La fiebre del hidrógeno verde ha venido in crescendo con fuerza en Chile desde que en mayo de 2021 se aprobó medioambientalmente el primer proyecto de hidrógeno verde (H2V), consistente en la instalación de la planta Haru Oni, de Highly Innovative Fuels (HIF), en Punta Arenas, que este martes empezó a producir los primeros litros de eCombustible hecho con H2V y CO2, con una proyección en régimen de 350 t/año de eMetanol y 130.000 litros al año de gasolina sintética. El Ministerio de Energía registra 30 iniciativas en distintas etapas de desarrollo para producir derivados verdes de hidrógeno y otras 15 en proceso de obtener terrenos fiscales para instalarse. Pero permanentemente aparecen nuevas.

El hidrógeno verde (H2V) es producido a partir de energías renovables como la solar, eólica y geotérmica y aparece hoy como la opción con mayor potencial para lograr los objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Por sus condiciones naturales para producir energías renovables, Chile es visto como un lugar óptimo para desarrollar esta tecnología, bajo dos modelos de negocio. Primero, como materia prima de energías para uso doméstico o producto final que llegue a los consumidores locales a través de combustible para vehículos o calefacción de inmuebles y como sistema de almacenamiento de energía eléctrica, lo que requiere centros de producción a lo largo del país. Segundo, para una producción a gran escala para exportarlo, lo que se concentraría principalmente en las regiones de Antofagasta y Magallanes.

Ejecutivos de HIF y autoridades, esta semana, en Punta Arenas.

El ministro de Energía, Diego Pardow, anunció un Plan de Acción 2023-2030 para el desarrollo sostenible de este rubro en cuanto a inversiones e institucionalidad; sostenibilidad y valor local; infraestructura y organización territorial. Este plan dará una bajada específica a las medidas y metas de mediano y largo plazo de la Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde −lanzada hace dos años por la anterior administración− con compromisos con las comunidades, organizaciones de la sociedad civil, academia e industria. En la reunión del Comité Interministerial para el Desarrollo de la Industria del Hidrógeno Verde que se realizó en Magallanes se lanzó la página www.planhidrogenoverde.cl donde las personas podrán inscribirse para participar en talleres y en la discusión sobre el desarrollo de esta industria.

“Este plan lo construiremos con la sociedad civil, la academia y el mundo privado, promoviendo la creación de mejores empleos, el desarrollo científico y la innovación, para transitar a una economía nacional más industrializada y con mayor valor agregado”, dijo Pardow. Sobre los factores que deben resolverse para impulsar esta industria, comenta que detectaron la necesidad de aplicar un modelo de desarrollo productivo con foco en las necesidades de los territorios. “Creemos necesario establecer lineamientos y acuerdos en torno al uso de infraestructura común, que permitan optimizar la gestión de recursos en las regiones, maximizando los impactos positivos en las comunidades. Asimismo, es necesario conciliar el desarrollo de la industria para consumo interno, asociado a nuestros compromisos climáticos, con la de exportación de energía renovable, para contribuir a los objetivos globales de reducción de emisiones”.

El Estado está apoyando con recursos. En 2021 Corfo hizo una primera convocatoria para cofinanciar proyectos en la que seleccionó iniciativas presentadas por Enel Green Power, Linde, Engie, Air Liquide, GNL Quintero y CAP, que se instalarán en las regiones de Antofagasta, Valparaíso, Biobío y Magallanes, y deberán entrar en operación a más tardar a fines de 2025. Además, Corfo está diseñando una facilidad de financiamiento para proyectos de H2V (producción, demanda y fabricación local de tecnologías), el que contaría con US$750 millones y permitiría apalancar US$5.000 millones de privados.

En este organismo destacan que la coordinación de los organismos públicos y el trabajo colaborativo con privados son clave para implementar regulaciones técnicas, el cumplimiento de estándares ambientales y sociales, el desarrollo de infraestructura habilitante e innovadores modelos de financiamiento. Y agregan que el costo del hidrógeno verde y su competitividad frente a los combustibles fósiles se ha visto remecido en el último año por los escenarios geopolíticos y metas de descarbonización, pasando a ser una discusión de tener o no energía sustentable: “El hidrógeno gris se usa en la industria, en aplicaciones en refinerías y en producción de amoníaco principalmente. Las nuevas aplicaciones de hidrógeno verde están en los sectores del transporte terrestre, marítimo y aviación, industria, electricidad, edificaciones y plantean desafíos tecnológicos y despliegue masivo de tecnologías de demanda como vehículos, motores, turbinas y calderas que usen el hidrógeno y sus derivados”.

