La estación de esquí suiza de Davos se convierte de nuevo en un refugio para políticos y ejecutivos que buscan un alivio al recién estrenado 2019, y que ya está atravesando múltiples baches con la desaceleración de China, el brexit y el cierre de Gobierno de Estados Unidos.
Para aquellos que buscan lo familiar, el Foro Económico Mundial anual de esta semana incluirá el itinerario habitual de galas con champán y la participación de panelistas de renombre.
Sin embargo, la organización también está introduciendo cambios este año. Ha contratado a seis líderes jóvenes, todos ellos milenials, para que ocupen puestos de co-presidentes y que trabajen junto con el responsable de Microsoft, Satya nadella, en dar forma al debate. A pesar de la edad de estos jóvenes, el segmento demográfico del evento todavía apunta a una edad más avanzada. La media es de 54 para hombres y 49 para mujeres.
Este Davos también es el tercer año consecutivo en que la mayoría de los copresidentes de FEM son mujeres, un claro compromiso a la diversidad, pero que no ha movido la aguja para el evento en su conjunto. La proporción general de mujeres asistentes al evento sigue siendo menos de una de cada cuatro.
Jóvenes o viejos, mujeres u hombres, los asistentes a Davos están preocupados por los fenómenos climáticos extremos. Es el tercer año que esas preocupaciones ocupan el primer lugar en la encuesta de riesgo global, una publicación anual de FEM, seguidas de dificultades relacionadas con el fracaso para frenar el cambio climático y las catástrofes naturales. Los riesgos tecnológicos también tienen a las empresas y los líderes mundiales despiertos durante la noche, a saber, los ataques cibernéticos y el fraude o el robo de datos.
El cambio climático está particularmente en la mente de algunos de los nuevos líderes (y líderes en espera) que asisten a Davos este año. La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, hablará de la protección del planeta con el divulgador naturalista de televisión, David Attenborough, y el ex vicepresidente de Estados Unidos Al Gore el martes. Menos fan del tema: el recién elegido presidente brasileño Jair Bolsonaro, quien estuvo involucrado en la cancelación de los planes para que su país organice la Conferencia de las Naciones Unidas sobre cambio climático de 2019.
Debido al cierre del Gobierno de Estados Unidos, el presidente Donald Trump, conocido escéptico sobre el cambio climático, no asistirá al evento este año y también canceló la asistencia de la delegación de su Gobierno. Pero estará allí en espíritu, dado el probable debate sobre sus actuales disputas comerciales con China y otros países. Después de todo, el título del FEM de este año es Globalización 4.0.
Alrededor de unos 700 asistentes al evento, casi una cuarta parte del total, provienen de importantes socios comerciales con los que Estados Unidos tiene déficits comerciales, con los que Trump a menudo está obsesionado. Aún así, incluso con la deserción de los representantes del Gobierno, el contingente estadounidense sigue siendo el mayor con diferencia.
A medida que el número de asistentes a la reunión anual del FEM ha aumentado a lo largo de los años a alrededor de 3.000, también lo ha hecho su potencial de ganar dinero. En el último año fiscal, los ingresos ascendieron a 327 millones de francos suizos (US$337 millones), un 15 por ciento más que el año anterior. Esto se debe principalmente a los pagos de las asociaciones: representan casi el 70 por ciento de los ingresos y han aumentado más de dos veces en los últimos cinco años.
Si bien esas sumas no alcanzan las cifras que se necesitan para resolver las crisis climáticas del mundo, éstas sugieren que el FEM (y la reunión anual de Davos) pueden sortear cómodamente cualquier agitación geopolítica y económica que el próximo año tenga reservado.