Tras ocho meses de discusión, de documentos que van y vienen, de conceptos que se repiten incansablemente como integración y progresividad, al fin la próxima semana se conocerá el derrotero que tendrá el proyecto de reforma tributaria.

Este lunes se espera que los ministros de Hacienda, Felipe Larraín, y de la Secretaría General de la Presidencia (Segpres), Gonzalo Blumel, expliquen a la Comisión de Hacienda los cambios que se realizarán a la iniciativa que en términos generales integra el sistema impositivo, práctica arraigada hace 40 años y que en 2014 se cambió por un modelo semiintegrado que en simple lleva a que los contribuyentes accionistas de empresas sean gravados con un 9,45% de tasa.

La oposición no está de acuerdo con esta modificación, porque de los US$ 800 millones que costaría volver al sistema antiguo, el 75% iría en beneficio de empresas multinacionales (US$ 336 millones) y los contribuyentes de más altos ingresos (US$ 229 millones, más US$ 45 millones destinados a los contribuyentes del tramo de 30% del global complementario), según una presentación del SII del 9 de enero en el Congreso.

El argumento en contra a dicha postura es que si se analiza en términos de volumen, el 66% de los contribuyentes -es decir 568.510 personas- que cayeron en el semiintegrado están en el tramo de menor impuesto, que corresponde a ingresos por unos $ 8.000.000 anuales, cuyo costo por retornar al integrado total es de US$ 61 millones.

El miércoles sería el gran día de votar la idea de legislar, con un nuevo presidente en la comisión si se cumple el acuerdo de gobernabilidad de la Cámara: Daniel Núñez se convertiría en el primer diputado comunista en asumir esta gravitante instancia parlamentaria.

Hasta el cierre de esta edición no había un camino seguro, sino que muchos posibles escenarios abiertos a la "muñeca" del gobierno y a la compleja prueba de consolidar una hoy muy frágil unidad opositora.

El mejor escenario para todos es que los 13 integrantes de la comisión aprueben legislar, porque ello implicaría acuerdo. Así, aparecerían todos como ganadores: el gobierno, al haber sido capaz de negociar sin desnaturalizar el proyecto como ha sido la demanda de los gremios y de algunos de sus parlamentarios; y la oposición, que habría no solo dado una muestra de unidad sino también una señal de que tiene fuerza y mínimos comunes para sentarse a transar con la autoridad, es decir, como un actor válido de diálogo que no niega la sal y el agua.

Pero no es el único escenario, y cada cual tiene sus efectos colaterales.

1. Rechazo del proyecto

Obviamente, esta es la peor pesadilla del Ejecutivo, porque si la oposición se mantiene como bloque y el texto también se rechaza en la sala, la única salida es ir al Senado y pedir la insistencia. Para ello requeriría de los dos tercios de los miembros presentes en la Cámara Alta, es decir 29 votos (si están todos) y solo tendría 19 seguros del sector de Chile Vamos. Si lograse ese quórum, el proyecto retornaría a la Cámara de Diputados, donde solo podría volver a ser desechado por dos tercios de los presentes, es decir, 104 votos.

En el gobierno no se colocan en esta opción: "Hay un minuto cuando se acerca la hora de definir en que entran otras variables y se ve cómo le pega a cada uno. Entonces, aún hay tiempo para que no sea rechazo absoluto".

2. Rechazo solo en comisión

Si en la Comisión de Hacienda el articulado en votación en general es rechazado, obviamente que el Ejecutivo deberá desplegar todos los esfuerzos posibles para revertir el resultado en la sala y obtener los seis votos que le faltarían para dar viabilidad al proyecto. Se especula que pondría su mirada en los regionalistas, quienes, para su pesar, se sumaron a las últimas reuniones de la oposición molestos por la propuesta de que el 1% de las inversiones quede en la región de destino. El presidente de la Federación Regionalista Verde, diputado Jaime Mulet, lo dijo claramente tras reunirse con el ministro Larraín: "Que Hacienda no cuente con nuestros votos para su RT. Llevamos un año perdiendo el tiempo para una propuesta del todo insatisfactoria (...); están haciendo juego de piernas".

Pero el juego de piernas puede continuar y pueden presentar una idea perfeccionada para convencerlos.

Otros que podrían ser atraídos son los votos de algunos radicales que han actuado de manera más cercana con el gobierno y, por supuesto, de algunos independientes.

En el oficialismo plantean que otra salida, si el gobierno no lograra los votos necesarios, sería que parte de la oposición saliera de la sala durante la votación y de ese modo reducir el quórum de mayoría simple (la mitad más uno de los presentes) para posibilitar la discusión posterior.

