AÑELO, Argentina. Sudamérica ha sido durante mucho tiempo el gigante energético dormido del mundo, con enormes reservas de petróleo y gas aún sin explotar. Ahora se está despertando, con enormes implicaciones para el mercado mundial.
Desde las profundas aguas del norte del continente hasta la Patagonia, varios países de la región están incrementando la producción de petróleo y gas, a pesar de la carrera de las economías desarrolladas por reducir las emisiones de carbono y su dependencia de los combustibles fósiles.
Y las empresas sudamericanas intentan posicionarse rápidamente para convertirse en nuevos proveedores mundiales, mientras los gobiernos occidentales y las grandes empresas energéticas se fijan cada vez más en la región para diversificarse y alejarse de los conflictivos puntos de estrangulamiento de Medio Oriente y Rusia.
“Lo que sabemos es que Europa y el mundo occidental nunca volverán a depender del gas ruso”, dijo Marcelo Mindlin, presidente de Pampa Energía, con sede en Buenos Aires. “Es una gran oportunidad”, agregó.
Su empresa es una de las cada vez más activas en la gran zona petrolífera y gasística argentina denominada Vaca Muerta.
Situado en un terreno árido y azotado por el viento, del tamaño de Bélgica y cerca de la frontera de Argentina con Chile, el yacimiento de esquisto tiene un potencial de producción comparable al de la cuenca del Pérmico, durante mucho tiempo la región más prolífica de Estados Unidos, según Rystad Energy.
De acuerdo a los economistas, las crisis económicas crónicas y los rígidos controles de divisas han obstaculizado durante mucho tiempo el desarrollo de infraestructuras en Argentina, dejando que los camiones recorran lentamente las carreteras de tierra alrededor de las plataformas, mientras las empresas luchan por importar equipos de perforación en medio de la escasez de dólares.
Pero gracias al nuevo panorama político del país, Vaca Muerta podría convertirse pronto en una fuente de ingresos, según afirman funcionarios del gobierno y ejecutivos petroleros.
El nuevo Presidente del país, Javier Milei, de tendencia libertaria, promete una amplia desregulación y privatización de la industria, lo que ha disparado los valores energéticos locales desde su victoria en las elecciones de noviembre.
“Argentina inicia una nueva etapa histórica en el sector energético”, declaró Eduardo Rodríguez Chirillo, secretario de Energía del nuevo gobierno.
En la conferencia de la ONU sobre el clima celebrada en Dubai a principios de este mes, 190 países acordaron por primera vez abandonar los combustibles fósiles, pero esencialmente permitieron a los gobiernos elegir sus propios caminos para conseguirlo.
La reciente actividad en Sudamérica indica que los países de esta región no tienen intención de dar marcha atrás pronto.
De acuerdo a J.P. Morgan, el aumento constante de la producción de los países de América no pertenecientes a la Opep, excluido Estados Unidos, añadirá 1,3 millones de barriles diarios de nueva oferta de petróleo en 2025, lo que cubrirá con holgura el millón de barriles diarios de nueva demanda previsto para ese año.
Brasil, que registró una producción récord de petróleo y gas de 4,7 millones de barriles diarios en septiembre, superará a Canadá como cuarto productor mundial cuando bombee 5,4 millones diarios en 2029, según el Ministerio de Energía. El Presidente Luiz Inácio Lula da Silva se ha congratulado de la evolución de la situación y ha declarado que, aunque su gobierno desea adherirse a la Opep+ el año que viene en calidad de observador, no quiere estar sujeto a los límites de producción del cártel.
Jean Paul Prates, CEO de la petrolera estatal brasileña Petrobras, afirmó que el aumento es un reconocimiento de que la economía mundial necesitará petróleo durante décadas, a pesar de las previsiones de que la demanda de combustibles fósiles podría alcanzar su punto máximo a finales de ésta. Su empresa tiene considerado destinar más del 70% de su plan de inversión de US$ 102.000 millones de los próximos cuatro años a producción y exploración.
La perforación en alta mar en los vecinos más pequeños de Brasil, Surinam y Guyana, también está contribuyendo al aumento de la producción regional. Este último país se ha convertido en una de las fronteras energéticas más candentes de la región, y se prevé que la producción de Guyana, a través de un consorcio liderado por Exxon, supere el millón de barriles diarios en 2027.
En Venezuela, que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo, el Presidente Nicolás Maduro declaró recientemente que su país estaba preparado para reincorporarse a los mercados mundiales de la energía tras alcanzar en octubre un acuerdo con el gobierno de Joe Biden por el que se levantaban temporalmente las sanciones al sector petrolero. Los grupos de presión de las compañías petroleras -desde el gigante estadounidense Chevron hasta la refinería india Reliance- habían presionado a Washington durante más de un año para que suavizara las sanciones, argumentando que la reanudación de las exportaciones energéticas venezolanas ayudaría a mitigar las perturbaciones en los mercados mundiales causadas por la invasión rusa de Ucrania.
