El incremento continuo en los contagios de Covid-19 y la necesidad de evitar el copamiento de las unidades de cuidados intensivos ha llevado a las autoridades a decretar múltiples cuarentenas que a partir de hoy cubrirán el 83% de la capacidad de producción y por lo tanto, de la capacidad de crecimiento de la economía chilena.
Dado que al decretar una cuarentena, el gobierno quita a las personas su libertad - en muchas casos necesaria para poder producir y con ello generar sus propios ingresos-, durante esta semana se anunció un amplio programa de apoyo a las familias, cuyo costo alcanza US$ 6 mil millones, adicionales a los US$ 12 mil millones del Fondo Covid-19 aprobado el 2020.
El gobierno buscó con este programa, no solo concentrarse en las ayudas directas o bonos, sino que incrementó la cobertura de los beneficios, de modo de llegar a más familias, simplificó el acceso a los beneficios, extendió el plazo de los mismos, en especial los referidos a apoyo al empleo y a las pymes, y agregó la entrega de recursos adicionales a la atención de salud.
Desde el punto de vista técnico, uno podrá argumentar que hubiera destinado más recursos a un ítem y menos a otro, o todo los contrario, pero no se puede negar que el tamaño del paquete fiscal es impresionante. Sin embargo, el Presidente no había terminado de anunciar las medidas cuando de todos los sectores -cuasi transversalmente- se atropellaban para criticar las medidas y presentar las suyas propias, que obviamente eran “mucho mejores”.
El análisis económico permite explicar este comportamiento. Tal como Adam Smith tan bien lo interpretó muchos años atrás, los seres humanos respondemos a incentivos, y los políticos, de todos los sectores son seres humanos que este año deben enfrentar elecciones. Dado esto, la función de utilidad de un político este año, es decir aquello que le da bienestar, se basa en sus votos. Mientras más votos consigue, más oportunidades de ganar una elección, y ganar la elección es su objetivo final.
Considerando que su objetivo es ganar votos, cada candidato desea entregarle a sus posibles votantes lo que ellos desean, donde el candidato que ofrece más tiene más posibilidades de ganar más votos, desembocando finalmente en una guerra de ofertones. No es de extrañar entonces que, una vez que el gobierno anunció su paquete de medidas, los candidatos hayan aparecido, como si esto fuera un juego de apuestas, ofreciendo lo del gobierno y dos más, convirtiendo el conjunto de propuestas en un circo de excentricidades ilegales, imposibles de concretar o imposibles de financiar.
El gran problema con el actuar de los políticos en busca de votos, es que los votantes no necesariamente son capaces de distinguir las propuestas que les generarán bienestar, de las que les son dañinas y pueden terminar matando la gallina de los huevos de oro, como las propuestas de royalty a la minería y de obligatoriedad de trabajadores en los directorios, de autoría de dos pródigos trabajadores de nuestro país, que pueden resultar atractivas en el corto plazo, pero que terminarían arrasando con las bases del crecimiento de nuestro país.
Economista Jefe de Dominus Capital