3- Aprueba en comisión con un solo voto

Varios personeros dentro de la oposición comentan que aún no tienen 100% de seguridad de cómo actuará el recientemente renunciado presidente de la comisión de Hacienda, diputado Pablo Lorenzini (DC). Y se abren dos teorías. Una es que cuando se vote al nuevo titular de la instancia (Núñez) el martes, la oposición postule el nombre del diputado del Maule, él acepte, vote por sí mismo y al mantener la presidencia, el miércoles apoye la RT. Esta situación generaría, sin lugar a dudas, una crisis incalculable dentro de la oposición.

No obstante, el martes pasado Lorenzini reafirmó públicamente -tal como lo ha hecho privadamente en varias ocasiones- que consumará el acuerdo de gobernabilidad muy a su pesar: "No sé si en un par de días más votaré con entusiasmo, pero tenemos un acuerdo y por eso lo voy a hacer. Si no, no hubiera aceptado la renuncia, pero las palabras se cumplen".

Otra posibilidad entonces sería que la respuesta que entregue el gobierno el lunes satisfaga al diputado y que, aun ratificando a Núñez el martes, el miércoles vote a favor de la RT inclinando la balanza. Ello abriría la puerta, según algunos legisladores de la oposición, a que los diputados de su bancada, Jorge Sabag y Miguel Ángel Calisto, apoyaran con su voto en la sala este proyecto, considerando que ambos han expresado públicamente su mirada favorable a la integración.

Los tres diputados mencionados reaccionaron con molestia por la firma del documento de "mínimos comunes" de parte del jefe de la bancada Gabriel Ascencio, apuntando a un desconocimiento de ese acuerdo.

"Sería como una disidencia contenida, aunque tensa", admiten desde la oposición, recalcando que si bien la mayoría de la DC estaría en contra del proyecto, este descuelgue de tres falangistas no implicaría un desmadre como el caso anterior.

4. Aprueba en comisión con oposición dividida

Este sería el peor escenario para la oposición, admiten. En ese cálculo se piensa que el gobierno convencería no solo a Lorenzini, sino que también al vicepresidente e integrante de la comisión Pepe Auth quien, recalcan, tendría tras sí tres votos seguros de la bancada radical, lo que permitiría que el gobierno descansara aliviado, porque al menos tendría los votos mínimos para seguir adelante con el proyecto. Además, en La Moneda apuestan, en este escenario, a que miembros de otras bancadas también se descuelguen atendiendo los llamados a aprobar la idea de legislar que han aparecido en la semana por parte de expertos concertacionistas como Óscar Landerretche, Ricardo Escobar y Michel Jorratt, que podrían influir en algún legislador.

En la oposición reconocen que este tema de la eventual división se abordó en la reunión técnico-política del lunes en intervenciones de los diputados Núñez, José Miguel Ortiz (DC) y Giorgio Jackson (RD), y la conclusión fue que van a seguir actuando en conjunto para que no prosperen en la discusión en particular las modificaciones a la norma antielusión, el debilitamiento del rol del Servicio de Impuestos Internos, la nueva repatriación de capitales, la cláusula pyme y la revisión del IVA a la construcción.

"Lo peor que podría pasarnos es transformar el triunfo que hemos tenido al lograr que el gobierno ceda en varios puntos, en una derrota. Que tengamos diferencias en lo general no significa que no sigamos juntos en lo particular", recalca una fuente informada de estas conversaciones. Por ende, aparecerían votando todos a favor de las pymes, de la rebaja en contribuciones a los adultos mayores, del financiamiento regional, entre otros.

Para que esta estrategia les rinda frutos, se propusieron que de concretarse este escenario, no aparecerán ante los medios de comunicación con un discurso muy crítico respecto del actuar de los "descolgados", siempre y cuando supieran de antemano la decisión de las bancadas. No quieren informarse ni por los diarios ni ser sorprendidos en la sala, habrían acotado en la reunión.

5. Dividir el proyecto

Esta sería una alternativa muy lejana, porque si bien la oposición, liderada en este punto por el presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, Ricardo Lagos Weber (PPD), ha instado a dividir el proyecto y dejar "durmiendo" la reintegración a espera de un acuerdo técnico transversal, los ministros han cerrado en innumerables ocasiones dicha puerta. Claro que si el proyecto se rechazara, materializándose su peor escenario, a lo mejor tendrían que abrirse algo para lograr los dos tercios que requerirían en la insistencia en el Senado.