La semana pasada, EE.UU. y Venezuela acordaron el intercambio de prisioneros, en una señal de que el deshielo de las relaciones entre ambas partes podría alejar las sanciones económicas.
Pero el riesgo político seguirá pesando sobre las perspectivas petroleras latinoamericanas. Estados Unidos ha dicho que podrían volver a aplicarse sanciones a Venezuela si el gobierno autoritario de Maduro no logra organizar elecciones libres y justas el próximo año. Venezuela también amenaza con anexionarse la mayor parte del territorio de Guyana.
En Argentina, a pesar del cambio de liderazgo, la economía sigue arrastrada por una inflación galopante y severas restricciones al acceso de las empresas a dólares estadounidenses, lo que obstaculiza la inversión extranjera. Los controles de divisas fueron aplicados por el anterior gobierno de izquierdas, pero Milei promete desmantelarlos como parte de su amplio programa proempresarial.
El miércoles anterior, el autodenominado anarcocapitalista decretó una serie de medidas económicas que pretenden eliminar el papel del Estado en sectores económicos clave. El anuncio se produjo tras sus promesas electorales de recortar drásticamente los impuestos y el gasto mediante la eliminación de la mitad de los ministerios y la eventual privatización de la empresa estatal de energía YPF, que controla aproximadamente un tercio de la producción de Vaca Muerta.
Los planes de Milei, que se espera que se enfrenten a un importante rechazo por parte de legisladores rivales y poderosos sindicatos en esta nación políticamente polarizada, ya provocaron que miles de manifestantes en la capital salieran a las calles golpeando cacerolas el miércoles en señal de protesta.
Milei también pretende avanzar con grandes recortes en proyectos de obras públicas en todo el país, avivando algunas preocupaciones entre los economistas y los trabajadores del petróleo sobre el futuro de las iniciativas respaldadas por el Estado, como carreteras y oleoductos, que estaban destinadas a beneficiar a Vaca Muerta.
“Privatizar y dejar a los trabajadores en la calle va a generar un malestar social generalizado, especialmente en esta zona”, dijo Fernando Banderet, concejal de Añelo, que se encuentra a las puertas de la región de Vaca Muerta, donde las empresas petroleras extranjeras y locales han establecido oficinas.
Banderet afirma que su pequeño pueblo, situado en un remoto rincón de la Patagonia, carece de infraestructuras básicas. El escaso transporte público hace que muchos trabajadores con monos de YPF hagan autostop para volver a la ciudad más cercana, Neuquén, a dos horas en auto de Añelo por una carretera de un solo carril que a veces está cortada por manifestantes indígenas.
Banderet, que apoyó al anterior gobierno peronista y se enfrenta a la escasez de viviendas y a un mantenimiento deficiente de las carreteras, señala que su pueblo ha tenido dificultades para mantener una población que se ha multiplicado por 10 hasta alcanzar los 10.000 habitantes en la última década, debido a la afluencia de trabajadores de toda la región en busca de empleo.
A pesar de los obstáculos para el gobierno de Milei, en todo el espectro político argentino crece la esperanza de que los yacimientos de petróleo y gas de Vaca Muerta puedan impulsar la maltrecha economía.
“Cuando necesitas escala y dólares contantes y sonantes rápidamente, tienes un botón: el petróleo de esquisto de Vaca Muerta”, sostuvo Miguel Galuccio, director ejecutivo de Vista Energy y expresidente de YPF que dirigió esa empresa durante cuatro años después de que fuera nacionalizada por Argentina en 2012. “Vaca Muerta es parte de la solución. Puede contribuir a la estabilización macroeconómica de Argentina”, añadió.
El aumento de la producción de energía podría redibujar gran parte del mapa energético regional y ayudar a eliminar la necesidad de Argentina de importar gas durante el invierno, lo que supuso una pesada carga para el Estado el año pasado debido a la guerra de Ucrania. El Centro de Economía Política, un grupo político argentino, calcula que la sustitución de las importaciones de gas podría generar un ahorro anual de US$ 3.000 millones.
Mucho depende de la situación macroeconómica del país y de si los contratistas pueden resolver los estancamientos y las facturas de importación impagadas causadas por los controles de divisas, explicó Mindlin, el CEO de Pampa.
Pampa tiene concesiones que cubren el 8% de Vaca Muerta, pero la empresa sólo ha perforado 46 pozos, o alrededor del 2%, de los casi 2.000 que cree que podría explotar.
“Tenemos un plan súper agresivo”, aseguró Mindlin. “Con un país que sea más estable, podría ser algo que fuéramos capaces de hacer”, concluyó.