A las 24.00 horas de este sábado, los relojes del territorio insular y continental de Chile se adelantarán 60 minutos. Esto marca el inicio del horario de invierno, el que busca un mejor aprovechamiento de la luz natural y, por ende, de la energía. Pero esto no es lo único que persigue ese objetivo, sino que en los últimos años se han desarrollado una serie de iniciativas y tecnologías que han mejorado la constructibilidad de las viviendas.
Según antecedentes del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), el consumo de energía primaria de los hogares por concepto de calefacción, iluminación y Agua Caliente Sanitaria (ACS), bajo condición de confort térmico, es del orden de 192 kWh/m2 al año, aunque este puede llegar a fluctuar entre 64 y 341 kWh/m2 en el mismo período. Sin embargo, el consumo óptimo, donde se consideran mediciones económicamente rentables, debiera alcanzar valores cercanos a 88 kWh/m2 en 12 meses.
Para lograr acercarse a esta meta, se implementó dentro de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones (OGUC), un capítulo especialmente pensado para normar los estándares mínimos de eficiencia energética. Se trata del artículo 4.1.10. Este regula las exigencias térmicas de acondicionamiento para la envolvente de las viviendas, las cuales tienen un carácter obligatorio.
"En el año 2000, Chile fue el primer país de Latinoamérica que introdujo una normativa obligatoria respecto al comportamiento térmico y energético de las viviendas nuevas. Así, se pudo regular la cantidad de aislante que se debía poner en el techo de las casas. Desde el punto de vista del comportamiento técnico, este es el lugar donde más se pierde calor. Esto se fundamentó en los estudios que decían que, en general, las viviendas en Chile tenían un muy mal desempeño en este aspecto", explica Felipe Encinas, director de Investigación y Postgrado de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Estudios Urbanos de la Universidad Católica.
Esto fue hace unos 10 años, desde entonces ha impulsado una serie de importantes cambios en el mundo de la vivienda y constructibilidad de las ciudades. Por ejemplo, en 2007 se incorporaron nuevos elementos dentro de la normativa. "Entró la exigencia para muros y ventanas, la que específica los diferentes tipos de estas, como aquellas que poseen un vidrio simple o monolítico, doble o con baja emisividad, dependiendo del porcentaje de envolvente que tenga la casa. Por otro lado, también se agregaron los pisos ventilados. Por ejemplo, una casa levantada va a perder calor por abajo. Eso también tiene que estar aislado", señala Encinas.
"Nuestro objetivo es ofrecer una mejor ciudad y mayor calidad de vida. Si incorporamos criterios de sustentabilidad para generar mejores condiciones térmicas a nivel habitacional, logramos un mayor nivel de confort y bienestar en la vida de las familias, un menor consumo de energía y menos emisiones al medioambiente", afirma Cristián Monckeberg, ministro de Vivienda y Urbanismo.
Aún cuando esto representó un importante avance, todavía quedan aspectos en los cuales seguir avanzando. "El tema, en general, es que la norma quedó hasta ahí. No ha vuelto a complementarse. En ese momento se pensó que lo que había que dar como paso siguiente era avanzar hacia un estadio superior en cuanto a regulación. En el fondo, esto es cuando se empieza a hacer en función del desempeño. Por ejemplo, consumo de energía. Pero no se continuó por ese lado. Por ejemplo, en 2014 desarrollamos un estudio que buscaba mejorar la norma de 2007, el cual fue considerado, pero hasta el momento se mantiene sólo como una norma técnica del Minvu y no ha pasado a ser obligatoria", manifiesta Encinas.
Cabe destacar que estas modificaciones que apuntan a mejorar los obligaciones térmicas de la norma, sí se han aplicado en zonas de alta congestión, como Temuco.
"Más allá de los materiales, la calidad de los sistemas constructivos son los que marcan la diferencia. Es decir, la manera en la que se lleva a cabo una obra. Los elementos que conforman una infraestructura pueden tener muy buenos propósitos, pero mal incorporados o ejecutados, pueden terminar depreciándose", manifiesta Jeannette Roldán, académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile.
Es por este motivo es que en 2018 habrá nuevas modificaciones en la OGUC. "Habrá cambios en todo lo relacionado a la envolvente de la vivienda. Es decir, muros, pisos, techumbres y ventanas. Se incorporarán las puertas, que es algo que hasta ahora no estaba normado. También se considerará un sistema de ventilación mecánica para todos los edificiones públicos habitacionales, entre otros", destaca Bastián Cornejo, académico de Ingeniería en Construcción de la Unab.
Eficiencia energética
Otro elemento que ayudó a mejorar la constructibilidad y eficiencia de los hogares, es la Calificación Energética de Viviendas (CEV). Se trata de un sistema de etiquetado, similar al que emplean los artefactos eléctricos, que busca clasificar a los hogares según parámetros específicos. Hasta el momento, unas 29.038 viviendas nuevas se han sometido de forma voluntaria a esta inspección (ver gráfico).
Este instrumento fue diseñado en 2012 por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, en conjunto con la cartera de Energía, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las familias, por medio de la entrega de información estandarizada sobre las características que permiten un mayor ahorro en calefacción , enfriamiento, iluminación y ACS.
Las viviendas que se han sometido a este proceso, cuentan con una clasificación específica. Esta se define en colores, porcentajes y letras, que van desde la A+ hasta la G, siendo esta última la menos eficiente, mientras que la E representa el estándar actual de construcción (artículo 4.1.10 de la OGUC).
"Por el momento, esta herramienta se está aplicando de manera voluntaria. Se trata de un proceso pionero en el hemisferio sur, el cual se ha ido retroalimentando con el paso de los diferentes gobiernos. Aún se está en la etapa de las actualizaciones en el medio profesional y técnico. Esto se ha dado de forma lenta, pero se han dado pasos importantes. Por otro lado, la empresa privada también tiene que avanzar en este aspecto", asegura Roldán.
Cambios en constructibilidad
La incorporación de procesos normativos e iniciativas que incentivan la eficiencia energética, ha generado algunos cambios en las infraestructuras durante los últimos años, aunque a un ritmo menor al esperado. "Se han producido avances, pero las propuestas constructivas no han sido muy novedosas en el último tiempo. Falta un impulso más intenso al respecto. La empresa privada, se sabe, es poco innovadora. Se requieren nuevas propuestas", dice Roldán.
Por otro lado, se han generado medidas gubernamentales para acelerar los cambios en constructibilidad.
Por ejemplo, el subsidio de acondicionamiento térmico. Este apunta a aquellas viviendas construidas hasta el 2007 (debido a que desde ese año rige la norma térmica para las construcciones), y contempla, dependiendo del caso, mejoras en techos, muros y pisos, y el reemplazo de las ventanas de vidrio simple por unas dobles herméticas, entre otros.
"Buscamos acercar la eficiencia energética a todas las familias del país, más con aquellas de sectores vulnerables. Pero junto con el impacto ambiental que genera hacer las viviendas más sustentables, hay que relevar que el subsidio de acondicionamiento térmico permite un ahorro importante en la economía familiar, especialmente en invierno", señala Monckeberg.