Desafíos según las empresas

En Colbún dicen que se está configurando un círculo virtuoso en torno a esta fuente de energía. “No solo es la única solución para descarbonizar sectores difíciles de abatir, sino que, además, muchos países están estableciendo compromisos vinculantes en relación con la reducción de emisiones. A la fecha, se estima que el 70% de las emisiones ya están incluidas en leyes de países que buscan ser carbono neutrales. A esto se suma que más de 40 países formalizaron su Estrategia Nacional de H2V y los gobiernos han asignado importantes recursos para desarrollar esta industria. A la vez, las empresas estamos comenzando a invertir en estos desarrollos. Todos estos factores generarán un crecimiento cada vez más acelerado, que se traducirá en reducciones de costo por economías de escala”, destaca Juan Pablo Fiedler, gerente de Hidrógeno Verde de la empresa.

El ejecutivo agrega que el despliegue de esta industria se está dando en dos planos: “Por una parte, a nivel de la demanda interna se aprecian distintas iniciativas para explorar opciones que buscan que el hidrógeno verde reemplace el uso de combustibles fósiles en distintos procesos. Un segundo eje corresponde al desarrollo de proyectos para exportar hidrógeno verde en forma de amoniaco u otros derivados, proyectos de gran escala que requieren importantes inversiones de capital en infraestructura energética, portuaria e industrial en general”. Enfatiza que, como en cualquier proyecto de esta envergadura, existen oportunidades de mejora para reducir plazos, unificar criterios de evaluación ambiental entre organismos y regiones, así como reforzar la coordinación entre entidades públicas y privadas, sin descuidar los estándares ambientales.

“En Engie tenemos un compromiso global con el desarrollo del hidrógeno verde y Chile tiene uno de los recursos renovables más potentes del mundo, lo que permite producir hidrógeno a costos competitivos”, dice Asunción Borrás, Head of H2 Business Development de la compañía. “Pero aún existen desafíos tales como alinear las expectativas de precios tanto del hidrógeno renovable como del amoniaco verde; debe existir mayor agilidad en regulación y obtención de permisos; generación de demanda en el sentido de fomentar su uso en sectores industriales o en movilidad; y asegurarse de que el hidrógeno verde producido en Chile sea reconocido en otros países al exportarlo”, agrega. También menciona que la creación en el país de las industrias de hidrógeno renovable y amoniaco verde implica capacitar personas en esta materia.

En Enel, mientras, destacan que los dos tipos de negocios asociados al hidrógeno verde involucran varios desafíos: la producción de hidrógeno verde para uso local, donde la minería del cobre se postula como el sector con mayor potencial de adopción de este nuevo energético; y la exportación de hidrógeno verde en la forma de amoniaco, metanol, metilciclohexano, combustibles sintéticos, etcétera, todos como subproductos enfocados a satisfacer la creciente demanda por energéticos carbono-reducidos de Europa, Norteamérica y Asia.

“Ambos casos se sustentan en la disposición de los clientes a pagar por un energético carbono neutral, que hoy es más costoso que los convencionales. Así es que para desarrollar esta industria de manera temprana debe existir disposición de los clientes a tomar ese riesgo al comienzo de los proyectos y hoy son pocas las empresas nacionales dispuestas a tomar este compromiso”, advierten en la firma. En la filial de la italiana Enel dicen que la producción de hidrógeno verde se basa en el uso de electricidad de fuentes renovables para extraer del agua la molécula de hidrógeno, lo que implica que se debe desplegar mayor capacidad de generación renovable para desarrollar estos proyectos. Por ello, relevan que la velocidad de desarrollo del H2V dependerá de lo que cueste obtener los permisos para construir y operar estas plantas.

