Para entender qué pasó en 2019, hay que dividir el año en dos. Pre estallido del 18 de octubre y después de ese día. Hasta antes del 18-O, la economía no njo mostraba un buen desempeño. Las expectativas de los economistas fueron ajustándose a la baja de manera persistente, mientras la confianza empresarial y de los consumidores seguía aletargada. La sombra de la guerra comercial y dificultades internas para aprobar proyectos yacía sobre la actividad. El primer trimetre el PIB creció 1,5% y el segundo 1,9%. Paradojalmente, empezaba a gestarse un moderado repunte económico. De hecho, el PIB del tercer trimestre (3,3%) fue el más alto del año. Pero eso es historia. Vino el estallido y despertó el riesgo país, y si bien se ha moderado, ahora está en línea con el de Perú. El dólar escaló $116 en su peor momento hasta los históricos $828,74, lo que llevó a una también histórica intervención cambiaria. Hubo problemas de liquidez, la bolsa chilena sintió el golpe y destruyó valor que aún no recupera. Los grandes vendedores fueron los locales, mientras los inversionistas extranjeros aprovecharon las gangas. El precio de los activos comienzan a revertir el shock, de hecho las tasas de los BCU volvieron a niveles previos al 18-O. Lo que sí persiste es el impacto macro. Si antes la confianza empresarial era débil, ahora se desplomó, al igual que las expectativas. En 2019 se prevé 1% y 2020 entre 0,5% y 1,5%. La tasa de desempleo aún no lo muestra, pero se han registrado más de 100 mil despidos por necesidad de la empresa. La duda, para algunos, es si este cambio será estructural.