ocurran cuando uno está con la "cabeza fría", y no cuando está cargado por las emociones.
Por lo mismo, identificar los errores cometidos se hace mucho más fácil cuando ya no se está viviendo en el presente el miedo o la excitación que generalmente nos empujó a hacer algo, cuando lo racional hubiese sido hacer nada.
Por ejemplo, los mismos que se mataron de la risa en la universidad cuando el profesor les contó sobre aquellos tulipanes en Holanda, estaban comprando Bitcoin a punta de FOMO. Supongo que a esto se refería Kierkegaard con que la vida se entiende para atrás, pero hay que vivirla para adelante.
Los grandes inversionistas son personas informadas, no tengo duda al respecto, pero, sobre todo, bien informadas. Cuando usted ve "inversionistas" que gastan las horas del día leyendo noticias que no tendrán ninguna relevancia en una semana, y peor aún, toman decisiones irreversibles a partir de ellas, no es de extrañar que estas personas se encuentren en absoluta desventaja frente a un señor de 95 años que gasta esas mismas horas leyendo historia, sicología, filosofía, ciencia, literatura, y cualquier información de carácter más perenne, como lo hace Charlie Munger.
El problema de los movimientos del día a día, o minuto a minuto, carentes de cualquier "inteligencia", es que ni siquiera permiten sacar provechos de corto plazo como algunos esperan.
El recientemente fallecido, y curiosamente ídolo tanto para creyentes en la eficiencia de los mercados como para value investors, Jack Bogle, decía: "en las muchas décadas que me he dedicado a esta industria no he conocido a nadie que haya hecho market timing exitosamente y consistentemente, ni siquiera he conocido a alguien que conozca a alguien que lo haya hecho".
Si acepta un consejo, aproveche sus vacaciones para estar realmente informado leyendo a los clásicos, y deje el ruido para marzo.