“La crisis hídrica también afectará el desarrollo de esta industria, porque el suministro de agua para grandes proyectos de H2V deberá estar asociada a agua desalada. Así es que se debe incentivar y coordinar el desarrollo de infraestructura para desalación y acueductos compartidos para transporte de agua. Hoy el hidrógeno verde producido en Chile es más caro que las opciones convencionales; en el futuro será competitivo, pero es necesario incentivar la demanda local para desbloquear el desarrollo de proyectos. Para esto se deben generar incentivos al consumo y a la adopción de tecnologías para reconversión de procesos productivos a fin de que utilicen hidrógeno”, expresa Enel.

En cuando a la exportación, Enel detalla que la infraestructura común habilitante −puertos, granjas de almacenamiento y corredores de transporte de H2 y subproductos (gaseoductos dedicados y gaseoductos virtuales de camiones)−, serán críticos para lograr economías de escala y minimizar costos para llegar con un producto competitivo a donde está la demanda y ganarle a países como Marruecos, España y otros. “Para poder llevar a cabo estos megaproyectos se requerirá que las autoridades potencien sus equipos. Asimismo, la capacidad local de ingeniería, construcción, estudios ambientales deberá crecer e incrementar sus conocimientos”, agrega.

Clara Bowman, gerente general de HIF Global, plantea que gracias a la oferta de energía renovable hay un gran potencial para desarrollar la industria de hidrógeno verde en Chile, pero que no basta con tener estos recursos, sino que hay que avanzar protegiendo al entorno y a las comunidades y, al mismo tiempo, contar con señales para que estas inversiones intensivas en capital se concreten, siendo fundamental fortalecer la alianza público-privada. “Nuestro desafío en HIF Global es demostrar eficiencia, escalar la tecnología y mejorar los costos de los eCombustibles a base de hidrógeno verde. Estamos frente a una situación urgente y debemos actuar rápido. Por eso estamos avanzando en proyectos en Estados Unidos y Australia; contamos con oficinas comerciales en Alemania y proyectamos fases comerciales en Chile. De esta manera, generamos una solución global y nos acercamos a los centros de consumo donde hay incentivos para el uso de productos amigables con el medioambiente”, dice.

Hace unas semanas, Hans Kulenkampff, presidente del gremio H2 Chile, llamó ante el consejo consultivo del Comité de Desarrollo del Hidrógeno −creado por Corfo− a “ocuparnos de no entorpecer trayectorias óptimas de esa transición energética, procurando priorizar la electrificación directa y solo cuando esta no sea suficiente, utilizar al hidrógeno renovable como habilitador de la electrificación indirecta. Es clave entender que el hidrógeno es prioritariamente un insumo químico y secundariamente un energético”. Advirtió que Chile enfrenta una “carrera contra el tiempo y todo apunta a que estamos perdiendo competitividad frente a otras economías y el propio desafío del cambio climático”. A su juicio, es necesario generar un punto de inflexión y mediante la colaboración pública-privada acelerar temas como la permisología sectorial o los reglamentos de seguridad. Pero cree que uno de los desafíos más grandes es la planificación territorial y la generación de un plan de desarrollo de infraestructura compartida: “Sin esto no podremos llegar tiempo con los proyectos”. Otros elementos que pueden empujar la puesta en marcha de las iniciativas serían la implementación de incentivos tributarios para no quedar atrás de países como Estados Unidos, que lanzó en agosto la Inflation Reduction Act con medidas de apoyo a proyectos de hidrógeno verde.

Mirada desde la academia

Lorenzo Reyes, del núcleo Invent Universidad Austral de Chile, destaca que Chile partió empujando el desarrollo de una tecnología en torno al hidrógeno verde mucho antes que otros países: “Ha tomado el liderazgo a nivel internacional. Ahora bien, la estrategia actual está principalmente orientada a la producción en masa y para exportación, la que requiere de otra conversión de energía a amoniaco. Pero hace falta fortalecer la visión hacia soluciones descentralizadas; es decir, el tener la capacidad de producir y almacenar hidrógeno utilizando energías renovables cerca de los usuarios finales. Para ello se requiere empujar el desarrollo tecnológico de empresas chilenas, por ejemplo, en electrolizadores, pilas de combustible y sistemas de gestión de energía que favorezcan la formación de capital humano que pueda no solamente usar las tecnologías, sino también mantenerlas e incluso fabricarlas”.